El sol te?ido de rojo
Las peque?as y medianas editoriales se han embarcado en la tarea de traducir con calidad rarezas de la literatura japonesa que no habr¨ªan encontrado eco en otras editoriales m¨¢s dedicadas a los Murakami de rigor. Obras nunca antes traducidas como Los a?os verdes, de Mishima (C¨¢tedra, 2009), conviven en las librer¨ªas con conversaciones kafkianas entre marcianos o revueltas sociales en el interior de un pesquero de cangrejos.
Se pueden decir, y se dicen, muchas cosas de Kanikosen El Pesquero, de Takiji Kobayashi (?tico de los Libros, 2010). Unos hablan de su tono social y de protesta, con su tanto de llamadas a las barricadas y su mucho de descripci¨®n hiperrealista de las lamentables condiciones de vida y trabajo de los pobladores de un barco-f¨¢brica de conservas en los l¨ªmites de la costa rusa de Kamchatka. Otros destacan el fen¨®meno editorial que ha supuesto el ¨¦xito de la reedici¨®n de una obra publicada en 1929 entre una juventud posrob¨®tica lectora de novelas en los m¨®viles. Todos coinciden en el fin tr¨¢gico de su autor, detenido, torturado y muerto a consecuencia de la paliza propinada por la polic¨ªa debido a su afiliaci¨®n al partido comunista. Si cualquiera de estas cuestiones constituir¨ªa suficiente atractivo para animar a su lectura, Kanikosen es adem¨¢s una rareza en el panorama editorial, y no tanto por su calidad literaria, que no le falta, sino porque constituye una de las pocas oportunidades que vamos a tener de ver traducida a una lengua comprensible una obra de literatura social o de protesta escrita por un japon¨¦s. Desde la mera perspectiva de una sociedad que ha mantenido, no sin muchas incongruencias, una estructura cuasifeudal, en donde se protesta poco y se acata mucho, resulta sorprendente pasar de los sakura en flor a una revuelta obrera en un pesquero. Libro, pues, de lectura ¨¢gil, fuerte en las descripciones y pobre en los di¨¢logos, que pierde br¨ªo con un final un tanto pueril y panfletario.
Y si de rarezas se trata, Id¨¦ntico al ser humano, de Kobo Abe (Candaya, 2010) -en su momento, tambi¨¦n miembro del minoritario Partido Comunista Japon¨¦s-, constituye otra obra que sorprende por lo mucho que se distancia de la tradici¨®n literaria japonesa. Abe, lejos de ser un imitador del estilo occidental, pasa a ser un escritor universal que se lee con igual inter¨¦s que olvido de su nacionalidad. En Id¨¦ntico... vuelve a la novela del absurdo que ya practicase en la Mujer de arena (Siruela, 1989), pero esta vez a trav¨¦s de un presentador radiof¨®nico del programa humor¨ªstico Hola, marciano quien, mientras espera nervioso la cancelaci¨®n de su programa a causa de la evidencia cient¨ªfica de la inexistencia de vida en Marte, recibe la visita de un orate que manifiesta ser un marciano, eso s¨ª, id¨¦ntico al ser humano. Sin duda, los que le comparan con Kafka o Beckett no se equivocan: el final de esta obra no nos puede recordar m¨¢s a El proceso.
En la l¨ªnea de identidad-ser humano-rareza, Osama Dazai narra en Indigno de ser humano (Sajal¨ªn, 2010) la vida desgraciada de Yozo, joven estudiante de provincias que se dedica de modo sistem¨¢tico e incomprensible a destrozarse a base de bebida, morfina y shinju, suicidio ritual este que consiste en anudar el cuerpo con el de la amada y tirarse a una superficie de agua con la suficiente profundidad para no sobrevivir al intento. Los paralelismos con la vida del autor son tan abrumadores que no podemos dejar de ver en el joven Yozu al propio Dazai, a su familia de provincias con posibles, sus cuatro intentos de suicidio y las adicciones a las que dedic¨® su vida. La obra supone una perfecta descripci¨®n de la frustraci¨®n de no estar a la altura, de suspender en el contrato social (el shikkaku del t¨ªtulo en japon¨¦s significa suspendido, no aprobado) que tantas frustraciones genera en las nuevas generaciones japonesas. Es, en definitiva, la historia de un hikikomori encerrado en el alcohol y la morfina.
Bajo la influencia no admitida de esta obra, Mishima escribi¨® sus Confesiones de una m¨¢scara, obra previa (con Sed de amor de por medio) de Los a?os verdes, obra in¨¦dita en una lengua occidental, magistralmente prologada y anotada por Carlos Rubio. Sin llegar a la autobiograf¨ªa, en Los a?os verdes Mishima, como de costumbre y a trav¨¦s de varios personajes, habla de s¨ª mismo y de sus obsesiones en la m¨¢s pura tradici¨®n de la "novela del yo" (watakushi shosetsu). Tambi¨¦n de nuevo saca su material de hechos reales (como ya hiciera en Kinkakuji o Despu¨¦s del banquete) para contarnos la ascensi¨®n y ca¨ªda de Makoto, estafador profesional y trasunto de Akitsugu Yamazaki, quien, tras montar en 1949 un esquema de Ponzi-Madoff y dejar un descubierto de treinta millones de yenes, acab¨® suicid¨¢ndose con cianuro. Todo muy moderno y aprovechado por un Mishima que de nuevo de manera brillante da rienda suelta a su yo.
Si estamos un tanto hartos de tanta complejidad y sufrimiento autoinfligido, tal vez sea el momento de volver a las japoner¨ªas de rigor y sumergirnos en la lectura de historias de samur¨¢is valerosos y suicidas, guiados por una concepci¨®n de las relaciones de honor y vasallaje que requiere hacerse un diagrama de flujo para su comprensi¨®n. Para esto, nada mejor que Historias del antiguo Jap¨®n, de Algernon Freeman-Mitford (Erasmus Ediciones, 2009). Freeman-Mitford, bar¨®n de Redesdale, bot¨¢nico, diplom¨¢tico, coleccionista y escritor ingl¨¦s, cay¨® rendido ante el ex¨®tico Jap¨®n, como su coet¨¢neo Lafcadio Hearn, reci¨¦n llegados ambos a un pa¨ªs obligado a abrirse al exterior. La obra no pod¨ªa empezar con otra historia de m¨¢s raigambre japonesa ni m¨¢s sabor que la de los 47 r?nins, paradigma de c¨®mo ha de comportarse el buen japon¨¦s en el intrincado mundo de deberes que siempre, por su contradicci¨®n, le obligan a cometer seppuku. El libro, que se completa con una colecci¨®n de cuentos infantiles, historias de fantasmas y sermones morales, es de lectura obligada para cualquier japon¨®logo que se precie.
Y si no, siempre nos quedar¨¢ el desde?oso gato meij¨ª de Soseki (Soy un gato, Impedimenta y Trotta, 2010), obra tan divertida como imprescindible que nunca defrauda. Puro Jap¨®n en rama.
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