Tratado de econom¨ªa paranormal
El Partido Popular carece hoy de una pol¨ªtica econ¨®mica capaz de combatir la recesi¨®n y la crisis de la deuda. Parte de un mito no por repetido menos err¨®neo: que Aznar salv¨® a Espa?a de la cat¨¢strofe en 1996
Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar exhibe asiduamente sus ¨ªnfulas de estadista desde los p¨²lpitos m¨¢s selectos. En cuanto tiene oportunidad, pregona dos o tres ideas elementales que, precisamente por su trivialidad, enfervorizan a sus fieles adoradores y proporcionan algo de calor a los desmayados intentos del Partido Popular por articular una pol¨ªtica econ¨®mica propia y cre¨ªble en tiempos tan complejos como los presentes. La letan¨ªa eterna del estadista Aznar es que Zapatero est¨¢ arruinando el pa¨ªs. La ¨²ltima versi¨®n de esta idea fue una rencorosa formulaci¨®n hist¨®rica publicada el 16 de mayo en el Financial Times: "En los ¨²ltimos 160 a?os, ning¨²n Gobierno de izquierdas ha sido capaz de rescatar a Espa?a de una crisis econ¨®mica". La deducci¨®n que se sigue de una afirmaci¨®n tan pintoresca es que "el actual Gobierno del PSOE es incapaz de resolver los problemas de Espa?a" y que solo un Gobierno nuevo (del PP, se entiende) puede hacerlo.
Aznar, durante ocho a?os, y ahora Rajoy y Montoro solo ofrecen recetillas liberales caseras
Qu¨¦ disparate lo de bajar los impuestos. Todos recomiendan subirlos para corregir el d¨¦ficit
La segunda idea pretende relacionar el supuesto milagro econ¨®mico de Aznar en 1996 con la acuciante necesidad de que el PP de Rajoy acceda al Gobierno para repetir la misma cura milagrosa. El milagro aznar¨ª, dice el cuento, salv¨® a la econom¨ªa espa?ola del miserable destino al que estaba condenada por el despilfarro y la corrupci¨®n de los p¨¦rfidos socialistas. El portento sucedi¨® m¨¢s o menos as¨ª, seg¨²n resume el mismo Aznar en el pr¨®logo al libro autolaudatorio Espa?a. Claves de Prosperidad: "El ¨¦xito econ¨®mico del periodo 1996-2004 responde (...) a la sustituci¨®n de las malas pol¨ªticas aplicadas con anterioridad por buenas pol¨ªticas a partir de entonces. Se consigui¨® con el reemplazo de pol¨ªticas socialistas -al¨¦rgicas a la econom¨ªa de libre mercado y adictas al gasto p¨²blico, al d¨¦ficit p¨²blico y a los altos impuestos- por pol¨ªticas liberales, comprometidas con la libre iniciativa...".
Aznar y el PP se han apoderado de la idea de que ellos y solo ellos hicieron lo necesario para recuperar la econom¨ªa hace 14 a?os; y que ellos y solo ellos disponen de la magia para acabar con la crisis actual y crear un para¨ªso para los 4.600.000 parados. Venden un elixir universal (buenas pol¨ªticas liberales), una especie de ung¨¹ento de eficacia fulgurante que pueden adquirir confiadamente en las urnas todos aquellos que crean que la pol¨ªtica y la econom¨ªa responden a los est¨ªmulos de recetas seguras.
Esta visi¨®n dislocada de socialistas malos, liberales buenos y recetas pol¨ªticas salvadoras merece tres o cuatro objeciones para que se aprecie la escasa profundidad real de las pol¨ªticas econ¨®micas de los Gobiernos de Aznar y, por extensi¨®n, las que podr¨ªa desarrollar Rajoy.
1. Es radicalmente falso que el PP heredara en 1996 una situaci¨®n econ¨®mica catastr¨®fica. Cualquiera que revise las estad¨ªsticas de crecimiento que publica el Ministerio de Econom¨ªa encontrar¨¢ que en 1996 la tasa de crecimiento econ¨®mico fue del 2,4% y que la fase de recesi¨®n concluy¨® en 1993 con una contracci¨®n del PIB del -1,1%. La tasa de paro, sin embargo, se resist¨ªa a bajar con rapidez, algo que es habitual en un mercado laboral tan inel¨¢stico como el espa?ol (23,9% en el cuarto trimestre de 1993, 22,8% en 1995). Tan cierto es que la recuperaci¨®n estaba en marcha cuando el PP lleg¨® al Gobierno que el Banco de Espa?a inici¨® a principios de 1996, antes de las elecciones generales, un viraje en la pol¨ªtica monetaria y aplic¨® una suave y paulatina reducci¨®n de los tipos de inter¨¦s para reforzar la reactivaci¨®n y, por supuesto, con el prop¨®sito de situar los tipos en el cuadro de exigencias de Maastricht.
2. Es incierto que los Gobiernos de Aznar aplicasen de seguido una pol¨ªtica de austeridad presupuestaria. La integraci¨®n de Espa?a en el ¨¢rea del euro exig¨ªa cumplir con el requisito de un d¨¦ficit p¨²blico inferior al 3% del PIB (unos objetivos econ¨®micos tan impuestos a Espa?a como hoy el ajuste del gasto) y a ello se aplic¨® el primer Gobierno de Aznar, con un generoso recurso a la contabilidad creativa. Pero una vez cumplida la entrada en el euro, las exigencias se relajaron y los Presupuestos se hicieron complacientes. Nueve de cada 10 economistas consultados lamentan que a partir de 1999 los Presupuestos fueran crecientemente expansivos y, por lo tanto, proc¨ªclicos. Otro hecho: Aznar nunca consigui¨® cerrar el Presupuesto con super¨¢vit.
3. Es un cuento chino que los Gobiernos del PP "hicieran los deberes" en materia de reformas econ¨®micas. Ni liberalizaron mercados, ni cambiaron las condiciones laborales, ni se atrevieron con una Ley de Cajas, ni racionalizaron la Administraci¨®n p¨²blica, a pesar de que su programa electoral inclu¨ªa la grotesca promesa de suprimir ?3.000 altos cargos! Eso s¨ª, privatizaron empresas p¨²blicas (cuyas presidencias entregaron despu¨¦s de la privatizaci¨®n a empresarios y pol¨ªticos afines, atropellando as¨ª el derecho de los accionistas privados a elegir ex novo a los gestores), muchos ciudadanos se hicieron accionistas bajo la ilusi¨®n del capitalismo popular y concibieron la vana esperanza de que las plusval¨ªas burs¨¢tiles constituir¨ªan en adelante una segunda fuente de ingresos.
4. De lo anterior se desprende f¨¢cilmente que la ¨¦poca de prosperidad que vivi¨® la econom¨ªa espa?ola entre 1996 y 2004 nada tiene que ver con supuestas decisiones econ¨®micas de Aznar y su equipo econ¨®mico, ni con fantasmales "deberes" hechos con recetas de econom¨ªa paranormal que solo est¨¢n al alcance de estadistas de la talla de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar o, ahora, de Mariano Rajoy. Nada de eso. Las tasas de crecimiento econ¨®mico de la econom¨ªa espa?ola en ese periodo se explican por los efectos de una pol¨ªtica monetaria (decidida en el Banco Central Europeo) excesivamente relajada en relaci¨®n con la elevada inflaci¨®n espa?ola. Resultado: tipos de inter¨¦s reales negativos, est¨ªmulo masivo de las operaciones especulativas, una burbuja inmobiliaria progresiva que los equipos econ¨®micos de Aznar se negaron a controlar, alicatado total de las costas, corrupci¨®n municipal y cientos de miles de empleos precarios. Si no fuera por un malentendido que conviene aclarar -Aznar es un liberal declarativo, en ning¨²n caso operativo; no hay constancia de que haya liberalizado jam¨¢s, en poco o en mucho, mercado o actividad alguna-, cabr¨ªa extra?arse de que las buenas pol¨ªticas liberales produjeran resultados tan p¨¦simos.
Por esa raz¨®n, las recetas econ¨®micas del PP son de naturaleza paranormal. Se enuncian, se invocan y, aunque no se aplican de verdad, juran Aznar, Rajoy y Crist¨®bal Montoro que convierten la cat¨¢strofe socialista en prosperidad liberal. Igual que los miembros de la secta de los hesicastos del Monte Athos manten¨ªan los ojos en el ombligo conteniendo la respiraci¨®n a la espera de una revelaci¨®n en forma de resplandor, los dirigentes del PP mantienen la mirada perdida en unas recetas econ¨®micas irrelevantes por su car¨¢cter gen¨¦rico. Hoy con Rajoy como ayer con Aznar, el ombligo econ¨®mico del PP se compone de generalidades sin valor: controlar el gasto p¨²blico, reformas estructurales y rebajas de impuestos. Leibniz dir¨ªa que son preceptos de boticario: "Tome lo que desee, haga lo que convenga y obtendr¨¢ el resultado que quiere".
Claro que hay que reducir el gasto p¨²blico, pero no en 2008, como pretend¨ªa Rajoy, sino ahora, porque sin los planes de est¨ªmulo (mal ejecutados por el Gobierno, pero al menos concebidos), hoy tendr¨ªamos m¨¢s de cinco millones de parados; las reformas estructurales convienen siempre, pero el PP nunca se manch¨® las manos con una y ahora se limita a vocear en la cara del Gobierno las que todo el mundo cita, al modo que los espectadores taurinos injurian airados al torero para que se acerque m¨¢s al toro; y, aunque el estadista Aznar asegure que "la decisi¨®n del Gobierno de elevar los impuestos es un error que empeorar¨¢ la crisis", lo cierto es que casi todas las instituciones mundiales recomiendan subir los impuestos para corregir el d¨¦ficit.
Es un alivio saber que la econom¨ªa espa?ola est¨¢ intervenida desde Bruselas y vive en r¨¦gimen de protectorado, como dice despectivamente Rajoy. Si no lo estuviera, correr¨ªamos el riesgo de que un Gobierno del PP salido de un hipot¨¦tico adelanto electoral (bien poco probable) se dedicara a combatir la recesi¨®n y la crisis de la deuda bajando impuestos. Cualquier cosa que haya estropeado Rodr¨ªguez Zapatero con su indecisi¨®n pueden arruinarla del todo Aznar, Rajoy y Montoro con sus recetillas caseras.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.