Ay, falleras
En plena desaz¨®n de recortes y reajustes. Caminando disciplinadamente hacia la recesi¨®n, con el resto de Europa, mientras Obama el Congratulador sigue las recetas contrarias. Con la perplejidad que produce el c¨ªnico anuncio de que el nuevo yugo laboral s¨®lo se aplicar¨¦ durante tres meses. As¨ª aparece el panorama cuando, de repente, ?una se?al!
Do?a Rita Barber¨¢ echa una mano al sufrido gremio de las falleras, a las que no va a fallar en estos tiempos duros de crem¨¤s a toda leche y ninots repentinos. Firme como un pitufo de jard¨ªn, la alcaldesa ha decidido que la fallera mayor en curso y su s¨¦quito disfruten, pese a la crisis, del crucero por el Mediterr¨¢neo habitual, tal como lo hicieron sus predecesoras desde que disponemos de memoria y hasta perdernos en la noche de los fuegos.
Cuando me enter¨¦ de que el precio de semejante embarque de la pe?a emperifollada iba a suponer un gasto de 32.000 euros, sufr¨ª el ataque de indignaci¨®n propio del caso. Confieso que me equivoqu¨¦. Por extempor¨¢nea que resulte la decisi¨®n de do?a Rita, mi sentido de la justicia se despachurra a la sola menci¨®n de esas dos palabras m¨¢gicas (fallera y crucero) unidas para un mismo prop¨®sito: sembrar los mares de hisp¨¢nico terror, al modo de la Armada Invencible.
Ante semejante gesta, ?qu¨¦ importa el dinero? Pi¨¦nsenlo, es una inversi¨®n. Podr¨ªamos patentar la idea y enviarla luego con sus damas a navegar por el Rhin, para bailarle a la Merkel unas danzas que la har¨ªan a?orar la bota comunista. La moza se ganar¨ªa un prestigio, y acabar¨ªan pag¨¢ndonos para que no la mand¨¢ramos.
Un nuevo acierto de los l¨ªderes valencianos, en su af¨¢n de proteger un oficio, el de fallera. Que es de los pocos que han sobrevivido a la destrucci¨®n sistem¨¢tica de buenos profesionales, llevada a cabo merced a los distintos recortes y reformas que vienen reproduci¨¦ndose provisionalmente desde hace a?os.
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