Del exceso a la trascendencia
Mito y exceso. Con estos dos ingredientes y una perfecta amalgama de referentes est¨¦ticos que van desde el pop art hasta el muralismo mexicano, o de la pintura religiosa y renacentista al cine, David LaChapelle ha llegado a la cumbre en un territorio nada f¨¢cil: el mundo de la moda, la publicidad y el retrato de celebridades. Pero tras haberse convertido en el m¨¢s conocido e influyente profesional del medio, haber trabajado para las principales revistas y haber fotografiado a centenares de iconos relevantes de nuestra ¨¦poca, parece dispuesto a tomar distancia y buscar nuevos caminos para su creatividad. Quien durante a?os ha traducido en im¨¢genes los elementos que caracterizan y definen nuestro ca¨®tico mundo -el consumo, la violencia, el sexo, el ¨¦xito, la fama o el derroche-, y lo ha hecho mezclando en calculadas dosis la seducci¨®n y la belleza con la exuberancia, la provocaci¨®n y la denuncia, parece decirnos que ha llegado la hora de redimirnos de los excesos a trav¨¦s del equilibrio y la recuperaci¨®n de una espiritualidad perdida. Es este un claro giro en el siempre imprevisible e imaginativo David LaChapelle.
Esa cultura pop exacerbada hasta el l¨ªmite encuentra en las im¨¢genes de un Michael Jackson sagrado y redentor su m¨¢s rotunda expresi¨®n. No es la primera vez que LaChapelle incorpora referencias religiosas en sus obras. En una serie de 2003 ya inclu¨ªa a Jesucristo en diversos escenarios y situaciones cotidianas. Pero ahora, en las im¨¢genes de Jackson transfigurado, va a¨²n m¨¢s lejos y transforma el icono pop directamente en un icono religioso. El car¨¢cter de culto que adquiere la devoci¨®n por determinados personajes de la cultura de masas es interpretado aqu¨ª desde una vertiente que equipara su estatuto al de una figura sagrada que se sit¨²a un escal¨®n m¨¢s all¨¢ del mito. En otra de sus obras, ejecutada como una piedad, Jackson aparece como un personaje ejemplarizante y prof¨¦tico.
En sus ¨²ltimos trabajos, David LaChapelle reorienta ya ese gusto por el exceso que le caracteriza hacia un terreno m¨¢s trascendente y espiritual. Un ejemplo es la serie que realiza a partir de una interpretaci¨®n del Diluvio que Miguel ?ngel pint¨® en la Capilla Sixtina para mostrar el declive espiritual de una civilizaci¨®n volcada sobre lo material.
Pese a ello, su inclinaci¨®n hacia la belleza expl¨ªcita y la seducci¨®n no pierde fuerza. Un buen ejemplo de ellos son las dos obras que ha realizado tomando como referencia a Botticelli. En una de ellas ha convertido el cuadro Venus y Marte en una alegor¨ªa que denuncia el Saqueo de ?frica a manos de las potencias occidentales. Con esta relectura, LaChapelle ha conseguido la que probablemente sea una de sus mejores fotograf¨ªas hasta el momento. Con una digna Naomi Campbell encarnando el continente africano, la escena muestra con eficacia simb¨®lica la devastaci¨®n del territorio por las guerras, la codicia y la explotaci¨®n econ¨®mica. Una obra con la que LaChapelle hace buena definitivamente su afirmaci¨®n de que la belleza es la herramienta que utiliza para conseguir llegar al p¨²blico y plantear cuestiones problem¨¢ticas.
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