Presi¨®n sobre Teher¨¢n
Las nuevas sanciones del Consejo de Seguridad estrechan el cerco del programa nuclear iran¨ª
La aprobaci¨®n por el Consejo de Seguridad de una nueva tanda de sanciones contra el r¨¦gimen iran¨ª -con el voto en contra de Turqu¨ªa y Brasil, sus dos nuevos valedores, y la abstenci¨®n libanesa- aprieta un poco m¨¢s las tuercas a Teher¨¢n y apunta a un lento pero seguro rumbo de colisi¨®n si Ir¨¢n no pone coto a sus ambiciones at¨®micas. La decisi¨®n de la ONU se produce en la misma semana que el presidente iran¨ª hac¨ªa una dramatizaci¨®n in extremis para impedirla. Mahmud Ahmadineyad, adem¨¢s de advertir solemnemente a Mosc¨² contra su aprobaci¨®n, anunciaba que el reciente acuerdo de su pa¨ªs con Turqu¨ªa y Brasil -heterodoxo, exiguo, tard¨ªo y poco cre¨ªble- era la ¨²ltima oportunidad negociadora.
Pronto se ver¨¢ si la cuarta resoluci¨®n de la ONU en cuatro a?os tiene alg¨²n efecto relevante en la pol¨ªtica nuclear de los ayatol¨¢s. Parece dudoso, si se juzgan las anteriores, centradas b¨¢sicamente en progresivas cortapisas financieras, y el hecho de que los expertos internacionales acreditan la renovada determinaci¨®n iran¨ª para enriquecer uranio susceptible de uso militar, cada vez m¨¢s deprisa y con mayor pureza. Sus novedades significativas ata?en a la inspecci¨®n de cargamentos mar¨ªtimos sospechosos, al estilo de Corea del Norte, la prohibici¨®n de vender determinadas armas pesadas o la fiscalizaci¨®n de las actividades comerciales de los Guardianes de la Revoluci¨®n, el tinglado econ¨®mico-militar que constituye la espina dorsal del r¨¦gimen y de su programa nuclear y de misiles, adem¨¢s de sost¨¦n directo de su ultramontano presidente. Para conseguir el apoyo de China y Rusia, Washington renuncia a su pretensi¨®n de interferir los negocios petrol¨ªferos con Ir¨¢n, su principal actividad.
En los siete a?os de su tira y afloja, Ir¨¢n no solo ha puesto a punto mecanismos para burlar la eficacia de las sanciones, sobre todo las financieras. El r¨¦gimen teocr¨¢tico, con un acreditado historial de ocultaciones y mentiras a prop¨®sito de sus actividades nucleares pretendidamente pac¨ªficas, ha tenido siempre la iniciativa y marcado los tiempos a sus interlocutores occidentales. Para Barack Obama, sobre todo, la aprobaci¨®n de las nuevas sanciones se hab¨ªa convertido en asunto capital de su credibilidad. La rama de olivo tendida a Teher¨¢n por el presidente de EE UU, mantenida a lo largo de casi a?o y medio, se ha marchitado sin el menor progreso como contrapartida.
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