B¨¦lgica, al mando
Las dificultades de partida para su presidencia de la UE no deben convertirse en coartada
Espa?a cede a B¨¦lgica la presidencia de turno de la Uni¨®n Europea en un momento dif¨ªcil. La aplicaci¨®n del Tratado de Lisboa, en particular el desarrollo de sus aspectos institucionales, tiene a¨²n que recorrer un largo camino; y, por su parte, B¨¦lgica accede a la presidencia inmediatamente despu¨¦s de unas elecciones que han dado paso a una situaci¨®n pol¨ªtica interna enteramente nueva. El triunfo de los independentistas en el pa¨ªs que alberga la sede de las principales instituciones europeas parece una met¨¢fora de las tensiones que vive la propia UE, hostigada por la tendencia a la renacionalizaci¨®n de las pol¨ªticas por parte de los pa¨ªses de m¨¢s peso.
Los datos de partida no permiten esperar grandes avances durante el pr¨®ximo semestre. Pero en ning¨²n caso deber¨ªan convertirse en coartada. La crisis econ¨®mica exigir¨¢ decisiones adicionales para contrarrestar sus efectos m¨¢s agudos y seguir avanzando en la coordinaci¨®n de los Veintisiete para colmar la ausencia de una pol¨ªtica econ¨®mica com¨²n. El papel de la presidencia de turno contin¨²a siendo importante, pero la UE cuenta con nuevas instancias de direcci¨®n que ahora m¨¢s que nunca deber¨¢n demostrar su utilidad.
Junto al riesgo de par¨¢lisis, el semestre que se inicia obligar¨¢ a conjurar otro dif¨ªcil de prever tras la aprobaci¨®n del Tratado de Lisboa: la consolidaci¨®n de pr¨¢cticas no institucionales bajo la presi¨®n de problemas que, como los ataques contra el euro, requer¨ªan respuestas inmediatas. La falta de iniciativa de la presidencia espa?ola en momentos concretos ha servido para que algunos pa¨ªses asumieran in extremis el tim¨®n. Salvaron la situaci¨®n y ser¨ªa injusto hacerles ning¨²n reproche. Pero no debe olvidarse que el proyecto europeo consiste en una institucionalizaci¨®n de las decisiones, no en un reconocimiento t¨¢cito del liderazgo de los grandes en circunstancias dif¨ªciles.
Las prioridades que la realidad ha impuesto durante el semestre de presidencia espa?ola de la Uni¨®n siguen vigentes al iniciarse el de B¨¦lgica. Se trata, adem¨¢s, de prioridades que ni obedecen al dise?o previo del pa¨ªs que ejerce la presidencia ni permiten resignarse a la inacci¨®n. No ser¨¢ solo responsabilidad de B¨¦lgica avanzar en una pol¨ªtica com¨²n que fortalezca al euro y preserve la prosperidad de Europa, sino tambi¨¦n de las nuevas instituciones creadas por el Tratado de Lisboa, obligadas a suplir cualquier carencia.
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