?Arte negro? No lo conozco
Arrastrados por la pulsi¨®n mim¨¦tica desde que el MOMA abriera 'Primitivismo' en el arte del siglo XX: Afinidad de lo tribal y lo moderno y el Pompidou Los Magos de la Tierra, hab¨ªamos llegado a la saturaci¨®n con las incontables exposiciones sobre la putativa influencia del arte primitivo en el arte contempor¨¢neo. Al principio y al final, todas fueron vistas como permutaciones de mala conciencia poscolonial, etnocentrismo encubierto y legitimaci¨®n ideol¨®gica.
Alejada en el tiempo de esas exposiciones, estos d¨ªas se puede contemplar en Tenerife Espacio de las Artes (TEA) Picasso y la escultura africana. Los or¨ªgenes de 'Las se?oritas de Avi?¨®n', en la que se exhibe el Cuaderno 7, uno de los 16 preparatorios del cuadro, que pertenece a la Fundaci¨®n Pablo Ruiz Picasso, Museo Casa Natal, de M¨¢laga, junto con una amplia muestra de esculturas de la Colecci¨®n Tribal Ready de arte antiguo africano.
La exposici¨®n de TEA, eludiendo los espinosos asuntos que han venido salpicando los debates sobre el primitivismo, se apoya en un montaje aparentemente inocente en el que, sin recurrir a textos o dispositivos que induzcan a asociaciones mec¨¢nicas o espurias, los bocetos de Picasso y las esculturas africanas parecen s¨®lo establecer relaciones si el visitante quiere o es capaz de hacerlas. ?nicamente al final dos esculturas africanas, otorg¨¢ndoles una diferida autoridad como espectadoras, son colocadas contemplando una reproducci¨®n del picasso. Obviamente, lo que se da a ver es un cuadro en el que el visitante ve a las esculturas africanas, quiz¨¢s perplejas, viendo a su vez, o impidiendo ver con claridad, a Las se?oritas de Avi?¨®n. Un recurso f¨¢cil, ciertamente, pero que logra atrapar la visi¨®n posmoderna que empieza a considerar a Picasso como parte de la historia primitiva del arte contempor¨¢neo y a las ¨²ltimas artesan¨ªas de los no occidentales como nuestras "artes primeras".
Por contraste, este remate final nos hace recordar Picasso/Who Rules, que Fred Wilson incorpor¨® en su instalaci¨®n Primitivism: High and Low. Tambi¨¦n recurri¨® a Las se?oritas de Avi?¨®n, pero en este caso las m¨¢scaras no miraban al cuadro sino que, suplantando las caras pintadas por Picasso, eran ellas las que miraban al espectador y, a trav¨¦s de sus ojos, dos senegaleses y el propio Wilson le interpelaban: "Si mi arte contempor¨¢neo es tu arte tradicional, ?es mi arte tu clich¨¦? Si tu arte contempor¨¢neo es mi arte tradicional, ?es tu arte mi clich¨¦?".
La exposici¨®n de TEA no pretende resolver la cuesti¨®n de la influencia del arte africano en Picasso -ese arte que ¨¦l mismo dijo "no conocer"-. Deja que el visitante decida. Quiz¨¢ un sincero ejercicio de autolimitaci¨®n de la autoridad del museo, quiz¨¢ un c¨¢ndido ocultamiento de esa misma autoridad que pretende no serla. Lejos ya de las viejas exposiciones sobre el primitivismo, ¨¦sta de TEA tiene hoy otras coordenadas. Desde que los tocayos Chirac y Kerchache instalaron el nuevo museo parisino en el Quai Branly, tenemos santificadas las "artes primeras". El nuevo museo poscolonial, con visos de convertirse en nuevo paradigma para exhibir a los "otros", eleva por fin los objetos de valor est¨¦tico de las culturas primitivas a la categor¨ªa de arte, al paso que condena al ostracismo al resto, a los millones de piezas hasta ahora orgullo de los coloniales museos metropolitanos. Pero TEA no est¨¢ en Par¨ªs o Madrid. Est¨¢ en lo que ahora se llama ultraperiferia, una suerte de limbo geopol¨ªtico en el que, siendo periferia del centro, no es sin embargo centro de la periferia. Pero no es mal sitio para comenzar, como con esta exposici¨®n, a hacer dos cosas importantes. Una, a preguntarnos d¨®nde est¨¢n las voces de las gentes africanas cuyos antepasados, muchos quiz¨¢s aun vivos, crearon las obras que colocamos ahora en los museos. Y otra, asumir, como magistralmente ha hecho Johannes Fabian, que el principal problema en nuestra relaci¨®n con los "otros" ha sido el alocronismo, esa actitud por la que nunca los hemos reconocido como contempor¨¢neos nuestros. Viviendo en el presente, los vemos sin embargo como nuestra prehistoria, como encarnaci¨®n de nuestro propio pasado, como lo que fuimos. Aparecen as¨ª la nostalgia, la pasi¨®n por lo ex¨®tico, por lo lejano en el espacio y sobre todo en el tiempo, y nuestro irrefrenable deseo de apropiarnos y coleccionar sus objetos. Para, finalmente, hacer de todo ello un souvenir.
Oscilamos entre un ?frica fetiche y un ?frica fantasma. La una negada por su primitivismo, la otra exaltada en su exotismo. Pero si en ambas el colonialismo exigi¨® al "Otro" la aceptaci¨®n de su inferioridad, el proyecto moderno, arte incluido, aspiraba no obstante al reconocimiento de la libertad y del progreso de los "otros". La ambici¨®n colonial se cumpli¨®, pero no la aspiraci¨®n de libertad y emancipaci¨®n, por lo que habr¨¢ que darle la raz¨®n a Bruno Latour en tanto que nunca hemos sido modernos. Caemos entonces en lo que Paul Gilroy llama la "melancol¨ªa poscolonial", un estado en el que de seguro nos rondar¨¢ la misma sospecha que turb¨® el quehacer antropol¨®gico de Georges Balandier: "Vienes a estudiar a los negros, sin embargo ellos sabr¨¢n siempre m¨¢s que t¨²".
Fernando Est¨¦vez Gonz¨¢lez es profesor de Antropolog¨ªa Social y director del M¨¢ster de Museolog¨ªa y Gesti¨®n Cultural de la Universidad de La Laguna. Picasso y la escultura africana. Los or¨ªgenes de 'Las se?oritas de Avi?¨®n'. Tenerife Espacio de las Artes (TEA). Avenida de San Sebasti¨¢n, 10. Tenerife. Hasta el 22 de agosto.
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