Uno de los fallecidos sobrevivi¨® a la erupci¨®n del Nevado del Ruiz
Casi toda la familia de Mauricio Osorio, de 33 a?os, muri¨® en la explosi¨®n del volc¨¢n colombiano - La angustia domina a los allegados de los desaparecidos
El 11 de noviembre de 1985, Mauricio Osorio, colombiano, de 33 a?os, se salv¨® de la explosi¨®n del volc¨¢n Nevado del Ruiz. La subsecuente avalancha provoc¨® unas 25.000 v¨ªctimas. All¨ª muri¨® toda su familia, menos su padre. Esa buena suerte no lo acompa?¨® en la pasada noche de Sant Juan. ?l y su compatriota Jorge Serrano son dos de los 13 muertos arrollados por un tren Alaris cuando cruzaban la v¨ªa ferrea en la estaci¨®n de Casteldefells-Platja para celebrar la verbena con sus amigos.
Esta iron¨ªa tr¨¢gica la cont¨® Paola, pareja de Osorio, a algunos de sus conocidos antes de meterse en uno de los edificios de la Ciudad de la Justicia, situada en el l¨ªmite entre Barcelona y L'Hospitalet de Llobregat. Ella estaba con las dos v¨ªctimas en el momento del accidente. Se salv¨® de milagro. Es por eso que, en medio del caos de los trabajos de identificaci¨®n, ya hab¨ªa casi desde el principio dos cuerpos con nombre. Los tres viv¨ªan en la poblaci¨®n Santa Perpetua de Mogoda (Barcelona).
Unas 60 familias buscaban a sus seres queridos, pero solo hab¨ªa 12 fallecidos
"Ojal¨¢ est¨¦ con una novia", dijo ayer el padre de uno de los desaparecidos
Osorio lleg¨® a Espa?a hace un par de a?os merced a un acuerdo con el Servicio Nacional de Aprendizaje de Colombia; Serrano lo hizo gracias a una oferta de trabajo que le hizo un cu?ado. "Mauricio trabajaba en un Carrefour y estaba en proceso de pedir la regrupaci¨®n de sus dos hijas que siguen en Colombia. Jorge estaba en el paro y viv¨ªa aqu¨ª con su familia", explic¨® ayer Mauricio Nore?a, compa?ero de la Asociaci¨®n Colombia Viva Catalu?a, a la que pertenec¨ªan las v¨ªctimas.
"Eran amigos, ven¨ªan de la misma ciudad (Ibagu¨¦) y llegaron a la asociaci¨®n buscando c¨®mo montar su propio negocio", cont¨® otra amiga, Sandra Rodr¨ªguez.
Su historia era una de las que ayer se escuchaban a las puertas de estas instalaciones judiciales, que vivieron su momento m¨¢s luctuoso desde su inauguraci¨®n el a?o pasado.
Otra era la de un grupo de j¨®venes ecuatorianos que buscaban a dos de sus amigos y relataban su experiencia: "Nos dej¨® el tren en Castelldefels-Platja, esperamos que se fuera, y al ver que el acceso por arriba estaba cerrado cruzamos; en eso lleg¨® el tren y empez¨® a arrollar a la gente", explic¨® Quini, un joven de 20 a?os de origen ecuatoriano. "Como yo, la mitad no sab¨ªamos que hab¨ªa un paso inferior porque llev¨¢bamos mucho tiempo sin ir all¨ª y no estaba se?alizado".
Con Quini estaban Adam y Jos¨¦ Antonio, ecuatorianos tambi¨¦n, y otros amigos que iban a la playa a celebrar la verbena; de hecho en Ecuador hay una fiesta similar llamada Inty Raymi, que tiene or¨ªgenes incas. "El tren ven¨ªa sin luces, pit¨® y despu¨¦s de atropellar a la gente las encendi¨®; vi como saltaban los trozos de personas", asegur¨®. La investigaci¨®n parece indicar que no fue as¨ª.
"Fuimos unos veinte amigos, y tras el accidente dejamos de ver a dos: Diego y Alberto. En Castelldefelfs no est¨¢n, tampoco han sido ingresados, nos han dicho que vengamos aqu¨ª pero nadie sabe nada", se lamentaba Quini, protegi¨¦ndose del sol bajo una de las raqu¨ªticas acacias que rodean los edificios judiciales.
Mientras, Adam se quejaba que en previsi¨®n de la gente que se esperaba no abrieran la salida que estaba cerrada. "La abrieron despu¨¦s del accidente, ?por qu¨¦ no lo hicieron antes? ?Que se dejen de tonter¨ªas, hemos perdido a dos personas muy importantes por no hacer las cosas bien! Y ahora nos mandan otra vez a Castelldefels porque aqu¨ª nadie sabe nada de ellos". Por fin, a las dos de la tarde, el grupo, repartido en varios coches particulares, parti¨® de nuevo hacia Castelldefels.
Montserrat Tura, consejera de Justicia del Gobierno cat¨¢l¨¢n, anunci¨® por la ma?ana que la cafeter¨ªa de la Ciudad de la Justicia se habilitar¨ªa para acoger a los familiares que se trasladar¨¢n hasta all¨ª. A partir de las tres del mediod¨ªa comenz¨® un goteo incesante de personas que creci¨® a lo largo de la tarde hasta alcanzar las 60 familias. La mayor¨ªa eran grupos de seis o m¨¢s personas, de edad diversa, en los que no faltaban ni?os ni termos para hacer mate. A las cuatro y media, seis veh¨ªculos custodiados por la Guardia Urbana de Castelldefels trajeron a los familiares que se hab¨ªan desplazado hasta all¨ª. Entre el grupo no estaban Quini y sus amigos. Llegaron poco despu¨¦s, entre lloros, y se fundieron en un abrazo con otro grupo de personas que se dirig¨ªa al interior del edificio. Diego y Alberto segu¨ªan sin aparecer. Llevaban m¨¢s de 17 horas sin saber nada de ellos.
A¨²n por la ma?ana, Luis Alberto Le¨®nidas buscaba a su hijo de 21 a?os. "Sali¨® ayer a las cuatro de la tarde, fue a Castelldefels y todav¨ªa no ha vuelto a casa. Espero que est¨¦ con una novia", dijo con una esperanza que empezaba a escasear.
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