Culpables de votar al PP
La ¨²ltima saca realizada esta semana a iniciativa de la Fiscal¨ªa Anticorrupci¨®n de Alicante se ha cobrado, como es sabido, a once arrestados entre los que figuran el presidente de la Diputaci¨®n de esa provincia, siete empresarios y tres concejales del PP de Orihuela. Gente de poder¨ªo y de derecha fet¨¦n. Adem¨¢s, se han hecho 19 registros y, seg¨²n fuentes oficiales, se contemplan los delitos de cohecho, tr¨¢fico de influencias, prevaricaci¨®n, fraude y encubrimiento que el magistrado instructor va imputando al filo de las declaraciones, diligencias y pesquisas que se vienen efectuando desde hace dos a?os largos en el marco de la operaci¨®n policial denominada Brugal. O sea que, de improvisaciones, nada.
El asunto gira en torno al negocio de la recogida y tratamiento de la basura, y m¨¢s concretamente a la disputa por las millonarias adjudicaciones a cargo de los dineros p¨²blicos, un cap¨ªtulo econ¨®mico y municipal que en esa compleja comarca meridional de la Vega Baja nos remite a cualquiera de los muchos relatos en boga acerca de las mafias que, bajo una u otra identificaci¨®n familiar o territorial, prosperan por doquier. Una imagen pertinente de este episodio que glosamos bien podr¨ªa ser, precisamente, la de un vertedero atacado vorazmente por una bandada de gaviotas carro?eras, tan frecuentes ya en parajes urbanos de tierra adentro, donde se les ve, oye y padece.
Por dem¨¢s est¨¢ anotar que el suceso ha sido estos d¨ªas la estrella medi¨¢tica en Espa?a entera, con la salvedad vergonzante de Canal 9, como es habitual. De nuevo, la Comunidad Valenciana y la corrupci¨®n se han asociado en la noticia, como si este desgraciado fen¨®meno fuese el gran evento que la Generalitat del PP anda promoviendo para situarnos en el mundo mundial, al decir ir¨®nico de un periodista. Ni b¨®lidos, ni catamaranes: esc¨¢ndalos cocidos a fuego lento, salpimentados con personajes de tron¨ªo del bracete con alg¨²n tipo turbio o titular de unos temibles antecedentes penales. Ll¨¢mese Brugal -como es el caso- o G¨¹rtel, la expectaci¨®n est¨¢ garantizada.
No ha de extra?arnos que quien nos contempla desde fuera -o desde dentro, pues la vecindad no garantiza la lucidez- inquiera qu¨¦ demonios acontece por estos lares, qu¨¦ cables se nos han cruzado colectivamente para venir a parar en lo m¨¢s semejante a una comunidad fallida, despu¨¦s de haber sido hist¨®ricamente un pa¨ªs frustrado. ?Menuda deriva! Porque no olvidemos que a la par con la corrupci¨®n tambi¨¦n nos est¨¢ afligiendo el paro, el fracaso escolar, la anemia econ¨®mica -par¨¢metros en los que compartimos el liderazgo con las autonom¨ªas m¨¢s castigadas o menos capaces-, las desoladoras perspectivas y, para colmar el vaso de la purga, el peor de los gobiernos de la Generalitat padecido desde la Transici¨®n. Opaco, corrupto, empapelado y cautivo de sus inepcias, hoy es un lastre que nos ahoga.
A los dedos nos viene aquella antigua requisitoria del cantautor Paco Mu?oz: Qu¨¦ vos passa valencians?, preguntaba, y la cuesti¨®n permanece abierta, sin que sea f¨¢cil una respuesta, y menos de car¨¢cter ontol¨®gico, de esas que nos remiten al ser o la nada. Pues, a fin de cuentas, lo que nos pasa, pol¨ªticamente al menos, es lo que hemos propiciado votando en las urnas, cediendo a la banalidad y desmovilizaci¨®n que nos administra el PP. En este aspecto no cabe siquiera la presunci¨®n de inocencia. Somos, cuanto menos, presuntos culpables de votar la corrupci¨®n que nos roba y la ineficiencia que nos gobierna.
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