Visi¨®n de futuro (chino)
Con mi natural entusiasmo leo que, entre sus muchos proyectos para copiar parajes y hasta ciudades occidentales enteras, los chinos tienen la seria intenci¨®n de hacer algo con nosotros. Concretamente, un grupo de empresarios chinos se dispone a construir, en Xiamen, delante de Taiwan, una r¨¦plica de Cadaqu¨¦s. No es la primera ocasi¨®n en que el pueblo emblem¨¢tico de Dal¨ª se clona. Santo Domingo cuenta con una versi¨®n, es de suponer que con maracas, pero aquellos art¨ªfices caribe?os no tuvieron la delicadeza de comunic¨¢rselo antes al alcalde. Los asi¨¢ticos, en cambio, no dudaron en acudir en delegaci¨®n a la bella y pintoresca localidad de la Costa Brava, del Alto Ampurd¨¢n y, por ende, de Catalu?a, para comentar con el municipio su sofisticado planazo. Iban tambi¨¦n armados con todo tipo de ¨²tiles aptos para la clonaci¨®n disciplinada.
Todos contribuyendo a llenar las despensas chinas con cocochas, butifarras y chorizos"
Hasta ahora, las econom¨ªas florecientes, pero poco creativas, han gustado de copiar para alimentar su propio ego. Dubai tiene un calco del edificio Chrysler (y otro del mapamundi, con islas artificiales reproduciendo los continentes), y en ?frica, en Costa de Marfil, tienen un Vaticanito, que inaugur¨® adem¨¢s el anterior Papa. Los casinos de Las Vegas son un vivero de duplicados de oropel de las maravillas del planeta, reproducciones de ¨¦pocas antiguas y escenograf¨ªas m¨¢s o menos hollywoodianas. La misma China ya tiene -creo: es muy dif¨ªcil controlar a los chinos- una Seren¨ªsima, am¨¦n de una llamada Thames Town, situada a 30 kil¨®metros de Shanghai, que es algo as¨ª como un resumen ingl¨¦s con su pub, su iglesia y su tienda de fish & chips.
Se trata, por lo visto, de un negocio boyante, pues como los chinos son avispados, copian el continente, pero el contenido lo mejoran a base de superficies comerciales y otros lugares de lujo moderno que incitan a sus enriquecidas ¨¦lites, cada d¨ªa m¨¢s amplias, a gastarse los yuanes en casa. Un negocio floreciente, ya digo, pero para ellos.
?Qu¨¦ saca el hasta ahora dominante Primer Mundo de esa voracidad extremo oriental? En mi opini¨®n, nada, salvo la satisfacci¨®n de saber que lo uno se copia, pero ya saben c¨®mo se ponen los de Loewe, Gucci y compa?¨ªa cuando imitaciones de sus bolsos se venden en la calle. Me parece a m¨ª que deber¨ªamos cobrar royalties por la cesi¨®n del derecho a reproducir, y adem¨¢s muy altos. Por muy orgullosos que estemos de que, en un futuro no muy lejano (quiz¨¢ el proceso ya se halle en marcha) Chinch¨®n se convierta en Xin X¨®n, no deber¨ªamos descuidar que una aportaci¨®n chinesca contribuir¨ªa a aliviar nuestra deuda p¨²blica e incluso privada.
Ya ven, despu¨¦s de la privatizaci¨®n de las empresas estatales, a los pa¨ªses debilitados nos queda el recurso de ofrecer a los nuevos ricachones la honra de nuestro patrimonio nacional. Dicen que Grecia tiene en venta algunas de sus islas para entregarlas al mejor postor, propiedades particulares como la isla de Skorpios, otrora escenario del extra?o matrimonio compuesto por Jacqueline ex Kennedy, el magnate Onassis y su yate con taburetes realizados en piel de escroto de ballena autobiogr¨¢ficos. Tambi¨¦n dicen, aunque el Gobierno griego lo ha desmentido, que vender¨ªan a quien fuera una parte de Mykonos con su correspondiente ambientazo, propiedad p¨²blica (la isla, cuanto menos).
Es una hora de cambios crueles, lo s¨¦. Cuesta adaptarse. Sin embargo, m¨¢s vale que estemos preparados. Porque, me pregunto, ?no es posible que, al final, los chinos acaben siendo tan ricos que se queden con todos nuestros panoramas, incluso con Filadelfia, bien por adquisici¨®n bien por remedo?
Pienso que la soluci¨®n de vendernos para que nos copien, manteniendo el original en casa, ser¨ªa m¨¢s indolora. Tambi¨¦n debemos contemplar la posibilidad del mundo al rev¨¦s. Imag¨ªnense una legi¨®n de habitantes de nuestras autonom¨ªas trabajando como forzados, con horarios de veinte horas y con derecho a un cuenco de arroz cotidiano. Catalanes, vascos, andaluces, manchegos y etc¨¦tera, todos contribuyendo con nuestro esfuerzo a llenar las despensas chinas de cocochas, filetones, butifarras, rovellons, migas, chorizos, jamones de bellota y otros productos del cerdo (tan apreciado en el este asi¨¢tico). Lo mismo ocurrir¨ªa con el resto de los pa¨ªses europeos, ?por fin trabajando juntos para un mismo amo! ?La Uni¨®n Europea bajo la sandalia sedosa pero firme de aquellos pr¨®ceres!
Pi¨¦nsenlo. Los chinos empezaron as¨ª. Vean ad¨®nde llegaron.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.