El centro-derecha holand¨¦s busca aliados para un Gobierno austero
Los electores abogan tambi¨¦n por endurecer las leyes contra la inmigraci¨®n
Formar Gobierno es siempre m¨¢s dif¨ªcil que ganar las elecciones en Holanda. La derecha liberal, vencedora con 31 esca?os de los comicios del mi¨¦rcoles, ha empezado a notarlo. Y eso que a¨²n no se han abierto las discusiones para pactar una coalici¨®n. El pr¨®ximo Ejecutivo puede inclinarse tanto hacia la derecha como a la izquierda, un hecho que refleja las dudas ciudadanas. Eso s¨ª, los holandeses parecen dispuestos a apretarse el cintur¨®n. Por eso han ganado los liberales de Mark Rutte, que puede ser el primer jefe de Gobierno de su partido en seis d¨¦cadas, un Gobierno que estar¨¢ marcado por la austeridad.
A su vez, el votante espera conservar el Estado de bienestar, que garantiza escuelas gratuitas y seguros b¨¢sicos de enfermedad. De ah¨ª que los socialdem¨®cratas, dirigidos por Job Cohen, y con 30 esca?os, le pisen los talones a Rutte.
El partido vencedor cree imprescindibles recortes del gasto por 29.000 millones
Sin embargo, a tenor de los 24 esca?os obtenidos por los populistas xen¨®fobos de Geert Wilders, tambi¨¦n hay un deseo de adaptar las pol¨ªticas de inmigraci¨®n. En especial, sus subvenciones. Wilders se apunt¨® un tanto durante la campa?a, cifr¨¢ndolas en 7.000 millones de euros anuales. Por ahora, Rutte calla. Solo ha avanzado que la tarea que se avecina "ser¨¢ dif¨ªcil al exigir la crisis ajustes tajantes del gasto p¨²blico".
Viendo lo dif¨ªcil del acuerdo, Bernard Wientjes, presidente de la patronal, ha hecho un llamamiento a la moderaci¨®n. Ha pedido a todos los grupos que "no se lancen a un recorte salvaje que acabe por destruir la econom¨ªa", y que sean cautos, "a pesar de unos resultados apretados que no ayudan nada". Holanda necesita reducir gastos por 29.000 millones de euros para poder cuadrar sus cuentas. En un panorama tan movedizo, empresarios y sindicatos han hecho ya su aportaci¨®n. Aceptan subir la edad de la jubilaci¨®n, que pasar¨¢ de forma gradual a 67 a?os. Hasta Wilders, empe?ado en mantenerla en 65, acaba de asegurar que no lo ve tan urgente. Ha sido la primera concesi¨®n a los ganadores liberales para que le tengan en cuenta.
Las deducciones fiscales de las hipotecas (11.400 millones de euros al a?o) s¨ª separan a izquierda y liberales. Rutte y la democracia cristiana quieren conservarlas. Prefieren recaudar a base de subir los alquileres, que disfrutan de subsidios anuales de 14.500 millones. La izquierda y los calvinistas proponen reducir paulatinamente esos beneficios hipotecarios. De momento, no hay pacto posible entre derecha e izquierda.
Todas estas cifras dominaron la campa?a, pero el hundimiento de los democristianos dificultar¨¢ una de las posibles coaliciones gubernamentales m¨¢s f¨¢ciles de cuadrar. Les hubiera reunido a ellos con liberales de derecha y el Partido por la Libertad de Wilders. Como la democracia cristiana ha ca¨ªdo por debajo del partido que representa a los populistas xen¨®fobos, ofrecerle al electorado un Gobierno con el perdedor no parece de recibo. Sobre todo porque tendr¨ªa una mayor¨ªa raspada de 76 esca?os (en un Parlamento de 150). Y porque la flexibilidad de Wilders est¨¢ por demostrar.
Otra alternativa ser¨ªa un pacto de izquierda entre el ganador liberal, la socialdemocracia, los liberales de izquierda y los Verdes. Ser¨ªa progresista y novedoso por la entrada de los ecologistas. El problema es la coyuntura econ¨®mica y la cuant¨ªa de los recortes. ?Hasta qu¨¦ punto querr¨ªan los vencedores liberales verse constre?idos cada vez que quisieran ajustar gastos? Es una duda que solo despejar¨¢ una larga negociaci¨®n como la que se avecina. Otras combinaciones, con la izquierda radical, o un Gobierno de salvaci¨®n nacional, con liberales, democristianos y socialdem¨®cratas tambi¨¦n podr¨ªan explorarse.
Entretanto, Rutte, que quiso ser pianista y estudi¨® historia, disfruta de su momento de gloria. Lejos queda el mal trago de 2007, cuando expuls¨® del partido a Rita Verdonk, la pol¨¦mica ex ministra de Inmigraci¨®n, porque le disput¨® el liderazgo deslealmente. Estos d¨ªas le toca demostrar que est¨¢ listo para ejercerlo.
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