Un paisaje cargado de historia
Madrid, en su posici¨®n defensiva de cornisa, muestra tres cerros que definen la silueta de la ciudad: al norte la monta?a del Pr¨ªncipe P¨ªo, donde hoy se asienta el Templo de Debod; en el centro la meseta donde estuvo la alcazaba ¨¢rabe, despu¨¦s el alc¨¢zar cristiano y posteriormente el palacio Real; y al sur de la barranca por donde los madrile?os sal¨ªan hacia Segovia, el alto de Las Vistillas desde el que se divisa todo el valle por el que discurre el curso del r¨ªo Manzanares.
Como no pod¨ªa ser de otra manera, el valor estrat¨¦gico y las vistas desde este ¨²ltimo lugar van acompa?ados de una importancia hist¨®rica similar, convirti¨¦ndose, tras perder su valor defensivo inicial, en una posesi¨®n privilegiada de ciudadanos y fundaciones ilustres. All¨ª se alz¨® el convento medieval de San Francisco, precedente del construido por el arquitecto siciliano Francisco Sabatini hacia 1775 y demolido a mediados del siglo XX, del que todav¨ªa quedan importantes restos bajo la actual Dalieda, y la huella de su claustro en la fachada lateral de la imponente mole de la iglesia hom¨®nima, obra de fray Francisco Cabezas y Jos¨¦ de Hermosilla rematada por el propio Sabatini.
Bajando por la aleda?a calle del Rosario, donde est¨¢ el actual parque de la Cornisa, se hallaban las casas y jardines de la familia Gil y M¨®n, visibles en el plano de Pedro de Texeira de 1656, y cuyo muro l¨ªmite hacia la cuesta de las Descargas a¨²n muestra importantes lienzos antiguos, apreciables entre las hiedras que los cubren.
Frente a la cuesta de Segovia se extend¨ªa la posesi¨®n que fue de la princesa de Melito, de los duques del Infantado y la princesa de Salm Salm, y de los duques de Osuna, con un jard¨ªn que se fue transformando y ampliando hasta convertirse entre los siglos XVIII y XIX en un lugar clave de la aristocracia ilustrada de Madrid y uno de los primeros jardines paisajistas de Espa?a junto con El Capricho de la Alameda de Osuna -de la misma familia propietaria de este-, el del Pr¨ªncipe en Aranjuez, y el de Robledo -pr¨®ximo a La Granja de San Ildefonso-.
El antiguo palacio de los siglos XVII al XIX, desapareci¨® para dar paso a la construcci¨®n del Seminario Conciliar a inicios del siglo XX, pero el lugar conserva la impronta verde de su antiguo parque; buena parte de la topograf¨ªa donde se reconocen las posiciones de los parterres, glorietas y algunos senderos; e importantes tramos de las tapias del siglo XVIII que forman un recinto perimetral recogido con declaraci¨®n de Bien de Inter¨¦s Cultural por ser parte de la Real Cerca de Felipe IV, y que incluye tramos anteriores a la creaci¨®n de la misma en 1625, como el muro de pedernal del extremo norte, muy poco estudiado, y con caracter¨ªsticas que lo datan con anterioridad a esa fecha; encerrando desde siempre un ¨¢rea arbolada presente en toda la iconograf¨ªa de Madrid, desde el citado plano de Texeira, hasta cuadros como la c¨¦lebre pradera de San Isidro reflejada por Goya, o la foto de Clifford de 1856.
Este paisaje singular y esta acumulaci¨®n de presencias hist¨®ricas de primer orden merecen un especial cuidado y respeto que no se aviene con nuevas construcciones y planes apresurados, pues Madrid se juega sus se?as de identidad y pone en peligro un riqu¨ªsimo potencial insuficientemente estudiado y valorado.
Vicente Pat¨®n es arquitecto y presidente de Madrid, Ciudadan¨ªa y Patrimonio.
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