Mordzinski, a la caza del escritor
El Instituto Franc¨¦s exhibe la gran galer¨ªa literaria del fot¨®grafo argentino
Hembras literarias con el culo al aire, machos literarios en pleno acto mingitorio, inmortales literarios / gama Borges, Cort¨¢zar o Bioy Casares soportando con estoicismo el merodeo del fot¨®grafo depredador, arquitectos de la palabra metidos en ba?eras contra su voluntad o escritoras con cara de susto incrustadas en paisajes de tumbas... igual dan los rangos y la condici¨®n, todos tienen algo en com¨²n: haber ca¨ªdo en las garras de un tal Mordzinski, ese argentino de Par¨ªs que, al estilo de un tal Lucas e incluso de un tal Julio, insiste cada ma?ana en lo esencial: luchar con sus c¨¢maras y sus humores contra el poderoso magma del aburrimiento y el desencanto. Y as¨ª sale lo que sale... como se puede ver en Las tres orillas, exposici¨®n-compendio del planeta Mordzinski inaugurada ayer en el Instituto Franc¨¦s de Madrid bajo los auspicios de la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales (SECC), tras su paso por la Maison de l'Amerique Latine de Par¨ªs.
'Las tres orillas' es un recorrido en im¨¢genes por tres d¨¦cadas de literatura
Mordinzki recuerda con especial cari?o la sesi¨®n de fotos con Garc¨ªa M¨¢rquez
A medio camino entre Las babas del diablo, aquel inquietante cuento de Cort¨¢zar que dar¨ªa pie al no menos inquietante Blow-Up de Antonioni, y la vocaci¨®n inquebrantable del acecho amable, Daniel Mordzinski (Buenos Aires, 1960) posee la rara virtud de aparecer y desaparecer para finalmente conseguir cosas en un universo -el de las bestias literarias- tan poco dado a la caranto?a como encantado de conocerse. "Cuando persigo objetivos me hago anfibio: intento probar fangos y estepas hasta que doy con el buen clic. Pero me gusta ir de frente. No me gustan las vueltas y adem¨¢s, da mejor resultado".
Mordzinski es como de la familia, el amigo de los escritores, ¨¦l lo sabe y ellos lo saben, pero es m¨¢s que eso: es algo as¨ª como el entom¨®logo, casi el cazador de esos mismos escritores. Luego, cuando cesa el clic-clic-clic, todo queda en un caf¨¦ y una sonrisa en el peor de los casos, o en una noche blanca en el mejor de ellos. Ejemplo de la ¨²ltima modalidad: aquella juerga junto a V¨¢zquez Montalb¨¢n que ahora recuerda entre nostalgia y diversi¨®n: "Pas¨¦ un d¨ªa entero con V¨¢zquez Montalb¨¢n y hablamos y bebimos pero no hice ni una sola foto. Casi me despiden. Eso s¨ª, luego nos hicimos grandes amigos y, modestia aparte, creo que han quedado algunas fotos".
?Malos momentos inolvidables? Claro que los hubo ("si quer¨¦s uno malo de verdad, pero no para m¨ª, el de aquel d¨ªa que le ped¨ª a Sergio Pitol que diera un pasito atr¨¢s, y luego otro, y se cay¨® por una escalera de Guadalajara... 20 a?os despu¨¦s no lo hab¨ªa olvidado"). ?Momentos buenos inolvidables? Infinidad, sostiene Mordzinski, aunque sobre todos uno: "El bueno con Gabo en Cartagena. Pura magia. Un gran sobrentendido".
Como tantas cosas, todo empez¨® con Borges, una verdadera Babilonia con efectos retardados: "En 1978, con 18 a?os, trabajaba como segundo asistente de direcci¨®n en el rodaje de Borges para millones, pel¨ªcula de Ricardo Wullicher. Durante la filmaci¨®n en el barrio porte?o de San Telmo fotografiar¨ªa sin saberlo lo que ser¨ªa mi primer retrato de escritor. Recuerdo los esfuerzos de Jorge Luis Borges para adaptarse a mis demandas y su aura imponente de poeta ciego. Yo fui el primer sorprendido al descubrir entre unas planchas de contacto encontradas en Par¨ªs, 20 a?os despu¨¦s, que la magia de esa fotograf¨ªa archivada y olvidada, depend¨ªa del halo de luz que parec¨ªa jugar en torno a una mano an¨®nima que entonces me molestaba", recuerda el fot¨®grafo, que hoy admite la lecci¨®n aprendida: "M¨¢s adelante tendr¨ªa tiempo de confirmar que cada foto es un salto hacia lo desconocido, en el que factores imprevisibles modelan y matizan una identidad".
Cercas, Vila-Matas, Fajardo, Sep¨²lveda, Michon, Garc¨ªa M¨¢rquez, Vargas Llosa, Restrepo, Nothomb, Piglia, Padilla, Pennac, Matute, Cabrera Infante, Sem-pr¨²n, L¨¦vi-Strauss, Gavalda... otras tantas v¨ªctimas del cazador, otras tantas presas de lo que, en el mundillo, vienen llam¨¢ndose las fotinskis. A saber: "Retratos personales juguetones, divertidos: un pacto entre caballeros con tres condiciones: el m¨¢ximo respeto, un margen para la sorpresa y la garant¨ªa de que puede no ser una obra maestra pero nunca ser¨¢ utilizada en su contra. Cero paparazzismo". Palabra de Mordzinski.
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