Una ciudad al alcance de la mano
El problema de algunas cosas es que no son lo que parecen, y el de otras es justo el contrario: que s¨ª lo son. Eso, como ya supondr¨¢n, lo acaba de decir Juan Urbano, siempre tan proclive a los argumentos parad¨®jicos, en la cafeter¨ªa en la que acabamos de desayunar. Mientras, los dos nos agarramos el cuello con la mano derecha y ponemos la misma cara de dolor que a¨²n hoy deben de estar poniendo, cuando hagan algo como bajar la cabeza para leer este art¨ªculo, los otros 15.000 padres y madres que estuvieron el domingo en el Rock in Rio de Arganda del Rey, con sus hijos encima de los hombros para que pudieran ver el concierto de la antigua Hannah Montana, que ahora se ha convertido en ella y se llama Miley Cirus, y ya no es un personaje del canal Disney sino una joven que se hace la Madonna a base de bailar r¨¢pido, como quien tiene prisa por saltar de los canales infantiles a la MTV.
La pol¨ªtica suele parecerse a las teleseries por su tendencia a los aplausos enlatados
La mayor¨ªa de los j¨®venes seguidores de Hannah Montana que fueron al festival de Arganda del Rey a mirar de cerca a su ¨ªdolo, descubrieron que la diferencia entre los seres de ficci¨®n y los reales es que los segundos crecen y, por lo tanto, se alejan, mientras que los otros nunca cambian, jam¨¢s se saltan el gui¨®n.
La pol¨ªtica suele parecerse bastante a las teleseries, entre otras cosas por su tendencia a los aplausos enlatados y los lugares comunes, aunque se diferencia de ellas en que sus protagonistas en lugar de crecer menguan, algunos hasta quedarse en nada; pero el resultado, en el fondo, es el mismo: vas a o¨ªr hablar a un l¨ªder supuestamente de izquierdas, y resulta que el que se asoma al balc¨®n es m¨¢s de derechas que el grifo del agua fr¨ªa. Y la gente sale del mitin m¨¢s o menos igual que de la actuaci¨®n de Miley Cirus: ?os acord¨¢is de cuando era una dulce e inocente ni?a?; ?os acord¨¢is de cuando era socialista y la palabra obrero le daba saltos en la boca igual que un pez en la bolsa de un pel¨ªcano?
No hay que tomarse muy en serio lo que dicen los aspirantes a presidente o alcalde en sus discursos, porque en menos que canta un Trillo se quitan la peluca rubia y pasan del pa?uelo rojo a la corbata negra en cuanto llega la banca y manda parar: "Hagan como quieran, pero o le quitamos nosotros el dinero a los ciudadanos o lo hacen ustedes; as¨ª que bajan las hipotecas, suben los impuestos y lo que se recaude, como siempre, nos lo dan a nosotros. Incluso podr¨ªamos fusionar las dos palabras: ?qu¨¦ prefieren, impuestecas o hipopuestos? Que elija el pueblo soberano".
Juan Urbano remacha la frase a?adiendo: "Porque no hay que confundirse: los impuestos est¨¢n bien cuando sirven para prestar servicios sociales, no cuando se usan para repararle las goteras a las cajas fuertes de los ricos".
Sin embargo, no todo tiene por qu¨¦ ser as¨ª. En Alcorc¨®n, donde gobiernan el PSOE e Izquierda Unida, la Empresa Municipal de Gesti¨®n Inmobiliaria ha entregado 4.204 apartamentos protegidos, est¨¢ a punto de terminar otros 2.468 y acaba de relanzar un plan para construir 20.000 m¨¢s. En total, desde 1991 se han levantado 176.004 casas, seg¨²n el Ministerio de Vivienda. All¨ª, parece que un joven que gane menos de 48.000 euros y est¨¦ empadronado en la ciudad o haya trabajado ah¨ª m¨¢s de dos a?os, puede tener un piso si lo solicita y le toca, si paga una entrada de 9.600 euros y luego unas mensualidades de 500 euros.
"Son cantidades humanas, ?verdad?, nada que ver con el disparate al que nos someti¨® el mercado hasta 10 minutos antes de hundirse", me dice Juan Urbano, lleno de raz¨®n. Y yo pienso: ?ser¨¢ todo eso cierto y, por una vez, las promesas y los hechos tendr¨¢n alg¨²n parecido? Las dudas a la hora de elegir una respuesta a esa pregunta las pone Ecologistas en Acci¨®n, que afirma que el exceso de edificios saturar¨¢ la zona. El Ayuntamiento se defiende asegurando que la densidad residencial ser¨¢ sostenible y que un 30% del terreno lo ocupar¨¢n zonas verdes. Ojal¨¢ sea as¨ª y ese modelo de gesti¨®n urban¨ªstica funcione, y cuando vayamos a ver Alcorc¨®n no nos encontremos lo mismo que cuando fuimos a ver a Hannah Montana: algo irreconocible, demasiado grande, demasiado falso como para seguir siendo una hermosa mentira.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.