Los presuntuosos
El taxista al que pregunt¨¦ anoche en Lisboa por qu¨¦ hab¨ªa tantas banderas en las ventanas de la ciudad en la que acababa de ser incinerado Jos¨¦ Saramago me respondi¨® con una verdad lac¨®nica:
- Futebol.
Yo hab¨ªa imaginado que esos trapos bendecidos por la historia tendr¨ªan otro destino m¨¢s solemne, pero el taxista aclar¨®:
- Aqu¨ª lo ¨²nico heroico es el f¨²tbol. Por eso hay banderas.
Borges dec¨ªa que detr¨¢s de las banderas siempre hay un ej¨¦rcito. En este caso, las banderas ocultan la presencia presuntuosa de las selecciones de f¨²tbol. Equipos llenos de personajes fatuos con el contenido de cuyas cuentas se aliviar¨ªan la crisis algunos pa¨ªses. Eso les hace presuntuosos, unos ni?os bonitos cuyo f¨²tbol (cuando es bueno) hace que les perdonemos todo.
Los espa?oles se han escondido detr¨¢s de su humildad. Pero eso no los hace mejores
Cuando La Stampa llam¨® presuntuosa a la selecci¨®n espa?ola estaba definiendo, en realidad, el f¨²tbol de ¨¦lite: dominado por directivos rellenos de banderines, conduciendo a equipos de multimillonarios capaces de insultar a su entrenador porque este los llama al orden.
Ayer dec¨ªa aqu¨ª Jos¨¦ S¨¢mano algo que advert¨ªa un peri¨®dico franc¨¦s: los futbolistas no se merecen las l¨¢grimas de los aficionados. Son presuntuosos. De los humildes no se escribe la historia. Miren a Maradona: juega aunque entrene. Es presuntuoso en el silencio y en la gloria. ?l es el punto m¨¢ximo de lo que el f¨²tbol hace para convertir en un presuntuoso que da grima a un ciudadano que solo triunf¨® con la pelota.
Los futbolistas est¨¢n siempre al filo de lo presuntuoso. Y, miren por donde, hemos tenido suerte en Espa?a con esta nueva generaci¨®n de jugadores, que no se distingue (toquemos madera) por mostrar sus anillos de oro frente a una afici¨®n que ha vivido (y ojal¨¢ siga viviendo) la ilusi¨®n ¨®ptica del campeonato. No, los jugadores espa?oles no son presuntuosos. Hemos sido presuntuosos los que hemos dicho que son mejores que el resto. Ellos se han escondido detr¨¢s de su humildad. Pero eso no los hace mejores. De momento, solo los hace millonarios humildes.
Hasta que el rabo pasa todo es toro. Si Espa?a cae vencida ante Honduras, la lectura de esa humildad paciente que han mostrado desde Del Bosque a Pedrito ser¨¢ atacada con el mismo adjetivo: ser¨¢n tratados tambi¨¦n aqu¨ª como presuntuosos aunque de su boca no haya salido la arrogancia de un solo pron¨®stico de victoria.
Hemos sufrido un espejismo lleno de banderas, hemos agitado el se?uelo de la victoria total y hemos vendido el oso antes de cazarlo. Los presuntuosos hemos sido los espectadores, los aficionados que hemos aceptado antes de tiempo que en el f¨²tbol no hay azar, sino historia, o estad¨ªstica. Y en el f¨²tbol todo es azar; por eso es bello y por eso cada partido dura 90 minutos, los mismos, por cierto, para Espa?a que para Honduras.
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