Siameses unidos por la cabeza
La ruptura de B¨¦lgica tropieza con la enorme deuda del pa¨ªs, el reparto de infraestructuras y el futuro de Bruselas
"B¨¦lgica no se dividir¨¢. Por dos razones", dice muy seguro de sus palabras un antiguo miembro del Gobierno belga que ahora trabaja a escala comunitaria y que por ello pide no ser identificado. "Solo podemos dividir deudas y B¨¦lgica es como dos siameses unidos por la cabeza, Bruselas". La idea del divorcio surge en cuanto se plantea la hip¨®tesis de la ruptura del pa¨ªs. Otra fuente belga, tambi¨¦n volcada en el proyecto europeo y tambi¨¦n celosa del anonimato, abunda en las dificultades que conlleva: "Para separarse hay que estar mucho m¨¢s de acuerdo que para seguir juntos".
El primero de los pol¨ªticos -abogado matrimonialista en su juventud, especialidad que abandon¨® por desagradabil¨ªsima- hace notar que "en los divorcios con mucho dinero, al final hay acuerdo. Pero si solo hay deudas, no hay acuerdo. Dividir deudas es casi imposible". B¨¦lgica tiene ahora una deuda rayana en el 100% del producto interior bruto (y subiendo), de la que el 33% recaer¨ªa sobre las espaldas de una Valonia que ni quiere la escisi¨®n (apenas un 4% de independentistas en un sondeo de la universidad de Lovaina la Nueva) ni est¨¢ para soportar cargas financieras adicionales.
La imagen de los siameses cuadra a la perfecci¨®n. Como consecuencia de las cinco reformas institucionales ya realizadas desde la que en 1970 otorg¨® a B¨¦lgica un r¨¦gimen federal, Flandes y Valonia han ido haci¨¦ndose cada vez m¨¢s extra?as entre s¨ª, desarrollando identidades, querencias y necesidades propias que tienen como gran v¨ªnculo de uni¨®n a Bruselas, motor econ¨®mico del pa¨ªs, enclavada f¨ªsicamente en Flandes, pero poblada al 85%-90% por franc¨®fonos. Sin Bruselas, que Flandes tiene como capital, la independencia del norte carece de sentido, seg¨²n los expertos. "Es imposible separar a los siameses", concluye la fuente, partidaria de entablar en serio la negociaci¨®n de la sexta reforma, la que ha de tutelar el pr¨®ximo Gobierno.
El otro informante, con muy altas responsabilidades en su historia pasada y presente, a?ade a esas dos circunstancias una tercera, la de las dificultades de repartirse las infraestructuras del pa¨ªs, desde los ferrocarriles a las telecomunicaciones o las autopistas. "No creo que B¨¦lgica salte por los aires", dice esc¨¦pticamente.
La fijaci¨®n de las grandes l¨ªneas de la negociaci¨®n sobre el futuro de Bruselas debe ser previa a la formaci¨®n del futuro Gobierno, con la manzana de la discordia de la circunscripci¨®n de Bruselas-Hal-Vilvoorde (BHV) como problema mayor, hasta ahora irresoluble y emponzo?ador de la relaci¨®n norte-sur. Sobre BHV los franc¨®fonos han estado siempre inflexiblemente unidos, aunque ahora apunta una disposici¨®n al di¨¢logo con los flamencos. "No me puedo imaginar que un partido franc¨®fono entre en el Gobierno sin haber negociado previamente sobre BHV", dice Damien Thi¨¦ry, el numantino alcalde de Linkebeek. "Porque en el momento que haya Gobierno, los flamencos votar¨¢n la escisi¨®n del BHV y dejar¨¢n sin derechos a los franc¨®fonos. Van a perder el derecho a expresarse en su lengua".
El propio Bart de Wever ha reconocido que nunca en la historia nadie ha conseguido todo lo que deseaba en una negociaci¨®n. Su inesperada y arrolladora irrupci¨®n en escena ha tenido efectos de catarsis, como el v¨¦rtigo que siente quien se asoma al vac¨ªo, en este caso de la ruptura nacional. "En 20 a?os de pol¨ªtica es la primera vez que veo que los partidos dicen que tenemos que hablar entre todos, los del norte y los del sur", comenta casi emocionada Ingrid Pira, alcaldesa de Mortsel. "No hace mucho De Wever dijo que ten¨ªa contactos con pol¨ªticos del sur. Sorprendi¨® positivamente".
En la librer¨ªa Once Upon a Time de la franc¨®fona Linkebeek, donde los libros en neerland¨¦s ocupan una corta balda, Carol Aspinwall, la librera, dice: "No veo c¨®mo puede dividirse B¨¦lgica. Ya hemos vivido muchas crisis antes y seguimos juntos". Pero no las tiene todas consigo. "Est¨¢ claro que De Wever quiere desmantelar el pa¨ªs. As¨ª que habr¨¢ que estar muy vigilantes. Hay mucha incertidumbre. Miedo. Prefiero ser optimista". Hace unos d¨ªas su hija, de 13 a?os, le pregunt¨®: "Mam¨¢ ?nos vamos a tener que marchar de aqu¨ª?".
El flamenco Mark de Maeyer, director de la casa de la cultura De Moelie, en Linkebeek, no cree que desaparezcan las facilidades para que los franc¨®fonos se manejen en su lengua: "Aqu¨ª hay muchos. Tenemos que vivir juntos. No hay alternativa. Seguiremos como se ha hecho siempre".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.