La crisis exige la Uni¨®n Econ¨®mica
La historia tiene estas paradojas. Avanza de forma entrecortada, a golpe de turbulencias o de situaciones cr¨ªticas. La historia de la Uni¨®n Europea no es una excepci¨®n. Naci¨® despu¨¦s de una gran guerra, para evitar que esta se reprodujera. Treinta a?os despu¨¦s apareci¨® la moneda ¨²nica respaldando la reunificaci¨®n de Alemania y de Europa.
Y ahora, en 2010, la mayor crisis financiera que hayamos conocido est¨¢ empujando a los pa¨ªses a aceptar lo que hace pocos meses era sencillamente inimaginable: la Uni¨®n Econ¨®mica, es decir, un Gobierno de la econom¨ªa de la Uni¨®n Europea, no solo de su moneda.
Estos ¨²ltimos meses hemos estado en el ojo de un hurac¨¢n compuesto de turbulencias financieras y de ataques especulativos. Ha sido la consecuencia de la falta de confianza en una econom¨ªa productiva da?ada, y tambi¨¦n, a la vez, manifestaci¨®n de un profundo recelo ante la incertidumbre sobre el proyecto de la eurozona.
La recesi¨®n ha puesto de manifiesto la insuficiencia de una Uni¨®n Monetaria sin referencias econ¨®micas
Es decisiva y determinante la reuni¨®n del Consejo del 17 de junio
As¨ª, las crisis financiera y econ¨®mica (recesi¨®n y aumento del desempleo) han originado abultados d¨¦ficits de las haciendas p¨²blicas. Estos d¨¦ficits han terminado por provocar una crisis de deudas soberanas que ha situado a los Gobiernos (a todos) en una cruel contradicci¨®n: el ajuste fiscal es necesario, pero frena o retarda el crecimiento que ya se atisba.
No ten¨ªamos instrumentos pol¨ªticos para combatir desde la Uni¨®n esos dram¨¢ticos hechos. Solo hab¨ªa una forma de reaccionar: defender la moneda y el equilibrio de las cuentas p¨²blicas y, a la vez, transformar el modelo de crecimiento, para que no sobrevenga otra crisis devastadora y para preservar el modelo social del Estado de bienestar; nuestro modelo.
Tengo que reivindicar la huella espa?ola que hay detr¨¢s de lo que estamos haciendo. Al comienzo de nuestra presidencia del Consejo de la Uni¨®n publiqu¨¦ un art¨ªculo titulado Espa?a propone la Uni¨®n Econ¨®mica (EL PA?S, 22 de enero, p¨¢ginas 27 y 28). Situaba este objetivo prioritario como un proceso que deber¨ªa haber estado en marcha desde que el Tratado de Maastricht entr¨® en vigor en el a?o 1993. Dec¨ªa en ese art¨ªculo (y perd¨®n por la autocita): "Sin embargo, este proceso se paraliz¨® y la Uni¨®n Econ¨®mica no vio la luz, mientras que la que se desarroll¨® fue la pol¨ªtica monetaria. Ahora es el momento, a trav¨¦s del Tratado de Lisboa, de recuperar la Uni¨®n Econ¨®mica".
Pues bien, la Uni¨®n Europea, a lo largo de la presidencia espa?ola, ha reaccionado en esa direcci¨®n. En lo "defensivo", no permitiendo la ca¨ªda de Grecia y blindando la estabilidad de la eurozona con el llamado Mecanismo Europeo de Estabilizaci¨®n (750.000 millones de euros), que, a la vez, ha comprometido a los Estados a aprobar planes de consolidaci¨®n fiscal, de austeridad, y a realizar reformassobre los "cuellos de botella" del mercado que hace tiempo habr¨ªa que haber abordado, como acaba de recordarnos Mario Monti.
Pero la Uni¨®n Europea tambi¨¦n ha enfrentado las medidas de largo alcance, las reformas estructurales. Medidas "ofensivas" que pretenden modernizar las econom¨ªas europeas y reactivarlas, para crear empleo y hacerlas competitivas en la era de la globalizaci¨®n, la ¨¦poca que ha cambiado la relaci¨®n de fuerzas econ¨®micas en el mundo, no precisamente a favor de Europa.
La Uni¨®n Europea va a conseguir, en ese sentido, un triple objetivo:
1. Reformar la regulaci¨®n de los vol¨¢tiles mercados -el "paquete de supervisi¨®n financiera" que el Gobierno espa?ol, en nombre del Consejo, negocia con el Parlamento Europeo en estos mismos d¨ªas- adem¨¢s de regular los hedge funds y las agencias de rating.
2. Poner en pr¨¢ctica una coordinaci¨®n real y efectiva de las pol¨ªticas econ¨®micas de los pa¨ªses de la UE (especialmente de la eurozona), incluyendo la disciplina presupuestaria que exigen los Tratados, de lo que se ocupa el grupo (Task Force) que preside Van Rompuy.
3. Aprobar la Estrategia de Crecimiento y Creaci¨®n de Empleo (EU 2020), que esperamos lanzar en el trascendental Consejo Europeo del pr¨®ximo 17 de junio, ¨²ltimo de la presidencia espa?ola.
En este Consejo Europeo se va a dar un salto cualitativo en algo que resume todo lo anterior: la Uni¨®n Econ¨®mica; la que hace casi dos d¨¦cadas estamos esperando, y que ha sido tra¨ªda de alguna forma por la crisis.Porque es la forma de salir de ella para no volver a caer. Es lo mejor para Espa?a, que necesita que a Europa le vaya bien.
La Uni¨®n Econ¨®mica tiene un corolario inseparable: el Gobierno Econ¨®mico. Es decir, un Consejo Europeo que fija y dirige la estrategia pol¨ªtica; una Comisi¨®n que ejecuta y exige; y un Parlamento Europeo que legisla y controla al Consejo y a la Comisi¨®n.Este Gobierno Econ¨®mico debe tener una dimensi¨®n exterior.
Es lo que ha de permitir ir a Toronto, al G-20, con una posici¨®n europea ¨²nica en asuntos tan decisivos como el debate abierto sobre las nuevas fuentes tributarias (tasa sobre el carbono, o sobre el sistema financiero) que vengan a relevar a la era del endeudamiento p¨²blico cr¨®nico y estructural, que ha tocado a su fin.
En suma, la crisis, o las crisis (la financiera, la productiva, la de las cuentas p¨²blicas) han puesto de relieve dur¨ªsimamente la insuficiencia esencial de una mera Uni¨®n Monetaria sin referencias econ¨®micas y pol¨ªticas unitarias.
La crisis ha debilitado nuestras econom¨ªas, nuestros tejidos productivos y nuestro mercado laboral. En realidad, ha puesto a prueba el proyecto europeo. Pero no lo ha derribado, ni fragmentado. La Uni¨®n Europea ha respondido. Con lentitud a veces exasperante. Pero ha dado una respuesta europea, que ha de ser a¨²n m¨¢s coherente y segura para cohesionar m¨¢s a los europeos.
Este rumbo debe ser mantenido contra viento y marea. Por eso es tan decisiva y determinante la reuni¨®n de jefes de Estado y de Gobierno del d¨ªa 17 de junio.
Porque si hay algo que Europa requiere, siempre, pero particularmente ahora, es un liderazgo pol¨ªtico que lance un mensaje firme, claro y alto -a los ciudadanos, primero, y a los llamados mercados, despu¨¦s- sobre la fuerza del proyecto democr¨¢tico supranacional m¨¢s importante que conocemos.
Diego L¨®pez Garrido es secretario de Estado para la Uni¨®n Europea.
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