Apoteosis de la pasi¨®n... y del arte
La muestra 'Lo sagrado hecho real', un viaje fascinante al barroco espa?ol, llega a Valladolid tras atraer a 285.000 personas en Londres y Washington
El hiperrealismo del Cristo yacente esculpido por Gregorio Fern¨¢ndez entre 1625 y 1630 es tan radical que su contemplaci¨®n ha llegado a producir desmayos entre el p¨²blico m¨¢s sensible. Sus u?as est¨¢n hechas con asta de toro, los ojos son de cristal y el efecto de sangre aut¨¦ntica en plena coagulaci¨®n se consigui¨® mezclando corteza de alcornoque con pintura roja. El fascinante efecto final concita tanta dosis de maestr¨ªa como de truculencia. Lo sagrado hecho real. Pintura y escultura espa?ola, 1600-1700, que hoy se abre al p¨²blico en el museo San Gregorio de Valladolid tras pasar por las sedes de la National Gallery en Londres (200.000 visitantes) y Washington (85.000), recoge los momentos cumbre del barroco espa?ol.
La escultura vertebra esa apoteosis del sufrimiento que es la exposici¨®n
La vocaci¨®n no confesada de la muestra es relatar c¨®mo la Iglesia cat¨®lica recurri¨® a los grandes artistas como propagandistas de su mensaje. Son las grandes compa?¨ªas religiosas (jesuitas, franciscanos, mercedarios calzados...) las que encargan y pagan obras sobre la muerte y el sufrimiento en su versi¨®n m¨¢s cruda. Se puede ver a pintores como Vel¨¢zquez o Zurbar¨¢n recreando con tormento momentos de la pasi¨®n de Cristo. Pero la presencia mayoritaria la tienen los escultores. Nada menos que 26 imponentes piezas de artistas como Gregorio Fern¨¢ndez, Mart¨ªnez Monta?¨¦s, Juan de Mesa, Alonso Cano, Manuel Pereira, Pedro de Mena o Jos¨¦ de Mora vertebran esta aut¨¦ntica apoteosis del sufrimiento. Est¨¢n los principales temas cat¨®licos de la Contrarreforma: las vidas de santos, la Inmaculada Concepci¨®n y la Pasi¨®n de Cristo.
Pese a que, a diferencia de Londres, en Valladolid se ha prescindido de la m¨²sica, el comisario de la muestra, Xavier Bray, asegura que esta exposici¨®n es la mejor de las tres versiones que ¨¦l ha organizado. "Aqu¨ª tenemos el peso del silencio", explica , "que puede ser m¨¢s sobrecogedor".
?C¨®mo se contemplar¨¢ esta exposici¨®n en un pa¨ªs que, como Espa?a, ya est¨¢ acostumbrado a ver este tipo de piezas en procesiones e iglesias? Bray no cree que la muestra pierda por eso su capacidad de perturbaci¨®n. "Estas obras fueron concebidas para los altares o para permanecer en la parte baja de las capillas. Nunca se las ha podido rodear visualmente. Son pocos quienes las han podido ver de tan cerca".
Pero lo fundamental para el comisario es dar a conocer un momento art¨ªstico del arte espa?ol que no ha sido correctamente valorado. "La escultura policromada espa?ola marca un momento ¨²nico en el g¨¦nero", recuerda Bray. "Son unos a?os en los que existe una separaci¨®n total entre los oficios, de forma que el escultor no puede pintar su obra y tiene que recurrir a los pintores. Juntos recrean piezas que nos recuerdan a las esculturas policromadas griegas. Se cuidan los detalles al m¨¢ximo. El cabello, por ejemplo, al primer golpe de vista, parece real. Parecen cabezas de emperadores romanos".
La fusi¨®n de dos disciplinas consigue impactar en salas en las que obras maestras como La meditaci¨®n de San Francisco, de Zurbar¨¢n, o El Cristo de la columna, de Vel¨¢zquez, se exponen junto a esculturas hiperrealistas como el Ecce Homo de Pedro de Mena, donde los chorros de sangre que asoman por las llagas obligan a desviar la mirada. En la b¨²squeda del realismo absoluto hay pinturas que rozan lo tridimensional, como el Cristo abrazando a San Bernardo, de Ribalta, representaci¨®n de una devoci¨®n no exenta de cierto erotismo.
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