Doble decepci¨®n
En Durban y La Moncloa, Espa?a ha levantado dudas cuando las expectativas de ¨¦xito eran elevadas. Hay tiempo para mejorar, tanto en el Mundial como en el tr¨¢mite del proyecto de ley de la reforma laboral. El decreto ley (DL) aprobado ayer en Consejo de Ministros no difiere del distribuido el viernes. Buenas intenciones y soluciones de dudosa eficacia, pese al debate surgido desde entonces. Sin tiempo todav¨ªa para digerir la letra peque?a, puede afirmarse que la m¨²sica del DL suena bien pero que los instrumentos son parecidos a los que ya sonaron en las reformas de 1994, 1997 y 2006 sin solucionar nuestro hecho diferencial: una regulaci¨®n segmentada de la protecci¨®n al empleo y un sistema ineficiente de negociaci¨®n colectiva -ambos generadores de una d¨¦bil estructura productiva y un mercado laboral bul¨ªmico- y, como resultado, una sociedad de castas (insiders vs. outsiders).
El objetivo del Gobierno es b¨¢sicamente que se cumpla la ley, no cambiarla: (1) arbitraje para resolver los conflictos en convenios colectivos, similar a 1994; (2) vuelta a los l¨ªmites y a la indemnizaci¨®n (12 d¨ªas), que ya exist¨ªan en 1984 y desaparecieron en 1994, para uno de los contratos temporales m¨¢s utilizados; (3) redefinici¨®n de las causas del despido objetivo, como en 1994; (4) incentivos para el contrato de 33 d¨ªas, como en 1997 y 2006; y (5) la ¨²nica novedad apreciable: el anuncio de un fondo "austriaco" de capitalizaci¨®n individual. Conviene detenerse en este punto porque la respuesta inmediata de los mercados puede venir por ah¨ª. Se trata de la fase inicial de un sistema de seguro obligatorio, como el del autom¨®vil, que el trabajador se lleva aunque cambie de empresa, para mejorar la escasa movilidad actual.
El problema es que en el momento de la constituci¨®n del seguro se desconoce el historial de riesgo del potencial asegurado. Por ello, el DL propone que se utilicen parte de los excedentes acumulados en Fogasa para financiar las cuotas iniciales: ocho d¨ªas por a?o de servicio para los despidos econ¨®micos. El resultado es que el posible uso alternativo (por ejemplo, reducci¨®n de las cuotas empresariales de la Seguridad Social) se esfuma para instaurar ese seguro sin que quede claro c¨®mo se financiar¨¢ en el futuro y si ser¨¢ bonus-malus.
Se trata de un momento ¨²nico porque, aunque ya vivimos situaciones cr¨ªticas en las dos d¨¦cadas anteriores, entonces exist¨ªa la posibilidad de pedir sacrificios transitorios a la sociedad espa?ola ante dos grandes proyectos nacionales de car¨¢cter permanente: la entrada en la Comunidad Europea y, posteriormente, en la Zona Euro. Ahora, excepto la esperanza de acabar con la crisis, no existe una aspiraci¨®n com¨²n. El conflicto intergeneracional que se ha generado (protecci¨®n a los padres frente a desprotecci¨®n de los hijos) ha dado lugar a una demanda creciente de acabar de una vez por todas con esta injusta e ineficiente situaci¨®n. Es posible que, dentro de cuatro meses, cuando acabe el tr¨¢mite parlamentario, el resultado sea una reforma de m¨¢s calado. Ello implica que se juega con fuego: ante la perspectiva de una reforma m¨¢s justa y radical, podr¨ªa ocurrir que las empresas trasladasen sus decisiones de contrataci¨®n a entonces en vez de actuar ahora.
Juan J. Dolado es catedr¨¢tico de Econom¨ªa (UC3M).
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