La alegr¨ªa de los Beach Boys contagia Cap Roig
La banda californiana interpret¨® su legendario repertorio en el festival
La playa no estaba justo al lado, pero se pod¨ªa oler el mar gracias a la brisa que llegaba el viernes por la noche hasta los jardines de Cap Roig subiendo por la pendiente vegetal. All¨ª se hab¨ªa concentrado un p¨²blico maduro, de festival de verano con posibles, para recordar que un grupo llamado Beach Boys marc¨® algunos veranos ya lejanos, aquellos en los que la Costa Brava todav¨ªa no estaba embaldosada y los autom¨®viles no imitaban a las hormigas.
El tiempo ha ido descabalgando a los miembros de la banda, pero a¨²n quedan dos, y solo por ver a Mick Lowe y Bruce Johnston ya val¨ªa la pena abonar el precio de las entradas. Puestos en esta tesitura, el concierto fue un ¨¦xito.
Los Beach Boys del siglo XXI son como un tocadiscos animado cuya intenci¨®n es la rememoraci¨®n. Puede sonar un poco parad¨®jico que personas nacidas cuando estall¨® la guerra del Pac¨ªfico canten al surf, pero hoy por hoy son esas personas quienes mejor pueden defender el legado de un grupo que fue capital en el pop. Ese pensamiento anim¨® al p¨²blico durante toda la noche, ya que en definitiva el ¨¢nimo, la alegr¨ªa y el sentido del humor de dos casi septuagenarios result¨® de lo m¨¢s estimulante. De hecho, a su favor puede decirse que result¨® m¨¢s estimulante que entra?able. Lowe, con una colecci¨®n de anillos que podr¨ªan pagar la deuda externa de Sierra Leona y una camisa sorprendentemente discreta, ofici¨® de animador, mientras que Johnston se mantuvo en un discreto segundo plano parapetado tras el casi decorativo teclado y una rutinaria camisa de cuadros. Nada de colores chillones o geometr¨ªas vegetales amaz¨®nicas. Eso qued¨® para los asistentes que quisieron mimetizarse con sus propios recuerdos.
Solo por ver a Mick Lowe y a Bruce Johnston ya vali¨® la pena el concierto
El concierto tuvo el car¨¢cter de un popurr¨ª en el que las piezas iban sonando empalmadas, y cuando el repertorio no daba para m¨¢s, se dejaba paso a las versiones de cl¨¢sicos del rock. En la banda, nobleza obliga, cantaba hasta el conductor del autob¨²s, y dado que los dos veteranos no van sobrados de voz (se comprende), guitarristas, bater¨ªa, teclista y bajista (encargado del falsete) cubr¨ªan las lagunas construyendo las armon¨ªas vocales por las que los Beach Boys son leyenda. Bien, mito: la leyenda necesita m¨¢s fallecimientos. El repertorio, expuesto en un generoso recital de mas de hora y media, fue un repaso a todas esas hermosas canciones de juventud, naturaleza, seducci¨®n, deporte y confort propios de la California en bonanza. Todo, en conjunto, un buen ramillete de recuerdos que, evocados con oficio, marcaron una noche para sentirse un poquito m¨¢s joven. Aunque no fuese del todo verdad.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.