Boris Pahor, memoria del espanto
Tras d¨¦cadas en la sombra, 'Necr¨®polis' se convierte en un 'best seller' en Italia - El autor, de 97 a?os, relata su feroz experiencia en un campo nazi
Hay famas tard¨ªas, pero probablemente ninguna se parece a la de Boris Pahor. Esloveno-italiano nacido en Trieste, cumplir¨¢ pronto 97 a?os. Pero no hace ni una d¨¦cada que su nombre suena entre los buenos lectores y que se sabe que es un personaje excepcional y autor de una de las cumbres de la literatura del Holocausto.
El libro se titula Necr¨®polis, lo presenta en Espa?a Anagrama como uno de los lanzamientos clave de la Feria del Libro y est¨¢ a la altura de los de Primo Levi o Imre Kert¨¦sz. La novela arranca con el regreso de Pahor, metido sin querer entre un grupo de turistas franceses, a las ruinas-museo del campo nazi de Natzweiler-Struthof, situado en Alsacia. Pahor lleg¨® all¨ª deportado por la Gestapo tras ser detenido en Trieste como militante antifascista.
Claudio Magris fue su descubridor para los lectores italianos
Durante casi 25 a?os el libro no logr¨® salir del minoritario circuito esloveno
"Trieste es un lugar dif¨ªcil, como lo han sido Catalu?a y el Pa¨ªs Vasco"
"En una Europa democr¨¢tica no se deber¨ªa secundar a la Liga Norte"
Ir¨®nicamente, en el campo fue tratado como prisionero italiano y no esloveno, aunque pas¨® a?os combatiendo contra la Italia que trataba de destruir la identidad eslovena. "Nosotros, eslovenos del litoral, afirmamos obstinadamente ser yugoslavos", escribe. "El coraz¨®n y la mente se rebelan al pensamiento de ser eliminados como pertenecientes a una naci¨®n que siempre hab¨ªa tratado de asimilar a los eslovenos y los croatas".
Se salv¨® de morir gracias a un m¨¦dico franc¨¦s y a otro noruego. Fue su int¨¦rprete en el hospital y all¨ª vio apagarse a decenas de prisioneros; luego pas¨® al campo de Dachau como enfermero, y de all¨ª al de Dora y al de Bergen Belsen. Su periplo acab¨® en Buchenwald, cuando ya hab¨ªa sido liberado, y m¨¢s tarde en un sanatorio franc¨¦s, donde pas¨® a?o y medio reponi¨¦ndose de una tuberculosis.
La novela va cosiendo las memorias del espanto con las reflexiones del Pahor que mira hacia atr¨¢s 20 a?os despu¨¦s: el sentido de culpa por haber sobrevivido, el placer de estar vivo frente al sentimiento de haber muerto en el campo; la imposibilidad de transmitir el horror junto a la perplejidad...
Claudio Magris, paisano y descubridor de Pahor para los lectores italianos, resume as¨ª la novela en el pr¨®logo: "Necr¨®polis es un retrato de campo completo y al mismo tiempo conciso -nunca pat¨¦tico- de la vida (de la no vida, de la muerte) en el campo. Un poderoso aliento humano coexiste con una precisi¨®n aguda y fr¨ªa".
La historia editorial del libro dar¨ªa para otro libro. Y compendia la vida del autor. Pahor escribi¨® en 1965 ese soliloquio que no concede al lector ni la exigua tregua de los puntos y aparte. Lo hizo en esloveno, su lengua madre, prohibida por Mussolini tras la anexi¨®n de un pa¨ªs troceado, austroh¨²ngaro durante 12 siglos, y que Pahor sigue reivindicando todav¨ªa: acaba de publicar la novela Aqu¨ª est¨¢ prohibido hablar, donde describe la limpieza ¨¦tnica que purg¨® la identidad eslovena de la ciudad.
Durante casi 25 a?os, Necr¨®polis no logr¨® salir del minoritario circuito esloveno. El vac¨ªo en Italia acab¨® hace solo un par de a?os. El caso es que Pahor recorre hoy por fin ese pa¨ªs y media Europa (est¨¢ en Barcelona el d¨ªa 13), apoyado en su entusiasmo y en su mala salud de hierro, para contar su vida de resistente, su no-vida en los campos, su militancia anticomunista en los a?os posteriores a la guerra, incluso su batalla actual (contra el Pueblo de la Libertad y la Liga Norte) por recuperar la cultura eslovena y la riqueza multi¨¦tnica de Trieste.
Pregunta. Leyendo su libro se dir¨ªa que salv¨® la vida por su don de lenguas.
Respuesta. Gracias a eso me salv¨¦ en los Vosgos coloc¨¢ndome de int¨¦rprete de un m¨¦dico franc¨¦s y luego de un noruego. Viv¨ªas rodeado de moribundos que mor¨ªan muy despacio, por falta de vitaminas, grasas y minerales. Era duro, pero tuve m¨¢s suerte que Shlomo Venezia, que sacaba a la gente de la c¨¢mara de gas, eso era terrible. Los campos donde yo estuve no eran de exterminio, sino de trabajo. ?ramos casi todos luchadores antifascistas, llev¨¢bamos el tri¨¢ngulo rojo, y ayud¨¢bamos a alimentar la m¨¢quina de guerra hasta que resist¨ªamos de pie. Hab¨ªa franceses, sobre todo, y rusos, polacos, checos, eslovenos, holandeses, belgas, muchos italianos... M¨¢s tarde llegaron los espa?oles que se refugiaron en Francia cuando gan¨® Franco. Aunque no eran de exterminio, dejaron 3,5 millones de muertos. Nosotros no ¨¦ramos inocentes como los jud¨ªos. ?ramos culpables y se vengaron de nosotros haci¨¦ndonos trabajar.
P. ?Qu¨¦ hac¨ªan en concreto?
R. En Dora y en los Vosgos se hac¨ªan misiles. Ten¨ªan presos a ingenieros rusos trabajando en s¨®tanos excavados en la monta?a. Los prisioneros hac¨ªan sabotajes muy a menudo, y cuando los cohetes fallaban y no llegaban a su destino, Wernher von Braun, el c¨¦lebre ingeniero de las SS, ordenaba una investigaci¨®n y ahorcaban a todos los del departamento responsable del fallo. Von Braun era ese tipo que se hizo tan famoso porque despu¨¦s de la guerra los americanos lo llevaron a trabajar a la NASA. Se hizo toda una celebridad y le hicieron grandes honores porque el cohete que llev¨® al hombre a la Luna lo hizo ¨¦l. Es decir, el Saturno IV se hizo aprovechando lo ensayado en los campos nazis con los misiles.
P. ?Se ha sentido extranjero en su propio pa¨ªs al ver que el libro no se publicaba durante d¨¦cadas?
R. Bueno, Italia nunca ha hecho justicia a Eslovenia. En 1920 incendiaron el Narodni Dom (Casa de la Cultura) de Trieste y en 25 a?os destruyeron nuestra lengua y nuestra cultura, nos forzaron al ¨¦xodo, ocuparon Liubliana, se repartieron Trieste con Alemania, y varios generales cometieron actos criminales que nunca fueron juzgados. Todav¨ªa no se conoce del todo lo que hicieron los fascistas. Alg¨²n libro ha contado que los cr¨ªmenes de guerra siguen impunes. Pero Italia prefiere hablar de lo que les hicieron a ellos. Suelen decir: "Ese Pahor nunca deja de hablar". Mientras pueda no dejar¨¦ de decir que han falseado la historia. Hace tiempo se cre¨® una comisi¨®n bilateral eslovena-italiana que investig¨® durante siete a?os. Cuando acab¨®, metieron el informe en un caj¨®n.
P. Usted que ha combatido todos los totalitarismos, ?pensaba que tendr¨ªa que pelearse tambi¨¦n con la democracia italiana?
R. Sigo siendo esloveno, pero tengo DNI italiano y doble nacionalidad. Por suerte, el Parlamento italiano aprendi¨® la lecci¨®n del pasado y en el DNI ya no pone naci¨®n italiana sino ciudadano. Ahora podemos ser ciudadanos. En los ¨²ltimos a?os hemos tenido modo de revitalizar parte de la vida multicultural de antes de la guerra. Trieste era un lugar maravilloso... Se perdi¨®. Estamos intentando ser el Trieste de entonces.
P. Haciendo balance, ?dir¨ªa que fue suerte o mala suerte nacer esloveno en Trieste?
R. Trieste es un territorio dif¨ªcil, como lo han sido Catalu?a y el Pa¨ªs Vasco. Siempre fue un lugar multicultural. El fascismo acab¨® con todo eso. La gran Trieste del a?o 1700 ten¨ªa 200.000 habitantes y era puerto franco. Tras la II Guerra Mundial hicieron de todo para que la ciudad no volviera a abrirse a Europa Central. Solo la entrada en la UE lo cambi¨®.
P. ?Y qu¨¦ dice la Liga Norte?
R. En una Europa democr¨¢tica no se deber¨ªa secundar a un partido as¨ª. Los italianos no son racistas, saben que los inmigrantes vienen a hacer trabajos que ellos no quieren hacer, y muchas veces a precios de esclavos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.