Donde alcanza la vista
La asamblea vecinal rige la vida de la localidad m¨¢s peque?a de la regi¨®n
![Juan Diego Quesada](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F8752eab3-82ee-4f61-b000-50b9602f8c4f.png?auth=ced4d93731686326ef06aa2dc037cc8a872f77c4a75cc0395225f79754f2dd78&width=100&height=100&smart=true)
El alcalde saca a debate uno de los temas m¨¢s espinosos de la reuni¨®n: una compa?¨ªa de tel¨¦fonos propone colocar una antena de m¨®viles donde ahora se encuentra el nido de una cig¨¹e?a. Una mujer joven con el pelo completamente blanco lee unos documentos de Internet donde se dice que estos artilugios producen c¨¢ncer. "?Pero cu¨¢nta pasta nos dan?", pregunta un hombre ataviado con un chaleco verde. "Mil euros al a?o". Vaya miseria, piensan todos. El alcalde zanja asegurando que no hay antena que valga, aqu¨ª paz y despu¨¦s gloria. "?Dentro de poco nos querr¨¢n poner un rascacielos!", a¨²lla un tercero, de aspecto recio y visiblemente indignado con esta proposici¨®n tan indecente.
Es domingo en Madarcos, un pueblo desperdigado en una ladera de Somosierra donde se celebra un concejo abierto. Como aqu¨ª solo habitan 51 personas, todas las decisiones se toman mediante un sistema de asamblea vecinal que hace las veces de pleno del Ayuntamiento -que rige en los municipios de menos de 100 habitantes-. Al acabar la reuni¨®n los vecinos cruzan la plaza de la iglesia, muy coqueta, toda empedrada, con potentes focos de luz en las esquinas, y se van a tomar unas ca?as al ¨²nico bar del lugar. Afuera el sol pega de lleno en la piedra donde se recuesta un gato obeso.
El autob¨²s tarda desde Madrid una hora y 45 minutos de curvas y paradas
No es tan sencillo vivir en Madarcos: el precio de la vivienda es elevado
Para llegar al municipio m¨¢s peque?o de Madrid hay que desearlo de todo coraz¨®n. El ¨²nico transporte p¨²blico que se acerca hasta aqu¨ª es el autob¨²s 196 que sale de la plaza de Castilla los s¨¢bados, domingos y festivos. Tras una hora y 45 minutos con curvas y paradas, el autob¨²s llega a Madarcos. Por fin.
Lo primero que se ve son las casas de piedra, la iglesia parroquial y unos caminos misteriosos. Dej¨¢ndose caer por uno de ellos aparecen dos hombres charlando al sol. "No quiero yo intercambiar ninguna palabra con usted", dice uno, y se mete en su casa despu¨¦s de echar a un lado el mosquitero de la puerta. El amigo se queda apoyado en el coche, y aunque al principio mira con desconfianza acaba arrancando: "Lo mejorcito que se ha hecho en este pueblo lo he hecho yo", dice Baltasar de la Vega, alcalde durante 24 a?os. La reforma de la iglesia en ruinas, el empedrado del centro... todo obra suya.
?Y los or¨ªgenes de Madarcos? Son un misterio, pero el antiguo alcalde cree tener la respuesta: "Mi madre me cont¨® que en tiempos remotos, mucho antes de la guerra, en un sitio cercano, llamado La Nava, se celebr¨® una boda y todos fueron al festejo. Entre la comida se col¨® una salamanquesa y todos los vecinos acabaron muertos. Solo sobrevivi¨® una mujer, que se asent¨® justo aqu¨ª". A De la Vega lo llama su mujer para comer, as¨ª que hay que seguir camino abajo.
Se llega al r¨ªo, en cuyos bordes pastan las vacas. En un m¨¢stil se ve el nido de la cig¨¹e?a, a salvo ahora de los desalmados del progreso, junto a un bonito chal¨¦ donde viven unos alemanes y seis casas construidas en un desfiladero. Estas ¨²ltimas son municipales y se espera darlas a parejas j¨®venes que repueblen Madarcos, el municipio con menos habitantes de la Comunidad de Madrid y con una edad media que ronda los 70 a?os. No es tan sencillo venirse a vivir aqu¨ª: el precio de la vivienda es muy elevado. Una mujer que acerca el desayuno a su marido, que pasa las horas haciendo chapuzas en el garaje, cuenta que compr¨® su vivienda hace 30 a?os por 15.000 pesetas. "Somos de Madrid. Le dije a mi marido que comprase algo en el campo y encontr¨® esto. No tiene m¨¢s historia". Hace poco, una muy parecida a la suya, ha sido vendida por 190.000 euros. "Por menos que eso yo tampoco vendo", afirma muy flamenca.
Arriba, de nuevo en el centro del pueblo, aparece el sonido del afilador. Lo transporta un viejo coche grabado en un est¨¦reo. Unos metros m¨¢s all¨¢ hay un palo hincado en una pe?a que antiguamente serv¨ªa para medir, con la ayuda del sol, el tiempo de regar. "Esto ya lo hab¨ªamos visto, ?no?", se pregunta una pareja que ha venido a pasar el fin de semana a una casa rural. En las siguientes horas se les ver¨¢ dando vueltas sin parar por los mismos lugares, contentos de hallarse en la vida rural pero extra?ados por no salir de un bucle que les lleva una y otra vez a los mismos sitios. Madarcos no va m¨¢s all¨¢ de donde alcanza la vista.
![Un hombre pasea por Madarcos, el pueblo menos poblado de la Comunidad de Madrid, con 51 habitantes.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/MN6QYRNH2GS6656QJTFT4DSKFI.jpg?auth=e7816586e085bced0ec44afa880419604fce42e83fba22355ce07be59611b797&width=414)
Apuntes de viaje
- El autob¨²s 196, que sale a las 9.05 de plaza de Castilla, llega a Madarcos los s¨¢bados, domingos y festivos. El billete cuesta 7,02 euros.
- Situado a 1.062 metros de altitud, tiene 51 habitantes, con una edad media que ronda los 70 a?os.
- Merece la pena visitar la iglesia de Santa Ana, del siglo XVII, la fragua , un lavadero y un reloj de sol conocido como "el reloj de la vez".
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