Pasi¨®n
"Un tipo puede cambiar de todo: de cara, de casa, de familia, de novia, de religi¨®n, de Dios... pero hay una cosa que no puede cambiar: de pasi¨®n". De esta forma tan expresiva, Guillermo Francella le explica a Ricardo Dar¨ªn, en El Secreto de tus ojos, la raz¨®n por la que el asesino al que persiguen nunca podr¨¢ dejar de ser forofo del Racing de Avellaneda. De hecho, consiguen detenerlo mientras presencia un partido de su equipo.
Y es que, como dec¨ªa Boskov, "f¨²tbol es f¨²tbol", y perogrullada de tal calibre nos ayuda a entender la influencia que el llamado deporte-rey llega a tener en el estado de ¨¢nimo y, para qu¨¦ negarlo, en la felicidad y en la desdicha de la gente.
No hace falta ser doctor en Sociolog¨ªa para darse cuenta del poder narcotizante que este juego ejerce sobre las masas. Probablemente no fue casual que Zapatero anunciase su tijeretazo contra funcionarios y pensionistas el mismo mi¨¦rcoles en que el Atl¨¦tico de Madrid ganaba la Europa League, con lo que las impopulares medidas econ¨®micas quedaron al d¨ªa siguiente edulcoradas en las portadas de la prensa entre fotograf¨ªas de los goles de Forl¨¢n y las celebraciones en la fuente de Neptuno.
Ma?ana, el pre sidente va a volver a repetir la jugada. Todo apunta a que aprobar¨¢ la contestada reforma laboral justo en la fecha en que los chicos de Del Bosque debutan en el Mundial ante Suiza. ?Cu¨¢l de las dos noticias creen que tendr¨¢ un mayor despliegue informativo?
Salta a la vista que el f¨²tbol nos atonta, pero es una droga cuya adicci¨®n es dif¨ªcil de superar. Nick Hornby ya nos relat¨® en Fiebre en las gradas lo f¨¢cil que se inocul¨® de este veneno cuando su padre le llev¨® por primera vez al campo del Arsenal. Desde entonces, todas sus vivencias quedaron ligadas a los ¨¦xitos y fracasos de los gunners.
Seguramente, muchos de nosotros tambi¨¦n podr¨ªamos escribir nuestra autobiograf¨ªa recordando d¨®nde est¨¢bamos y qu¨¦ hac¨ªamos en los distintos Mundiales. ?C¨®mo olvidar el gol de Pel¨¦ a Italia en 1970; a Cruyff y su naranja mec¨¢nica en 1974; los goles de Kempes convertidos en bal¨®n de ox¨ªgeno para la dictadura argentina en 1978; la magia de S¨®crates, Zico, Falcao y Cerezo en 1982...?
Dicen que ¨¦ste va a ser el Campeonato de la Roja. Es llamativo c¨®mo el empleo masivo de esta metonimia light parece haber arrinconado la denominaci¨®n de selecci¨®n espa?ola, un nombre con mucho menos tir¨®n en autonom¨ªas como la vasca o la catalana.
Por cierto, sobre esta cuesti¨®n siempre se me plantean algunas dudas. ?Se puede ser admirador del juego que practican los Alonso, Xavi, Iniesta y compa?¨ªa sin ser excomulgado por el nacionalismo vasco? Por otro lado, quien anteponga en sus preferencias a Brasil, Argentina o Uruguay, ?es necesariamente un mal espa?ol? De momento, ha sido la Real la que nos ha proporcionado la alegr¨ªa futbolera del mes. Esperemos que aguante, al menos, otros 40 a?os en Primera.
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