20 a?os desde la 'Operaci¨®n N¨¦cora'
El 90% de los 48 imputados en la trama desarticulada por Garz¨®n volvieron a ser detenidos - Los 'narcos' fueron abordados en sus casas mientras dorm¨ªan
Madrugada del martes, 12 de junio de 1990. El juez Baltasar Garz¨®n y dos fiscales de la Audiencia Nacional dirigen desde Vilagarc¨ªa la Operaci¨®n N¨¦cora, primera contra una de las redes m¨¢s sonadas que operaban en el tr¨¢fico de coca¨ªna y hach¨ªs en Galicia. Un a?o antes, desde la c¨¢rcel de Pontevedra, un vendedor de droga de poca monta, Ricardo Portabales, puso nombres y apellidos a los traficantes que fraguaban en la r¨ªa de Arousa el gran negocio de las drogas. Este personaje se convertir¨ªa en el primer arrepentido en la historia del narcotr¨¢fico en Espa?a.
Por primera vez, los detenidos fueron levantados literalmente de sus camas en un despliegue policial ins¨®lito, que desplaz¨® a la comarca a m¨¢s de 300 polic¨ªas coordinados por la entonces Unidad Central de Estupefacientes. Aunque el juez hab¨ªa firmado cerca de 60 ¨®rdenes de detenci¨®n, no estaban todos en sus casas cuando los agentes entraron. En medio de un desconcierto general, llegaban a la comisar¨ªa de Vilagarc¨ªa los coches policiales con los detenidos entre los abucheos de la gente. All¨ª les esperaba el juez para tomarles declaraci¨®n y firmar su detenci¨®n. Ninguno de los 51 detenidos qued¨® en libertad. En la calle, nadie sab¨ªa en realidad lo que estaba pasando ni qui¨¦nes eran los esposados.
El ins¨®lito despliegue moviliz¨® 300 agentes por la comarca
Un helic¨®ptero irrumpi¨® en el pazo de Bai¨®n, de Oubi?a y su esposa
A media ma?ana, un helic¨®ptero de la polic¨ªa aterrizaba en el pazo de Bai¨®n. Sus due?os, Laureano Oubi?a y su esposa, Esther Lago, ya estaban en los calabozos cuando 12 agentes entraban en la inmensa propiedad acompa?ados por Portabales, que fue haciendo su particular relato de los lugares del pazo, como por ejemplo, el palomar, donde, seg¨²n ¨¦l, la pareja de traficantes organizaba los env¨ªos de hach¨ªs a Galicia.
Tambi¨¦n en Madrid se producen detenciones en cadena, como la de los conocidos empresarios Celso Barreiros y Carlos Goyanes. Pero ambos quedar¨ªan fuera del fallo judicial aunque no ilesos de la presi¨®n medi¨¢tica, pese a las denuncias de "mentiroso compulsivo" que hicieron contra Portabales.
La Operaci¨®n N¨¦cora fue la gran advertencia de lo que estaba por venir, porque ni todos sufrieron condena ni las penas resultaron ejemplares. Sin un solo gramo de droga incautado, Garz¨®n s¨®lo pudo sentar en el banquillo a 48 de los imputados, de los que 15 quedaron en libertad. Sin embargo, apenas cinco a?os despu¨¦s del macrojuicio, cayeron poco a poco el 90% de los detenidos, tanto los que salieron absueltos como los condenados, adem¨¢s de muchos otros que no hab¨ªan sido tocados en esta operaci¨®n. Los casos m¨¢s llamativos fueron los de Manuel Charl¨ªn, Laureano Oubi?a, Alfredo Cordero, Francisco, Javier Mart¨ªnez San Mill¨¢n o Manuel Abal Feij¨®o. A excepci¨®n de este ¨²ltimo, que falleci¨® antes de volver a la c¨¢rcel, el resto se encuentran todav¨ªa en prisi¨®n. S¨®lo Charl¨ªn est¨¢ a punto de abandonar su celda.
Otro caso paradigm¨¢tico fue el de Jos¨¦ Ram¨®n Prado Bugallo, Sito Mi?anco. Aunque estaba en la lista de detenidos de la N¨¦cora, escap¨® a Panam¨¢ y fue capturado en Madrid, siete meses despu¨¦s, con sus colaboradores. Hoy cumple condena como reincidente y hasta 2018 no est¨¢ previsto que salga de la c¨¢rcel.
En 1990 las estad¨ªsticas de detenciones por narcotr¨¢fico se dispararon, superando la cifra de 18.000 personas implicadas, y un a?o despu¨¦s se incautaba la entonces impensable cantidad de cuatro toneladas de coca¨ªna. El 23 de febrero de 1991, la polic¨ªa apresaba El Bongo, un barco pirata con 2.000 kilos de coca, un cargamento in¨¦dito en aquellos tiempos y primera gran evidencia de que los c¨¢rteles colombianos estaban desembarcando en Galicia con todo su poder.
Los tripulantes, nueve colombianos y un peruano, extenuados por la desnutrici¨®n, hab¨ªan zarpado un mes antes de Cartagena de Indias y llevaban nueve d¨ªas fondeados en medio del Atl¨¢ntico, tras sufrir una aver¨ªa en uno de sus motores. La polic¨ªa encontr¨® un plato con coca¨ªna que consum¨ªa la tripulaci¨®n para soportar el hambre.
Tres meses despu¨¦s de este s¨®rdido episodio, el hallazgo de 1.500 kilos de coca¨ªna en la costa de Cedeira fue para las autoridades un jerogl¨ªfico indescifrable. Coincidiendo con la bajamar, los fardos fueron apareciendo en la playa ante la sorpresa de los vecinos. Tendr¨ªan que pasar casi seis a?os hasta que el abogado Pablo Vioque resultase implicado en ese desembarco, que le costar¨ªa la vida a uno de sus colaboradores, el tesorero de la C¨¢mara de Comercio, donde el letrado ejerc¨ªa de secretario, asesinado por sicarios colombianos.
La vida sin escolta de dos arrepentidos
Si Ricardo Portabales y Manuel Fern¨¢ndez Pad¨ªn fueron encumbrados como los dos valientes arrepentidos del caso N¨¦cora, hoy, 20 a?os despu¨¦s, han vuelto a serlo, pero por todo lo contrario: porque la justicia les ha dado la espalda. Mientras Ricardo Portabales delat¨® a la flor y nata del narcotr¨¢fico que merodeaba en los alrededores de Mar¨ªn, su pueblo, donde se dedicaba a vender peque?as partidas de droga, Fern¨¢ndez Pad¨ªn, desde Vilanova de Arousa, pon¨ªa al descubierto los entresijos de una gran organizaci¨®n como la de los Charlines, en la que trabajaba de recadero o entregando mercanc¨ªa.
En un momento en el que la figura del testigo protegido no estaba legalmente desarrollada en Espa?a, ambos confiaron en la justicia y no dieron marcha atr¨¢s, aunque Fern¨¢ndez Pad¨ªn ha tenido que sufrir hasta hoy las consecuencias ps¨ªquicas del paso m¨¢s trascendental de su vida. Adem¨¢s de una vivienda, durante estos a?os ambos han cobrado una paga de unos 1.000 euros del Estado y ten¨ªan escolta las 24 horas del d¨ªa. Pero todo esto se acab¨® desde este a?o, despu¨¦s de interponer en vano recursos de s¨²plica ante los ministerios de Justicia e Interior.
Desprotegidos, sin una pensi¨®n que promet¨ªa ser vitalicia, y s¨®lo con una nueva identidad, Portabales parece que ha decidido marcharse a Centroam¨¦rica, mientras Pad¨ªn, aunque hace a?os que no vive en Galicia, suele visitar a su familia con cierta frecuencia, siempre camuflado, eso s¨ª. La decisi¨®n se ha tomado porque, transcurridos 20 a?os, ya no existe riesgo de que ambos puedan sufrir represalias, al menos oficialmente.
Portabales, de 53 a?os, a¨²n se dejaba ver en algunas cafeter¨ªas de Madrid no hace mucho tiempo. Con su vestimenta blanca de pies a cabeza, nunca pasaba inadvertido. Luego sub¨ªa a un coche tuneado donde le esperaban dos escoltas. Dice que segu¨ªa colaborando en operaciones de Interior y visitando a Garz¨®n, al que sol¨ªa llamarle Balta. Pero ahora amenaza con contar "las mentiras de la Operaci¨®n N¨¦cora". La vida de Manolo Pad¨ªn, de 51 a?os, es muy distinta. Totalmente apartado del mundo, vive con su mujer y su hijo de corta edad en Espa?a. Cree que la decisi¨®n del Estado es definitiva y la ¨²nica esperanza que le queda es que su mujer encuentre un trabajo.
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