Compromiso en el arte
Que el arte asuma responsabilidades? ?Qu¨¦ desatino! ?Qu¨¦ anticuado! Y, sin embargo, amigo m¨ªo, siempre ha sido as¨ª. A veces pareciera que la po¨¦tica rom¨¢ntica, con su insistencia en la pura expresividad subjetiva y su lema de l'art pour l'art, desentendido de cualquier otro designio que no sea el arte mismo, haya sido cosa de siempre, cuando sucede lo contrario, es el Romanticismo el que, en un vuelo de p¨¢jaro sobre la historia universal, aparece como fen¨®meno reciente, apenas de un par de siglos atr¨¢s, por mucho que ¨²ltimamente su cosmovisi¨®n haya tintado la entera conciencia moderna hasta tornarse la imagen natural del mundo del hombre contempor¨¢neo. Por mi parte, opino que el verdadero arte, a lo largo de los diferentes periodos hist¨®ricos, nunca ha dejado de servir responsablemente al progreso moral del hombre, y a esta regla no es excepci¨®n el arte rom¨¢ntico de la subjetividad, que contribuy¨®, de manera refleja, aun sin propon¨¦rselo, al buen suceso de la causa civilizatoria entonces en liza.
La mayor¨ªa del arte que hoy se produce permanece a¨²n enredado en el a?ejo paradigma de la liberaci¨®n subjetiva
Dir¨¢n: ?qu¨¦ relaci¨®n con esta causa pueden tener, por ejemplo, Los padecimientos del joven Werther, cuyo suicidio final incit¨® a una juventud alemana ya bastante inflada de sentimentalismo a quitarse est¨²pidamente la vida ante el primer contratiempo amoroso (algunos llevaron su mimetismo hasta vestir en el fat¨ªdico momento, como el modelo literario, levita azul y chaleco amarillo)? ?No es esta novela m¨¢s bien -como la mayor¨ªa de las obras maestras de los siglos XIX y XX- un ejemplo de torpe negligencia moral? ?Qu¨¦ responsabilidad cabe apreciar en las hermos¨ªsimas pero decadentes rememoraciones del narrador de En busca del tiempo perdido o en las m¨®rbidas aventuras de Aschenbach, el h¨¦roe de Muerte en Venencia? ?Qu¨¦ en las experimentaciones formales y ling¨¹¨ªsticas del Ulises de Joyce? Por no mencionar la literatura dada¨ªsta o la surrealista, porque ?qu¨¦ otra inspiraci¨®n hallamos en ellas sino la embriagada autoafirmaci¨®n del yo y el desprecio nihilista hacia las instituciones sociales de convivencia, cuya ruina anhelan?
Y, sin embargo, s¨ª, en todas estas manifestaciones del arte de la subjetividad rom¨¢ntica, y en otras tantas que podr¨ªan citarse, descubrimos un alt¨ªsimo servicio a la humanidad. Desde la Ilustraci¨®n, la ¨²nica elecci¨®n posible para el hombre civilizado era militar en la bandera de la liberaci¨®n subjetiva en lucha contra la opresi¨®n ideol¨®gica y pol¨ªtica que hab¨ªan convertido en norma los Estados absolutos del Antiguo R¨¦gimen. Y esas novelas que narran de mil maneras las tribulaciones del individuo en conflicto con una sociedad que lo aliena contribuyeron decisivamente a la educaci¨®n sentimental del yo moderno y le despertaron al sentimiento de su propia dignidad, resistente al inter¨¦s general del Estado y al bien com¨²n que ¨¦ste administra, porque, simpatizando con esos personajes cuyos destinos se agitan entre tantas adversidades, los lectores percibimos como injustas las violaciones que sufren en sus vidas y, de paso, tambi¨¦n en las nuestras y, aprendiendo a aborrecer esos atropellos, nos nace el apetito de m¨¢s y m¨¢s libertad.
Paralelamente, la experimentaci¨®n formal que practica la vanguardia art¨ªstica y literaria es tambi¨¦n una forma de liberaci¨®n, en este caso estil¨ªstica, porque en esos juegos formales se reivindica la originalidad del creador, que rompe con las t¨¦cnicas, las rutinas y los oficios heredados, aparentemente necesarios y sancionados por una tradici¨®n de grandes maestros, pero que los artistas modernos, con sus audaces transgresiones, demuestran que son artificios hist¨®ricos y susceptibles de cambio.
De manera que, en suma, tanto en el fondo como en la forma, la literatura de la subjetividad, gracias a la genuina persuasi¨®n del arte, mucho m¨¢s eficaz en la reforma de la sentimentalidad que los tratados discursivos, nos ense?¨® la pasi¨®n por la libertad y el amor a nosotros mismos.
Esta lecci¨®n ya est¨¢ aprendida. Ese amour de soi que recomendaba Rousseau est¨¢ sobradamente establecido en nuestros corazones. La misi¨®n hist¨®rica del arte de la subjetividad est¨¢ cumplida. La nueva misi¨®n es ahora otra y est¨¢ relacionada con hallar la manera de armonizar, en convivencia pac¨ªfica, a millones de subjetividades enamoradas de ellas mismas y poco acostumbradas a no concederse a s¨ª mismas todos sus caprichos.
Bien mirado, es una especie de milagro que el hombre acepte las inhibiciones inmanentes a la civilizada vida en com¨²n, que suponen restricciones a la libertad individual. ?Por qu¨¦ conducirme como persona civilizada si es m¨¢s gratificante ser un b¨¢rbaro? Han de ponerse en juego todos los resortes que resulten persuasivos para convencer al hombre a que incline su voluntad por la civilizaci¨®n, pese a todos los grav¨¢menes que conlleva. La tarea civilizatoria ahora pendiente es la urbanizaci¨®n de la espontaneidad instintiva del yo como paso previo a la transformaci¨®n de ¨¦ste en ciudadano.
Y en este cometido, el arte, que acumula elevadas reservas de poder carism¨¢tico y transformador del coraz¨®n, es un cooperador necesario. Esa promesa de felicidad del arte -de todo arte, incluso del m¨¢s s¨®rdido-, ese encantamiento que vierte sobre la realidad inh¨®spita del mundo, contribuye a hacer m¨¢s soportables las limitaciones impuestas por la sociedad de los hombres a las pulsiones b¨¢rbaras del yo. Es impensable una civilizaci¨®n sin una po¨¦tica, pues sin ella los grav¨¢menes a la libertad se nos har¨ªan odiosos.
El problema estriba en que la mayor¨ªa del arte que hoy se produce permanece a¨²n enredado en el a?ejo paradigma de la liberaci¨®n subjetiva pese a que sus fuentes hace tiempo que quedaron exhaustas, y esta discordancia est¨¢ retrasando el momento en que el arte asuma su responsabilidad tambi¨¦n en el nuevo periodo hist¨®rico, el democr¨¢tico, que, si quiere ser viable, ha de arreglarse una po¨¦tica propia, no heredada. El desfase se aprecia con particular pregnancia en las artes pl¨¢sticas, pero tambi¨¦n en la literatura. Alguien deber¨ªa razonar sobre la actualidad de las olvidadas novelas de educaci¨®n. Quiz¨¢ yo mismo lo haga en una entrega pr¨®xima.
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