Alto riesgo
El Gobierno se ha puesto a gobernar, como ped¨ªa Felipe Gonz¨¢lez. La pena es que no lo hiciera antes cuando Zapatero se jactaba de lo gustoso que es gobernar cuando sobra el dinero. Era entonces un buen momento para emprender reformas de calado, que obedecieran a un proyecto y tuvieran sentido propio. Cierto es que los Gobiernos, por lo general, solo act¨²an bajo presi¨®n. Es lo que distingue a un buen Gobierno de un Gobierno mediocre, a un Gobierno que tiene un plan de acci¨®n de un Gobierno que va sorteando obst¨¢culos con m¨¢s o menos fortuna.
No hay duda de que Espa?a necesita una reforma laboral. Pero tampoco hay duda de que esta reforma no puede girar solo en torno al coste del despido. En un pa¨ªs en que hay m¨¢s de cuatro millones de parados es dif¨ªcil de vender la especie de que despedir es caro y complicado. Una reforma laboral no deber¨ªa tener como objeto facilitar el despido sino crear las condiciones para que se tengan que hacer los m¨ªnimos despidos posibles. Y una reforma as¨ª es imposible cuando desde fuera se le est¨¢n exigiendo al Gobierno plazos y resultados en una direcci¨®n muy determinada. Una representaci¨®n del llamado grupo de los cien economistas ya advirti¨® a Zapatero de que si no endurec¨ªa el documento respecto al borrador que se dio a los agentes sociales, los mercados no se dar¨ªan por satisfechos. ?Cu¨¢l es la funci¨®n del gobernante, velar por el inter¨¦s general de los ciudadanos o cumplir los designios de los mercados?
Espa?a necesita una reforma laboral, pero no puede girar solo en torno al coste del despido
Es probable que desde la ortodoxia econ¨®mica se sustente que inter¨¦s general y voluntad de los mercados es la misma cosa. Pero me parece dif¨ªcil de defender cuando estos d¨ªas se est¨¢n conociendo datos de instituciones financieras europeas -es decir, de pa¨ªses no solo amigos, sino socios- lanzados a especular contra Espa?a.
En cualquier caso, la realidad es concreta: el Gobierno hace una reforma laboral bajo la presi¨®n de los mercados. Ciertamente si esta es la raz¨®n para hacerla, el veredicto de los mercados se convierte en decisivo. De modo que la reforma lleva denominaci¨®n de origen. Y los mercados siempre quieren m¨¢s. Es su car¨¢cter. O si se prefiere la l¨®gica del sistema.
Zapatero se la juega en tres frentes. El frente de los mercados -y del Gobierno de Europa, que empez¨® queriendo plantar cara a la especulaci¨®n y cada d¨ªa est¨¢ un poco m¨¢s a su servicio-. O los mercados aceptan la reforma o siguen tirando contra la econom¨ªa espa?ola o las dos cosas a la vez, que tambi¨¦n es posible en este juego de espejos deformantes.
En el frente social, los sindicatos, conscientes de que no pod¨ªan salir bien librados de una negociaci¨®n tan marcada, buscan la legitimaci¨®n que la mesa del pacto no les ha dado. Y apelan al s¨ªmbolo m¨¢ximo de su lucha: las mitificadas huelgas generales. Los sindicatos han sabido administrarlas con cuidado, de modo que sus convocatorias se han convertido en hitos de la democracia. Y buena parte de su fuerza viene del hecho de que se les reconoce que son los ¨²nicos que tienen capacidad para parar este pa¨ªs. En momento de zozobra, vuelven a este recurso. Pero lo hacen con inseguridad y se nota. Una huelga general con tres meses de antelaci¨®n es m¨¢s una consigna que una huelga. Del mismo modo que la huelga les ha dado hist¨®ricamente la capacidad de intimidaci¨®n que les legitima, el fracaso de la huelga les da?ar¨ªa seriamente, en un momento en que hay muchos trabajadores que piensan que no todos son iguales a los ojos de los sindicatos. Y que los menos iguales son los parados. No creo que el frente sindical sea un riesgo alto para Zapatero.
El tercer frente es el pol¨ªtico. El decreto se tramitar¨¢ parlamentariamente. Una derrota dejar¨ªa a Zapatero en un callej¨®n sin otra salida que la dimisi¨®n o la convocatoria de elecciones. El PP lleva tiempo pidiendo la reforma laboral. El PP siempre ha aceptado que hay que cumplir los designios de los mercados, porque el mundo es as¨ª. Ser¨ªa dif¨ªcil de explicar que votara en contra, pero tambi¨¦n lo era en el caso del ajuste y lo hizo. Entonces qued¨® claro que para Rajoy solo hay una estrategia, tumbar a Zapatero ya. CiU lo evit¨®. ?Lo evitar¨¢ esta vez si el PP opta por matar la legislatura, por encima de cualquier otra consideraci¨®n? Zapatero corre innegables riesgos, ganados a pulso por no haber tenido la osad¨ªa de hacer reformas cuando el dinero abundaba y la presi¨®n era escasa.
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