El rastro de Millet
Dos juzgados y una comisi¨®n parlamentaria persiguen la corrupci¨®n del 'caso Palau'
A un a?o del estallido del caso Palau, siguen apareciendo nuevos elementos que muestran la enorme tela de ara?a que tejieron F¨¨lix Millet y su mano derecha, Jordi Montull, en la sociedad catalana. Algunos pol¨ªticos y empresarios convirtieron en realidad los deseos, sugerencias y aspiraciones de los saqueadores del Palau de la M¨²sica, del que llegaron a desviar, seg¨²n datos de los nuevos administradores, m¨¢s de 35 millones de euros. El apellido Millet franqueaba todas las puertas.
Ahora dos juzgados de Barcelona, as¨ª como una comisi¨®n parlamentaria de la C¨¢mara catalana, intentan desenredar el ovillo de la corrupci¨®n que interpela permanentemente a una sociedad que, entre perpleja e irritada, no deja de preguntarse c¨®mo fue posible un esc¨¢ndalo semejante, burlando todos los controles. El sumario m¨¢s importante es el que lleva con notable parsimonia el juez Juli Solaz. El Juzgado de Instrucci¨®n n¨²mero 30 a¨²n no tiene los informes de la Agencia Tributaria, que detect¨® el saqueo gracias al seguimiento de los billetes de 500 euros. Dicho juzgado orden¨® las escuchas telef¨®nicas de Millet y Montull despu¨¦s de la irrupci¨®n de los mossos en el Palau; y dej¨® en libertad a la pareja de saqueadores, permiti¨¦ndoles as¨ª sacar a placer documentos de la instituci¨®n saqueada.
Otra cosa es M¨ªriam de Rosa, juez que investiga el proyecto del hotel del Palau y tiene en prisi¨®n a la pareja desde la semana pasada y, previsiblemente hasta dentro de unos d¨ªas. La acusaci¨®n es de tr¨¢fico de influencias y apropiaci¨®n indebida. Los imputados -cuya n¨®mina se ampliar¨¢ previsiblemente la pr¨®xima semana a dos altos cargos del Ayuntamiento de Barcelona y uno de la Generalitat- llevaron a cabo una ins¨®lita operaci¨®n que en opini¨®n del fiscal y de la juez franque¨® las salvaguardas de control urban¨ªstico.
Por ¨²ltimo, la comisi¨®n parlamentaria que investiga la supuesta financiaci¨®n de Converg¨¨ncia a trav¨¦s del Palau no hace m¨¢s que confirmar lo avanzado por los medios. Hay empresas que ni sus propios empleados ni el Palau reconocen que hayan trabajado para el auditorio modernista, a pesar de haber percibido sumas millonarias. Algunas de esas firmas han realizado el buzoneo electoral de CiU. Y hay constructoras que han volcado 11 millones de euros en el Palau y que jam¨¢s han preguntado qu¨¦ se hac¨ªa con ese dinero. En cualquiera de los tres frentes, el pasmo no deja de crecer. El rastro de Millet se antoja infinito.
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