El segundo partido de sus vidas
Corea del Norte se cruza con Portugal 44 a?os despu¨¦s de que cuatro goles seguidos de Eusebio acabaran con una de las grandes gestas de los Mundiales
En los fren¨¦ticos a?os 60 del siglo pasado, con las faldas reci¨¦n recortadas, Carnaby Street revolucionando la moda y los Beatles desmelenados, un grupo de enigm¨¢ticos norcoreanos procedentes de un hoyo por encima del paralelo 38 aterriz¨® en Reino Unido. A los 13 a?os de concluida la Guerra de Corea, el Norte se hab¨ªa ganado el billete para el Mundial de 1966 tras apabullar a Australia en Camboya a doble partido (6-1 y 3-1). No necesit¨® m¨¢s tr¨¢mites porque el resto del bloque afroasi¨¢tico se retir¨® de las eliminatorias en protesta por disponer solo de una plaza de clasificaci¨®n. La victoria otorgaba a la remota Corea del Norte un hueco mundialista, pero no era un visado definitivo. El pa¨ªs organizador, Reino Unido, no ten¨ªa relaciones diplom¨¢ticas con los norcoreanos. La FIFA, en cuyo seno se hab¨ªa alistado la federaci¨®n norcoreana en 1958, logr¨® que Londres cediera y abriera sus puertas a la selecci¨®n asi¨¢tica. Eso s¨ª, el Gobierno brit¨¢nico puso una condici¨®n: no sonar¨ªa el himno de Corea del Norte.
Arenga en 1966 del presidente norcoreano: "Hay que correr mucho y tener punter¨ªa"
Los asi¨¢ticos ganaron a la Italia de Rivera, recibida en G¨¦nova a tomatazo limpio
Los 'marcianos' de Middlesbrough venc¨ªan a los lusos por 0-3 a los 25 minutos
Fue entonces cuando La Pantera Negra rugi¨® y dio la vuelta al resultado
D¨ªas antes del viaje, Kim Il-sung, el dictador norcoreano, recibi¨® a sus futbolistas en palacio: "En el f¨²tbol hay que correr mucho y tener punter¨ªa. Podemos ganar a los m¨¢s fuertes. Os pido una o dos victorias". La t¨¢ctica dio resultado para asombro universal.
Corea del Norte se concentr¨® al noreste del pa¨ªs, en Middlesbrough, una comarca en declive industrial, nada que ver con el pop alborotado de Londres. De entrada, padecieron la indiferencia de los lugare?os, que ve¨ªan a los asi¨¢ticos como unos marcianos cuyo ¨²nico carisma era lo desconocido, lo ex¨®tico. Todo muy lejos de lo que ocurrir¨ªa despu¨¦s para sorpresa general.
La selecci¨®n norcoreana arranc¨® el campeonato ante la antigua URSS con arbitraje del espa?ol Juan Gardeazabal. Lo previsto: sucumbi¨® con facilidad (3-0). D¨ªas despu¨¦s, de nuevo en Ayresome Park, todo hac¨ªa presagiar la segunda derrota de los llamados Chollimas, en honor de un caballo de su mitolog¨ªa nacional, esta vez ante Chile. Y as¨ª parec¨ªa hasta que, a falta de dos minutos, Pak Seung-zin logr¨® el empate (1-1). Algo se mov¨ªa ya en Middlesbrough. "No entend¨ªamos nada. ?Por qu¨¦ aquella gente nos ten¨ªa tanto afecto?", dir¨ªa a?os despu¨¦s Pak Seung-zin.
El cuento de hadas lleg¨® el 19 de julio. Veinte mil espectadores se citaron en el Ayresome Park, hoy convertido en un enjambre de viviendas, para el Italia-Corea del Norte, un equipo de pulgarcitos frente a la imponente selecci¨®n de Albertosi, Facchetti, Mazzola, Rivera y Meroni. "La ca¨ªda del imperio romano no fue nada comparado con lo sucedido en este Mundial", titulaba al d¨ªa siguiente un peri¨®dico brit¨¢nico. "Como eran todos iguales y no les distingu¨ªamos, jugaron 11 distintos en cada tiempo", quisieron justificarse desde el seno del equipo italiano. A los 42 minutos, Pak Doo-ik, interior zurdo, birl¨® la pelota a Rivera, Il Bambino d'Oro; avanz¨® y bati¨® a Albertosi de disparo cruzado. La mayor sorpresa en un Mundial desde el Maracanazo. Los italianos fueron recibidos en el aeropuerto de G¨¦nova a tomatazo limpio. Durante a?os, cuando Edmondo Fabbri, el seleccionador, o alguno de sus futbolistas aparec¨ªan por un estadio del calcio les anunciaba un grito un¨¢nime: "?Corea, Corea, Corea!". Un periodista apod¨® a Pak Doo-ik como El Dentista por el dolor de muelas que hab¨ªa provocado a toda la naci¨®n.
La victoria norcoreana tuvo un extraordinario calado entre los habitantes de Middlesbrough, que identificaron sus penurias con las de sus sombr¨ªos hu¨¦spedes. Adem¨¢s, el equipo local vest¨ªa de rojo, como la selecci¨®n residente. La gente se refer¨ªa a Corea del Norte como "nuestro equipo", hasta el punto de que 3.000 aficionados se desplazaron a Liverpool para animar a los embajadores de Kim Il-sung en el duelo de los cuartos de final ante Portugal. "Eran todos muy peque?itos, muy r¨¢pidos. Parec¨ªan y¨®queis", recordar¨ªa a?os despu¨¦s un seguidor de Middlesbrough en El partido de sus vidas, un documental al respecto dirigido en 2002 por el cineasta brit¨¢nico Dan Gordon.
En Goodison Park, el estadio del Everton, la puesta en escena de los norcoreanos result¨® inolvidable. En apenas 24 minutos ya ganaban por 3-0. El p¨²blico se pellizcaba. Hasta que rugi¨® una pantera nacida en la miseria de Mozambique, un chico de mirada triste y zancada prodigiosa que aprendi¨® a regatear en las calles esquivando a sus muchos hermanos. Antes del descanso, Eusebio marc¨® dos veces, una de ellas de penalti. A la vuelta de las duchas, de nuevo hizo doblete y otra vez desde los 11 metros en una ocasi¨®n. Corea del Norte estaba fundida, rendida ante la majestuosidad de Eusebio. Jos¨¦ Augusto cerr¨® la remontada y nunca m¨¢s se supo del f¨²tbol norcoreano hasta Sud¨¢frica 2010, donde hoy se cruzar¨¢ de nuevo con Portugal. No estar¨¢ Eusebio sobre el campo, s¨ª Cristiano Ronaldo. Ciudad del Cabo no es Middlesbrough, pero, al menos, tendr¨¢n como animadores postizos a los 1.000 actores chinos de China Sports Management que ha contratado el r¨¦gimen de Pyongyang para que sus muchachos no se sientan solos. La gesta de Corea del Norte desat¨® todo tipo de conjeturas en la ¨¦poca. Desde el Sur, la prensa desliz¨® que varios jugadores hab¨ªan acabado en un gulag al haber descubierto el r¨¦gimen que se hab¨ªan ido de juerga tras la victoria sobre Italia. Se dijo incluso que el autor del tanto a Italia fue confinado en un campo de internamiento en el que solo pod¨ªa comer los insectos que cazaba.
Tras cuatro a?os de engorrosos papeleos, en octubre de 2001, Dan Gordon consigui¨® el permiso para entrar con sus c¨¢maras en Pyongyang. Su idea era localizar a los supervivientes de la haza?a del 66, lo que durante m¨¢s de 30 a?os hab¨ªan intentado sin ¨¦xito los periodistas italianos, que intentaron seguir el rastro de El Dentista. Gordon contar¨ªa despu¨¦s que se encontr¨® con la incredulidad general de todos los jugadores, estupefactos ante el hecho de que hubiera quien les recordara; a ellos, que viv¨ªan en el ¨²ltimo zulo del mundo. Los protagonistas desmintieron haber sufrido represalia alguna a la vuelta y la mayor¨ªa se dedicaba al f¨²tbol como entrenadores (seg¨²n el censo de la FIFA, en Corea del Norte hay m¨¢s de 400.000 jugadores federados). Gordon consigui¨® otro imposible. El r¨¦gimen le autoriz¨® a que los h¨¦roes resucitados viajaran a Middlesbrough 36 a?os despu¨¦s. Nada m¨¢s pisar el escenario de su gloria, uno de ellos interpel¨® al cineasta: "?A¨²n vive el alcalde?".
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