El poder recala en Sitges
El Grupo Bilderberg, un club privado de debate al m¨¢s alto nivel, re¨²ne a puerta cerrada a un centenar de pol¨ªticos y financieros de Europa y EE UU
Un secreto a voces. En eso se ha convertido la reuni¨®n Bilderberg este a?o. Decenas de periodistas y de manifestantes del movimiento antiglobalizaci¨®n se arremolinaban ayer en la carretera de acceso al hotel Dolce de Sitges, en las proximidades de Barcelona. Esperaban ver llegar a alguna de las personalidades de la realeza, la pol¨ªtica y la empresa de Europa y Estados Unidos que se re¨²nen all¨ª desde ayer y hasta el domingo. Una reuni¨®n anual muy selecta y te¨®ricamente secreta donde los socios de este exclusivo club de debate de alto nivel pueden hablar sin tapujos, porque comentar con la prensa cualquier detalle del club Bildelberg est¨¢ prohibido.
Basta poner juntas las palabras poderosos y secreto para captar la atenci¨®n de medio mundo. Eso ha ocurrido este a?o en la reuni¨®n del llamado club Bilderberg. Esta cita de poderosos lleva celebr¨¢ndose desde 1954 y toma su nombre del primer emplazamiento que tuvo: el hotel Bilderberg, en Arnhem (Holanda). La familia real de ese pa¨ªs apoy¨® desde el principio la creaci¨®n de este grupo de opini¨®n, para lograr tras la II Guerra Mundial fortalecer las relaciones entre Europa y Estados Unidos, donde ten¨ªa importantes intereses. Y nada mejor que reunir a los m¨¢s influyentes y poderosos del momento para intercambiar opiniones.
El selecto grupo de debate se cre¨® en 1954, tras la II Guerra Mundial
Las reinas Beatriz de Holanda y Sof¨ªa suelen acudir a estos encuentros
El club sigue teniendo las mismas normas 56 a?os despu¨¦s. Solo hay miembros de Estados Unidos y Europa (precisamente la falta de presencia asi¨¢tica y latinoamericana hace que muchos consideren este club de poder algo desfasado). Los asistentes a la reuni¨®n no pueden comentar ni la asistencia ni las ponencias. Y tanto los viajes como el alojamiento deber¨¢n pagarlos de su bolsillo.
Pese a todo, siempre acaban saliendo a la luz algunos nombres e incluso la tem¨¢tica de algunos debates. Entre los asistentes de Estados Unidos que han acudido este a?o a Sitges destacan Paul Volcker, presidente de la Reserva Federal en los ochenta y asesor del presidente Barack Obama; Henry Kissinger, ex secretario de Estado; Larry Summers, tambi¨¦n de la Administraci¨®n Obama, y James Steinberg, subsecretario de estado de EE UU. De entre las personalidades europeas, destacan la reina Beatriz de Holanda, la reina Sof¨ªa (aunque la Casa del Rey ni confirma ni desmiente su asistencia), Joaqu¨ªn Almunia, Heinz Fischer (presidente de Austria) y Jos¨¦ Montilla, presidente de la Generalitat. Adem¨¢s, acuden personalidades del mundo de la empresa y las finanzas como Bill Gates, fundador de Microsoft; Juan Luis Cebri¨¢n, consejero delegado de PRISA (Editor de EL PA?S); Ana Patricia Bot¨ªn, presidenta de Banesto; C¨¦sar Alierta, presidente de Telef¨®nica, y altos cargos de Shell, Golden Sachs, Fiat, Siemens, Airbus....
Todos los participantes que hablen en los debates, que en realidad comienzan hoy (ayer fue una jornada de viajes y encuentros), podr¨¢n realizar intervenciones de 10 minutos. Cuando su tiempo se est¨¦ agotando, una luz roja les advertir¨¢ que deben acabar.
De todas formas, no es f¨¢cil asegurar que todos los invitados hayan acudido a los debates. El hotel de Sitges donde se celebrar¨¢n las sesiones es estos d¨ªas un aut¨¦ntico b¨²nker. M¨¢s de 350 mossos d'Esquadra y varios efectivos de la Guardia Civil cuidan de su seguridad. El hotel, situado en una zona apartada del municipio, ha sido aislado. Los accesos est¨¢n cortados y los vecinos de la ¨²nica urbanizaci¨®n que comparte terreno con el complejo hotelero y su campo de golf tienen que mostrar su identidad para poder acceder a su casa.
Ayer, cada vez que un coche de alta gama con cristales tintados y escolta policial cruzaba la entrada, los flashes de las c¨¢maras se disparaban y los antisistema se deshac¨ªan en gritos. Detr¨¢s de la ventanilla, imposible ver a nadie. Algunos manifestantes aseguraban haber visto de madrugada helic¨®pteros llegar al hotel. "Ah¨ª viajaban los peces gordos", aseguraba uno de ellos. La polic¨ªa, como todos los que rodean a este club de poderosos, ni confirma ni desmiente.
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