El dilema alem¨¢n
Todo el dispositivo puesto en marcha durante la adopci¨®n del Tratado de Maastricht est¨¢ explotando ante nuestros ojos. Ning¨²n pa¨ªs importante de la zona euro cumple hoy con los criterios de convergencia impuestos: ni sobre la inflaci¨®n, ni sobre la deuda p¨²blica, ni sobre el d¨¦ficit presupuestario. El Tratado de Lisboa ha retomado estos criterios de manera acr¨ªtica, mientras que la salud de la zona euro qued¨® ya deteriorada por los d¨¦ficits franc¨¦s y alem¨¢n de mediados de los a?os 2000.
La crisis de la globalizaci¨®n liberal ha puesto cruelmente en evidencia la rigidez de los mecanismos de funcionamiento de la UE, tanto pol¨ªticos como econ¨®micos. Ha revelado tambi¨¦n varias realidades, que los euro-federalistas ciegos tend¨ªan a olvidar que Europa no era otra cosa que una uni¨®n de naciones, y esto se ha visto desde la irrupci¨®n de la crisis. Alemania, Francia, Reino Unido, por hablar aqu¨ª solo de las potencias centrales de la UE, han reaccionado cada una seg¨²n sus estrictos intereses nacionales. El Banco Central Europeo, encerrado en su dogma fundamentalista liberal, ha tardado varios meses en reaccionar antes de bajar sus tasas directrices, mientras que la Reserva Federal estadounidense optaba por un d¨®lar con una tasa de inter¨¦s cero y el yuan chino pon¨ªa trabas al mundo entero al cotizar por debajo del d¨®lar. El comercio exterior europeo, que podr¨ªa haber sido la punta de lanza de la pol¨ªtica de reactivaci¨®n en periodo de crisis, se ha convertido as¨ª en la cruz del G¨®lgota de la Europa unida en la zona euro.
La crisis de la globalizaci¨®n liberal ha mostrado la rigidez de los mecanismos de funcionamiento de la UE
Los Estados han acudido al rescate de los bancos responsables de la crisis. Los han financiado con los impuestos de todos sin, por cierto, exigirles garant¨ªas serias ni tampoco unas cuentas en buen estado. ?Debemos recordar que, hasta hoy, el ¨²nico pa¨ªs donde los bancos han tenido que poner sus cuentas encima de la mesa es... la Am¨¦rica de Barack Obama? A su vez, habr¨¢ que pagar ese rescate de los bancos que han trapicheado con los productos derivados y han endeudado a la gran mayor¨ªa de la poblaci¨®n a golpe de pr¨¦stamos hipotecarios podridos. Ser¨¢, esta vez, un financiamiento en forma de restricciones presupuestarias, de recorte de las pensiones, de reducci¨®n de los salarios de los funcionarios, de alargamiento del tiempo de trabajo, de flexibilizaci¨®n del derecho del trabajo, etc¨¦tera. Dicho de otro modo, ser¨¢n otra vez los asalariados pobres y las clases medias quienes pagar¨¢n.
Pero aqu¨ª, las cosas se complican, puesto que el juego europeo, basado en la desigualdad objetiva del peso de las naciones en la zona euro, pone directamente en competencia a las poblaciones europeas. Grecia, atacada por los mercados financieros, ya lo ha vomitado todo; Portugal va por el mismo camino; Espa?a, desde hace tiempo observada con lupa por los especuladores financieros al haberse convertido en el espacio de 20 a?os en un para¨ªso de la especulaci¨®n inmobiliaria (en 2008, la mitad del cemento utilizado en Europa lo era en Espa?a), ten¨ªa que sentarse tambi¨¦n en la picota. Y todo hace pensar que el turno de Italia y de Francia pronto llegar¨¢. En estas condiciones, Alemania, la principal potencia europea, tiene que estar preocupada, puesto que todo el montaje europeo se ha hecho para mantener el euro al nivel del antiguo marco, y hacer que esta moneda siga siendo directriz.
Pero Alemania asiste al descalabro de la moneda europea. Tiene que pagar por los pa¨ªses del sur de Europa y, adem¨¢s, acepta que se modifique de facto, como dice Pierre Lellouche, ministro franc¨¦s de Asuntos Europeos, el Tratado de Lisboa, creando un fondo de urgencia de 750.000 millones de euros para ayudar a los pa¨ªses en crisis: "Es un gran cambio", dice, "ya que esto est¨¢ expresamente prohibido en los tratados por la c¨¦lebre cl¨¢usula de no rescate" (Financial Times, 28-05-10).
De ah¨ª la angustia alemana: ?cu¨¢ndo acabar¨¢ entonces todo eso? ?Cu¨¢nto habr¨¢ todav¨ªa que desembolsar? ?Y para qui¨¦n? Alemania ha ayudado a Grecia a rega?adientes, ha adoptado el plan de rescate de mala gana, ha prohibido las ventas al descubierto en su mercado financiero sin preguntar la opini¨®n de nadie, exige de todos la misma ortodoxia presupuestaria que se impone a s¨ª misma y, sobre todo, se niega a consumir m¨¢s, ahorra m¨¢s que nunca; en fin, hace lo contrario de lo que hacen todos los dem¨¢s en Europa. En estas condiciones, las se?ales son ambiguas. A falta de un acuerdo sobre un Gobierno econ¨®mico europeo, ?debemos ver en ello, por parte de Alemania, el inicio de la crisis de confianza en la zona euro de los Diecis¨¦is?
Traducci¨®n de M. Sampons.
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