Ser¨¢ m¨¢s f¨¢cil despedir que flexibilizar
En cuanto asoman las crisis proliferan m¨¢s las ocurrencias que las ideas. Recurrentes ocurrencias sobre nuevas reformas laborales que lo ¨²nico que renuevan, con contumacia, es la degradaci¨®n del trabajo. Porque, como la energ¨ªa en el primer principio de la termodin¨¢mica, el empleo ni se crea ni se destruye con las normas laborales, si acaso inducen su transformaci¨®n y si es para hacerlo m¨¢s endeble, facilitar¨¢n tambi¨¦n su precaria creaci¨®n en ¨¦pocas de bonanza y su masiva destrucci¨®n a las primeras de cambio (del ciclo econ¨®mico).
La organizaci¨®n del trabajo en una econom¨ªa es el corolario de su estructura productiva y no al rev¨¦s. El fordismo no surgi¨® en la agricultura norteamericana durante su expansi¨®n al Oeste sino en las f¨¢bricas de autom¨®viles y a ra¨ªz de que Henry Ford decidiera fabricarlos en serie.
El borrador de reforma era equilibrado; el decreto aprobado es un desaguisado que abarata todos los despidos
A su vez, la inversi¨®n productiva es la que genera los empleos adecuados a los bienes y/o servicios que se vayan a producir y los demanda en la cantidad necesaria para optimizar el capital invertido. Una industria tecnol¨®gica requerir¨¢ empleos cualificados y una subcontrata de construcci¨®n ser¨ªa ruinosa si nutriese su plantilla a base de arquitectos. La primera mantendr¨¢ a sus t¨¦cnicos por bastante tiempo, porque los desarrollos de su producci¨®n necesitar¨¢n un buen periodo hasta abrirse hueco en el mercado; la segunda ocupar¨¢ al grueso de sus empleados mientras dure la obra. Posiblemente esta obtendr¨¢ beneficios m¨¢s r¨¢pidamente que aqu¨¦lla, pero la productividad por hora trabajada, la generaci¨®n de valor a?adido, la competitividad en los mercados nacional e internacional y los mayores beneficios a la postre, aunque se hagan esperar un poco m¨¢s, ser¨¢n m¨¢s plausibles en la industria que en la subcontrata; y contribuir¨¢ a la generaci¨®n de riqueza en el pa¨ªs, m¨¢s solvente y m¨¢s sostenible en todos los ¨®rdenes.
La confusi¨®n entre ganar competitividad en un mundo cambiante y acumular beneficios abundantes, con la m¨ªnima inversi¨®n y en poco tiempo, como manda la m¨¢s pura tradici¨®n del capitalismo espa?ol, ha latido siempre tras las innumerables reformas laborales habidas desde antes incluso de aprobarse el Estatuto de los Trabajadores. En su reforma parcial -y brutal- de 1985 se consagraron hasta ?16! modalidades de contrataci¨®n temporal aunque las tareas a desarrollar fueran permanentes. "Los empleos temporales de hoy ser¨¢n los fijos de ma?ana", nos espet¨® el presidente del Gobierno de entonces a cuantos osamos advertirle del destrozo en el mercado laboral que iba a comportar su reforma sustituyendo fijos por eventuales.
En apenas tres a?os pasamos de tener una tasa de temporalidad del 13% al 30% y en esa dualidad seguimos veinticinco a?os despu¨¦s. Y no porque se dejaran de hacer reformas, sino precisamente porque se han hecho muchas m¨¢s al menor bache de la econom¨ªa pero siempre con el mismo inter¨¦s de abaratar el factor trabajo como v¨ªa principal para recomponer la tasa de beneficio. Reformas, parad¨®jicamente, para mantener el mismo patr¨®n de crecimiento y competitividad. Eso s¨ª es alimentar el inmovilismo frente a la globalizaci¨®n.
Al menos fueron tres los momentos decisivos para modernizar la estructura productiva de nuestro pa¨ªs que se desaprovecharon con otras tantas reformas lampedusianas: a principios de los ochenta con la impropiamente llamada reconversi¨®n industrial; al ingreso en las Comunidades Europeas, "preparada" con la precarizaci¨®n laboral de 1985; en la fase de convergencia hacia la Uni¨®n Monetaria con Gobiernos del PP que cebaron la burbuja inmobiliaria y arruinaron la reforma pactada en el 97 entre patronal y sindicatos para conjugar, por primera y ¨²nica vez, flexibilidad y estabilidad laboral. Ahora puede anotarse el cuarto, cuando el inteligente e inapelable empe?o del Gobierno socialista de alentar la Econom¨ªa Sostenible est¨¢ a punto de abortarse con la reforma aprobada en su Consejo de Ministros el 16 de junio.
Inexplicablemente, el proyecto de reforma sufri¨® una metamorfosis asombrosa entre el primer borrador, m¨¢s equilibrado, del viernes 11, y el decreto aprobado tres d¨ªas despu¨¦s, quedando un desaguisado que abarata todos los despidos, que subvencionados podr¨¢n saldarse con 12 d¨ªas de indemnizaci¨®n para los objetivos y los facilitar¨¢ con tan solo alegar "situaci¨®n econ¨®mica negativa" de la empresa, sin que haya incurrido en p¨¦rdidas y sin necesidad siquiera de aportar acreditaciones fehacientes; limitando al mismo tiempo a los jueces a basarse en la "m¨ªnima razonabilidad" para que tengan que sentenciar con manga ancha a favor del empresario.
Sin embargo, puede costar 20 d¨ªas por a?o trabajado y hasta nueve mensualidades indemnizar a un trabajador si se despide al reorganizar el trabajo en la empresa para adaptarlo con m¨¢s flexibilidad a nuevas circunstancias de la producci¨®n. Algunos cambios de ¨²ltima hora trastocar¨¢n la negociaci¨®n colectiva en lugar de racionalizarla y otros apenas servir¨¢n para reducir la temporalidad.
Jalear a un gobernante con los t¨®picos sobre la estatura pol¨ªtica para que impongan medidas dif¨ªciles aunque sean duras suele ser una argucia embaucadora, acu?ada por las derechas para confundir a Gobiernos de izquierdas, que no pocas veces se la han tragado. Lo dif¨ªcil es gobernar con justicia, lo f¨¢cil es hacerlo injustamente; y es comprensible que no queriendo admitir que se es injusto se utilice el eufemismo de la dureza. Duro es decirle a ciertos grupos de presi¨®n que ya no puede ni debe esperarse que el Gobierno de un pa¨ªs avanzado ampare y subvencione viejas formas de producir por mucho que ganen algunos con ellas a costa del empleo y del progreso industrial del pa¨ªs; dif¨ªcil es encauzar el emplazamiento a empresarios y trabajadores para mirar de frente al futuro que hace m¨¢s de un decenio que est¨¢ pasando por delante de nuestras narices.
Antonio Guti¨¦rrez es diputado del PSOE, presidente de la Comisi¨®n de Econom¨ªa del Congreso y ex secretario general de Comisiones Obreras.
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