La pr¨®xima Missoni
Mantener una conversaci¨®n con alguien que va en albornoz y lleva los rulos puestos es toda una invasi¨®n de la intimidad ajena. No sit¨²a a los participantes en igualdad de condiciones. Uno est¨¢ vestido y el otro no. Pero en eso de entrevistar a una celebritie siempre se da la coincidencia de que todas prefieren someterse a la ronda de preguntas mientras las est¨¢n acicalando para la sesi¨®n de fotos.
Margherita Missoni (27 a?os) no escapa a esa norma no escrita. Ha venido a Madrid en una especie de acto promocional de s¨ª misma y de la firma que lleva su apellido. La noche anterior, un "nos tomamos la ¨²ltima y a casa" se le alarg¨® hasta las cuatro de la madrugada. Lo normal. Hoy pone los ojos en blanco mientras le perfilan el rabillo, fuma un camel, bebe t¨¦ y mira de reojo su nunca del todo desatendida Blackberry. Todo a la vez. La italiana no carece de atractivo f¨ªsico, pero no es una bomba sexual. Parece una versi¨®n algo descafeinada de la actriz Ali McGraw (Love story). Est¨¢ en ese t¨¦rmino medio de la belleza femenina que equivale al adjetivo "mona".
"Igual que yo no podr¨ªa dise?ar para otra marca, no creo que nadie pudiera hacerlo tan bien como yo en mi casa"
Su asistencia a fiestas, su presencia en las revistas femeninas? margherita significa cobertura medi¨¢tica. visibilidad"
"Mis abuelos iniciaron una revoluci¨®n textil. cuando ellos empezaron, nadie hac¨ªa tejidos de punto estampados"
La nieta de Ottavio y Rosita, fundadores de la firma Missoni, supone una vuelta de tuerca a la teor¨ªa de las tres generaciones. Esa que con poca base cient¨ªfica pero mucho calado, en el sentido culebronesco de la vida, establece que la primera generaci¨®n de una saga es la que amasa su patrimonio a base de esfuerzo. Que la segunda se dedica a preservarlo. Y que la tercera lo dilapida. El suyo no es un caso aislado, Margherita es otro exponente de un fen¨®meno contempor¨¢neo: el de las herederas que no restan, sino que suman. Un cruce entre empresarias, chicas de sociedad y modelos / actrices cuya mera existencia a?ade ceros a las arcas familiares. De intachable curr¨ªculo en lo que a esc¨¢ndalos se refiere, a ella no le preceden los excesos ni la fama de exhibicionista descerebrada. Quiz¨¢ el saber estar sea su gran valor. Ser una chica dorada que no deslumbra. Que no se pasa ni de lista ni de tonta. De las que no dan disgustos y saben estar.
Dentro de su mosaico familio-empresarial, Margherita se ha convertido en una pieza de especial relevancia. Es su embajadora oficial. Algo que los Ferragamo o los Pucci no tienen. Un arma presencial cuyo impacto a¨²n no se puede valorar en t¨¦rminos cuantitativos, pero s¨ª cualitativos. No hay cifras sobre la repercusi¨®n real que ha tenido en la facturaci¨®n de Missoni el que Margherita se convirtiera en su cara m¨¢s reconocible, pero s¨ª en la percepci¨®n que de esta firma se tiene. Su rostro en campa?as publicitarias, su presencia en las listas que elaboran las revistas femeninas de las mejor vestidas... Margherita significa cobertura medi¨¢tica. Visibilidad.
En una ¨¦poca en la que las marcas muy ligadas al nombre de su fundador, v¨¦ase Valentino o Ungaro, se las ven y se las desean para hacerse con el rentable equilibrio entre pasado y futuro que el grupo LVMH consigui¨® con el nombramiento de Galliano en Dior, tener una Margherita no tiene precio. Parece la sucesora m¨¢s probable. Es de la familia y quiere dedicarse a esto. No solo posando en revistas y photocalls vestida de Missoni. Con el tiempo, podr¨ªa sustituir a su madre, Angela, en el cargo de directora creativa, el que antes desempe?¨® su abuela Rosita. De hecho, ya ha trascendido sus labores de representaci¨®n. En el desfile de la firma celebrado el pasado mes de febrero en Mil¨¢n se estren¨® como dise?adora con un pu?ado de bolsos, pulseras, zapatos y fulares, y esta temporada ha contribuido a la l¨ªnea de accesorios con una colecci¨®n de gafas de sol. La jugada es maestra. Y Margherita tiene los suficientes argumentos como para defenderla: "No tengo que probar ante nadie que soy m¨¢s que una heredera. Ni siento la necesidad de pedir perd¨®n por tener este trabajo. M¨¢s dif¨ªcil lo tienen los dise?adores contratados por una marca con solera. Ellos tienen que conjugar su est¨¦tica con la que les leg¨® su predecesor. En cambio, a m¨ª no me supone ning¨²n esfuerzo ver el mundo a trav¨¦s de los ojos de Missoni. Mi estilo es diferente al de mi abuela y mi madre. Pero las tres tenemos el mismo gusto. Igual que yo no podr¨ªa dise?ar para otra marca, no creo que nadie pudiera hacerlo tan bien como yo en esta. Estoy aqu¨ª por ser de la familia, pero si no fuera de la familia no estar¨ªa aqu¨ª. No ha sido nada premeditado. Es algo que simplemente ha pasado".
Pero la ascensi¨®n de Margherita dentro de su propia firma no siempre fue tan pl¨¢cida. Los lazos un d¨ªa fueron cadenas. "Es muy dif¨ªcil pertenecer a una familia como la m¨ªa, donde todo se mezcla en una amalgama de trabajo y relaciones personales. Somos un clan dentro del que cuesta identificarse como individuo. A los 20 a?os sent¨ªa que solo exist¨ªa en relaci¨®n a ¨¦l. No sab¨ªa d¨®nde acaba mi familia y d¨®nde empezaba yo". Por eso se fue a Nueva York. A terminar la carrera de filosof¨ªa y empezar la de teatro. Sus logros en este ¨¢mbito se resumen a un papel en la representaci¨®n de fin de curso del Instituto de Teatro Lee Strasberg. Hizo de doncella en Las criadas, de Jean Genet.
Margherita sac¨® un pie de casa solo para comprobar que fuera hace fr¨ªo. Su bocado a la realidad (relativo, pues estuvo viviendo en un loft del Soho que su abuela se empe?¨® en decorar) dur¨® cinco a?os. Ella sola encontr¨® el camino de vuelta.
-Hay un dicho que reza: "puedes sacar al hombre del pueblo, pero no al pueblo del hombre", aplicable a muchas otras situaciones. Luego, ?puedes sacar a Margherita de Missoni, pero no a Missoni de Margherita?
-Justo. Mi madre me ha dado toda la libertad del mundo. Pero s¨¦ c¨®mo funciona su mente. Ella quiere que seas feliz, solo que su idea de felicidad es alcanzar la perfecci¨®n en todo. Durante a?os intent¨¦ ser la mejor en todo. La que sacaba las mejores notas, la que ganaba m¨¢s trofeos deportivos... Ahora ya me he relajado. Y creo que ella me respeta; si no, no delegar¨ªa en m¨ª. Distanciarme del todo, cortar con mi familia y el negocio habr¨ªa sido como arrancarme un brazo. Adem¨¢s, no soy nada rebelde. En su d¨ªa, mi madre s¨ª lo fue. Su respuesta a las expectativas familiares fue una revoluci¨®n silenciosa. Vest¨ªa de negro de la cabeza a los pies y en la primera colecci¨®n que dise?¨® no hab¨ªa ni rastro de las ondas multicolores de la paleta Missoni, sino estampados m¨¢s s¨®lidos.
Margherita es la mayor de tres hermanos. Los tres se criaron en Sumirago, al norte de Italia. Puerta con puerta con Ottavio y Rosita. "Tengo una relaci¨®n con mis abuelos que la mayor¨ªa de la gente de mi edad no tiene. Crec¨ª con ellos. De hecho, fue mi abuela la que realmente me cri¨®. Cuando le traspas¨® las riendas de la firma a mi madre, ella asumi¨® sus funciones en casa. Era la t¨ªpica abuela divertida, la que te dejaba hacer todo lo que quer¨ªas. Ni siquiera me distanci¨¦ cuando llegu¨¦ a la adolescencia. Fue ella la que, cuando yo ten¨ªa 16 a?os, me llev¨® por primera vez a Londres: a conocer los mercadillos y las discotecas. Mi abuela es todo un s¨ªmbolo nacional para Italia. Ahora ya no trabaja, pero est¨¢ todo el d¨ªa para arriba y para abajo. Tiene 79 a?os. Verla me hace no tener miedo a envejecer".
-En una palabra: matriarcado.
-Sin duda. Cuando mis padres se separaron, vinieron a vivir con nosotros unos amigos gays de mi madre. Ellos fueron el ¨²nico referente masculino que tuve durante unos a?os. Estaba mi hermano Francesco, pero por aquel entonces ten¨ªa tres a?os y su m¨¢xima ambici¨®n era abrir la nevera y hacer pis dentro. En mi casa, el ¨²nico que ha rivalizado en liderazgo con mi abuela y mi madre ha sido mi abuelo. Tiene un ego tit¨¢nico. Fue atleta. ?Y modelo! El otro d¨ªa encontramos una fotonovela en la que aparec¨ªa disfrazado de Cupido. Llevaba una corona de flores y un arco con flechas".
-?Era usted consciente de que pertenec¨ªa a una familia especial?
-Cuando no conoc¨ªa otra cosa, no. Luego empec¨¦ a ir al colegio. El Montessori, bastante liberal. Pero recuerdo que un comienzo de curso tuvimos que dibujar lo que hab¨ªamos hecho durante las vacaciones. Yo las hab¨ªa pasado en Formentera, as¨ª que dibuj¨¦ a dos t¨ªos musculosos tumbados en la playa con un coraz¨®n esculpido en arena y cubierto de conchas. Mi profesora me pidi¨® que lo explicara y yo les cont¨¦ a todos mis compa?eros que "eran dos gays. Que los gays eran hombres a los que les gustaban otros hombres y que, ?sab¨¦is?, son muy creativos. Que por eso hab¨ªan construido un muro de arena y conchas. Al d¨ªa siguiente, la profesora llam¨® a mi madre para decirle que todos mis compa?eros hab¨ªan vuelto a sus casas preguntando por los gays y su creatividad".
Margherita proclama que su vinculaci¨®n con la moda es visceral. Se aferra a los recuerdos de infancia entre retales y maniqu¨ªes, a las tardes que pasaba en la f¨¢brica familiar y al respeto que siente por el camino que sus abuelos anduvieron antes que ella: "Fundaron la firma en 1953. Fue toda una revoluci¨®n textil. Entonces nadie hac¨ªa tejidos de punto estampados". A¨²n tiene tiempo para demostrar si la banda sonora de su vida se quedar¨¢ en un tributo al She is fashion, de The Suede (Ella es la voz que suena en la radio / la cara que sale en las revistas / est¨¢ de moda). Que tampoco est¨¢ tan mal.


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