A verlas venir
Rajoy apunta, pero sigue sin plantear una alternativa reconocible en materia econ¨®mica
El l¨ªder de la oposici¨®n, Mariano Rajoy, compareci¨® ayer ante representantes del mundo econ¨®mico y empresarial para, supuestamente, exponer las l¨ªneas generales de su programa econ¨®mico. La sensaci¨®n general fue frustrante. Es cierto que faltan casi dos a?os hasta las elecciones y, por tanto, pod¨ªa intentar el equilibrio dif¨ªcil entre un compromiso expl¨ªcito con medidas concretas y la conservaci¨®n de un amplio margen de maniobra para el futuro. Pero de la intervenci¨®n de Rajoy se deduce que sigue confiando m¨¢s en el desgaste de Zapatero que en las virtudes de su inexistente programa, por m¨¢s que el intento de al menos plantear un esbozo de prioridades podr¨ªa indicar una cierta conciencia de las limitaciones de la estrategia de estar a verlas venir.
El recorte del gasto p¨²blico adoptado por el Gobierno, as¨ª como el decreto sobre la reforma laboral y las medidas para consolidar el sistema financiero, han trastocado los datos de partida del debate pol¨ªtico. Ante la nueva realidad, la oposici¨®n no pod¨ªa limitarse a seguir oponiendo negativas a las iniciativas de un Gobierno que ha empezado a adoptar medidas a la altura de la gravedad de la crisis; medidas que coinciden, por lo dem¨¢s, con las que est¨¢n planteando los restantes pa¨ªses de la zona euro. Rajoy sigue en el terreno del deber ser, o en el de "yo ya lo dije" (que hab¨ªa que controlar el d¨¦ficit) como si eso le eximiera de decir ahora c¨®mo combatirlo.
La novedad fue propugnar que se incluya en la Constituci¨®n, como hizo Alemania, la obligaci¨®n de no superar determinado nivel de d¨¦ficit. Aparte de la dificultad pol¨ªtica para llevar a buen fin una iniciativa que requerir¨ªa reformar la Constituci¨®n, y de la discutible conveniencia de atarse las manos hasta ese punto, la propuesta revela la voluntad de mantenerse en el nivel m¨¢s gen¨¦rico, el constitucional, para no entrar en compromisos concretos. Es decir, el de c¨®mo atajar -recortando qu¨¦ gastos- el d¨¦ficit realmente existente. Se limit¨® a sugerir una imprecisa reforma de las Administraciones p¨²blicas, necesaria en cualquier caso pero incapaz de ofrecer los resultados inmediatos que se necesitan.
Otro tanto hizo con la reforma laboral, evitando pronunciarse sobre el decreto reci¨¦n convalidado y subrayando ¨²nicamente que la negociaci¨®n colectiva debe plantearse a nivel de empresa. Otros temas, como la reforma energ¨¦tica o la de la educaci¨®n, fueron planteados en el mismo nivel generalista, con el agravante, en el caso de la educaci¨®n, de que propuso hacer aquello que su partido acaba de boicotear: un pacto capaz de mantener su vigencia esencial con cualquier Gobierno. Y ello pese a que, al descartar la insinuaci¨®n de Arenas, dijo que "pactos de Estado, s¨ª; coalici¨®n de Gobierno (con el PSOE), no". ?En qu¨¦ tema era m¨¢s necesario un pacto que en la Educaci¨®n? La misma falta de credibilidad de la que Rajoy acusa al Gobierno es la que ¨¦l sufre cuando propone iniciativas que ha saboteado, o cuando recurre a la teor¨ªa para no pronunciarse sobre la realidad.
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