Recuperar el prestigio
En alg¨²n momento en un futuro muy pr¨®ximo habr¨¢ que plantearse c¨®mo recuperar el m¨ªnimo prestigio que el Tribunal Constitucional precisa para cumplir la funci¨®n que tiene encomendada. El desgaste que la instituci¨®n est¨¢ teniendo como consecuencia del recurso de inconstitucionalidad contra el Estatuto de Autonom¨ªa para Catalu?a es enorme. Y todav¨ªa queda el momento m¨¢s dif¨ªcil, que es el de dictar sentencia.
Hasta que no se dicte sentencia sobre la reforma estatutaria catalana no hay pr¨¢cticamente nada que hacer. De ah¨ª que ser¨ªa oportuno o bien que el tribunal con su actual composici¨®n dicte sentencia de manera inmediata o bien que, en el caso de que no sea capaz de hacerlo, se proceda a la renovaci¨®n sin demora de los magistrados cuyo mandato est¨¢ prorrogado. A partir de ese momento es cuando se podr¨¢ y se deber¨¢ hacer lo posible por recuperar un Tribunal Constitucional adecuado a lo que la Constituci¨®n dice que es.
En esa tarea de recuperaci¨®n del prestigio del Tribunal Constitucional tienen que participar todos los ¨®rganos constitucionales, ya que la designaci¨®n de los magistrados depende del Congreso de los Diputados, del Senado que decide con base en las propuestas de los parlamentos de las comunidades aut¨®nomas, del Gobierno y del Consejo General del Poder Judicial. De c¨®mo lleven a cabo esa tarea de selecci¨®n de lo magistrados todos estos ¨®rganos constitucionales depende en buena medida la que podr¨ªamos denominar legitimidad de origen del Tribunal Constitucional.
Obviamente la legitimidad de origen tiene que ser completada despu¨¦s con la legitimidad de ejercicio que los magistrados elegidos tienen que acreditar con su trayectoria en el desempe?o de su funci¨®n. Los magistrados tienen que acreditar que son realmente independientes en el ejercicio de la jurisdicci¨®n constitucional.
Por suerte es al Senado a quien corresponde designar a los pr¨®ximos cuatro magistrados cuyos mandatos llevan ya casi tres a?os prorrogados y, en consecuencia, existe una muy buena posibilidad de que, a trav¨¦s de los Parlamentos de las comunidades aut¨®nomas, se le hagan llegar propuestas de candidatos lo suficientemente variadas como para que se pueda proceder a la elecci¨®n de una manera razonablemente satisfactoria.
En este sentido, creo que debe ser valorada muy positivamente la decisi¨®n del Parlamento de Andaluc¨ªa de designar como candidato al actual presidente del Tribunal Superior de Justicia de Andaluc¨ªa, Augusto M¨¦ndez de Lugo. Hubiera sido deseable que la propuesta hubiera sido aprobada por unanimidad, aunque el hecho de que no hubiera ning¨²n voto en contra puede ser interpretado en cierta medida como una unanimidad f¨¢ctica. Es una se?al clara de la idoneidad no s¨®lo en abstracto sino en concreto del candidato para ser juez constitucional.
De esta manera, hay que proceder, a fin de que el Tribunal Constitucional vaya recuperando el tono vital exigible para que sea lo que debe ser. El PP deber¨ªa hacer un esfuerzo para proponer candidatos que tuvieran la posibilidad de tener una acogida similar a la que ha tenido la propuesta por el PSOE de Augusto M¨¦ndez de Lugo. No me entra en la cabeza que el PP no disponga de una veintena de candidatos entre los que seleccionar su propuesta. Un primer paso como este es el que la recuperaci¨®n del prestigio del Tribunal Constitucional exige.
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