La contable que convulsion¨® el El¨ªseo
Las acusaciones sobre financiaci¨®n irregular del partido de Nicolas Sarkozy convierten el 'caso Bettencourt' en un incontrolable asunto de Estado
Esta es la historia de la extra?a semana en que una contable francesa desconocida de mediana edad desestabiliz¨® al El¨ªseo y monopoliz¨® ella sola, tal vez sin quererlo, toda la agenda pol¨ªtica de un pa¨ªs ya de por s¨ª convulso actualmente. Empez¨® el martes a las 5.15, cuando un periodista de radio despertaba al consejero de Comunicaci¨®n de Nicolas Sarkozy para preguntarle sobre las sorprendentes declaraciones de Claire Thibout en el peri¨®dico digital Mediapart.
Poco despu¨¦s, el secretario general del El¨ªseo, Claude Gu¨¦ant, pon¨ªa al presidente de la Rep¨²blica sobre aviso de la inesperada bomba con la mecha encendida que acababa de rodar hacia su pie: la ex contable de la mujer m¨¢s rica de Francia, Liliane Bettencourt, aseguraba en el citado peri¨®dico digital que la Uni¨®n por un Movimiento Popular (UMP), el partido de Sarkozy, se hab¨ªa beneficiado de 150.000 euros de los fondos de la millonaria para su campa?a electoral de 2007. Aportaba detalles que daban credibilidad al testimonio. La entrevista a?ad¨ªa que Sarkozy, cuando era alcalde de Neuilly, desde 1983 a 2000, hab¨ªa acudido, como otros pol¨ªticos de la derecha, a casa de los Bettencourt, situada en esa localidad de las afueras de Par¨ªs, a comer con ellos y a recibir despu¨¦s, en una salita contigua, sobres de tama?o mediano, engordados con billetes. "Aquello era un desfile", describ¨ªa la contable, seg¨²n Mediapart.
"Yo estoy fuera de esta historia", asegura el presidente franc¨¦s
La responsable de la contabilidad de Bettencourt afirma que financi¨® a UMP
El peri¨®dico digital se bloque¨® de la cantidad de visitas. La radio, la televisi¨®n, las webs de los peri¨®dicos, todo Francia, en suma, volvi¨® los ojos hacia el relato de la contable. La historia constitu¨ªa el ¨²ltimo cap¨ªtulo del caso Bettencourt, esto es, el inacabable, complicado y algo surrealista follet¨ªn compuesto de dinero, herencias, y odios familiares transformado, gracias a las grabaciones furtivas del mayordomo que llevaba la bandejita del caf¨¦ y los bombones, en un incontrolable asunto de Estado. El caso ha hundido a¨²n m¨¢s a Sarkozy en las encuestas.
Las grabaciones del mayordomo sacaron a la luz hace dos semanas algunos de los secretos que se coc¨ªan en una familia algo m¨¢s que rica con una hija que no se habla con la madre y una madre anciana y sorda con una mezcla peligrosa: 87 a?os y 17.000 millones de euros. Las conversaciones robadas revelaron, por ejemplo, que Florence Woerth, la mujer del hasta entonces intachable ministro de Trabajo, Eric Woerth, trabajaba para Bettencourt, quien, a su vez, regentaba una isla entera en las Seychelles y dos cuentas en Suiza sin declarar en ninguna parte.
As¨ª, cuando Francia a¨²n no hab¨ªa digerido lo del mayordomo y se hac¨ªan apuestas sobre cu¨¢ndo dimitir¨ªa Woerth, llegaba la contable de la casa y se?alaba al mismo Woerth, en su calidad ahora de tesorero de la UMP, como la persona que recibi¨® los 150.000 euros para la campa?a presidencial de Sarkozy.
Woerth, con una sonrisita de escayola como ¨²nico gesto, aseguraba ese martes por la ma?ana a una c¨¢mara que todo era falso antes de entrar a una reuni¨®n de trabajo. El El¨ªseo se apresur¨® a desmentir toda la informaci¨®n, pero no sab¨ªa c¨®mo contener la tormenta pol¨ªtica que amenazaba con ahogarle. Algunos diputados de la UMP reclamaban al presidente de la Rep¨²blica que cambiara el Gobierno; otros, que se dirigiera a los franceses en la televisi¨®n para aclararlo todo. El jefe del Estado, en una visita a un hospital, sin darse por aludido, se limit¨® a referirse al asunto de refil¨®n. Con un tonillo entre moralista, despectivo y solemne, afirm¨®: "?Qu¨¦ ¨¦poca esta, que se fija m¨¢s en el que crea el esc¨¢ndalo que en el que trabaja!". Martine Aubry, primera secretaria del Partido Socialista franc¨¦s (PS), resumi¨® todo en una frase: "Estamos ante una crisis moral".
Mientras tanto, Claire Thibout, sometida a una presi¨®n brutal, convertida de pronto en el testigo clave de un caso explosivo y resbaladizo, citada en todos los telediarios de Francia, perseguida por periodistas, en su casa, en su despacho y en su tel¨¦fono m¨®vil, decidi¨®, por consejo de su abogado (que es el mismo que el del mayordomo, por cierto), esconderse en casa de unos primos de su marido en Fourques (Le Gard), en el sur de Francia.
De 52 a?os, Thibout trabajaba en una consultor¨ªa antes de entrar, en 1995, a contar las entradas y salidas de la fortuna de los Bettencourt. Durante ese tiempo, adem¨¢s de rellenar los libros de contabilidad y de ir al banco a sacar miles de euros en efectivo para los gastos de la millonaria, Thibout guardaba, entre otros secretos de Liliane Bettencourt, la llavecita de la caja de seguridad de la agencia bancaria donde la anciana almacenaba sus mejores joyas.
En la guerra familiar, tom¨® parte por la hija. Testific¨® en contra del amigo de la anciana, el fot¨®grafo dandi Fran?ois-Marie Banier, acusado de aprovecharse de la madre hasta el punto de hacerse regalar obras de arte, cheques, seguros de vida y posesiones por valor de 1.000 millones. En 2008 fue despedida. El lunes, antes de hablar por tel¨¦fono con Mediapart, la polic¨ªa le interrog¨® en su casa como testigo dentro de la investigaci¨®n que llevaba a cabo por las grabaciones ilegales del mayordomo. Harta de verse acusada y acosada, se dijo a s¨ª misma: "Ya es hora de decir lo que pas¨®; despu¨¦s de todo, yo no tengo nada de qu¨¦ reprocharme".
En su propia casa cont¨® a la polic¨ªa que un d¨ªa de marzo o abril de 2007 el gestor de la fortuna de los Bettencourt Patrice de Maistre le hab¨ªa pedido 150.000 euros para financiar la campa?a de Sarkozy. Al d¨ªa siguiente, el martes, los investigadores de la brigada financiera se extra?aron al comprobar que en la entrevista concedida a Mediapart, la testigo era mucho m¨¢s expl¨ªcita, m¨¢s completa y m¨¢s reveladora y que, adem¨¢s, a?ad¨ªa algo, el peregrinaje de pol¨ªticos en busca de sobres al palacete Bettencourt, incluido el actual presidente de la Rep¨²blica, que a ellos no les hab¨ªa contado. As¨ª que, la polic¨ªa, como otros muchos, tambi¨¦n se lanz¨® a ese martes a perseguir por toda Francia a la contable que estaba haciendo tambalearse al El¨ªseo.
Fue localizada a las ocho de tarde. A la misma hora en que el ministro Woerth sal¨ªa otra vez en la televisi¨®n, a¨²n m¨¢s confuso e irritable que por la ma?ana, convertido en la encarnaci¨®n del naufragio del Gobierno de Sarkozy e insist¨ªa en que no iba a dimitir.
-Se?ora Thibout, ?las declaraciones que usted hizo ayer a Mediapart corresponden a su conversaci¨®n con el periodista?
-El art¨ªculo no reproduce fielmente lo que he dicho.
-?Cu¨¢les son las modificaciones?
-(...) Yo nunca he dicho que Sarkozy recibiera regularmente sobres.
Daba la impresi¨®n de que la contable iba a negarlo todo. Pero se reafirm¨® sobre la cuesti¨®n principal: "Ya les dije a sus colegas que Maistre me hab¨ªa pedido, antes de las elecciones, que fuera a buscar 150.000 euros. Yo le pregunt¨¦ que para qu¨¦ y ¨¦l me respondi¨® que iba a organizar una cena con el se?or Woerth para d¨¢rselos". La contable explic¨® de nuevo a la polic¨ªa que ella solo ten¨ªa autorizaci¨®n para sacar del banco 50.000 euros en efectivo. "Met¨ª en un sobre los 50.000 euros. Se lo di a madame Bettencourt. De Maistre me dijo que se mover¨ªa para conseguir el resto. Dijo: 'A veces, sirve el tener cuentas en Suiza".
El interrogatorio termin¨® a medianoche. Al d¨ªa siguiente, Sarkozy, al conocer la rectificaci¨®n parcial, al enterarse de que otras comprobaciones de la polic¨ªa desmontaban (parte) de lo relatado por la contable, exclam¨® a los suyos, seg¨²n ha contado Le Monde: "Yo ya estoy fuera de esa historia". Mientras, sus ministros eleg¨ªan para contraatacar una presa con un punto d¨¦bil: Mediapart, al que acusaron de comportamiento poco democr¨¢tico y m¨¦todos fascistas. El secretario de Estado de Empleo, Laurent Wauquiez, conociendo ese punto d¨¦bil, reclam¨® el viernes en la radio la grabaci¨®n de la entrevista. "Si no, dudaremos". No hay grabaci¨®n: Mediapart, un peri¨®dico compuesto en su mayor¨ªa por reporteros experimentados, no grab¨® a la contable, seg¨²n afirman.
Con el testimonio de la contable algo rebajado, sabiendo que no hay mucho riesgo de que lo que a¨²n mantiene se pueda probar jam¨¢s y con el peri¨®dico Mediapart tocado, Sarkozy prev¨¦ dirigirse ma?ana a la naci¨®n.
Mientras, todos, esperando la pr¨®xima tormenta, miran al palacete de Neuilly, habitado por una anciana millonaria sola y sorda que no se entiende con su hija, donde los mayordomos van con grabadora y los contables saben cosas capaces de aniquilar al Gobierno de Francia.
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