La antena, el obispo y la curandera
Las alquer¨ªas, las historias y los 'bungal¨®s' confluyen en la pedan¨ªa valenciana
![Pablo Ferri](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2Fc2003e6e-5a23-4c32-a186-028efada08b1.jpg?auth=feac767e906c444a1d78551021099aeccaea8f68a75ae64241d7cbfb911ae7be&width=100&height=100&smart=true)
?C¨®mo que usted cura? "S¨ª, curo, hago as¨ª [mueve las manos como asiendo un tobillo] y curo. Una vez vino el futbolista ese, ?c¨®mo se llama?, ese que jugaba en el Valencia, [Ricardo] Arias".
La se?ora Felicidad Conejo, esposa de Hilario Sancho, vive en la pedan¨ªa valenciana de Beniferri, en un caser¨®n antiguo con corral y perdices y una parra centenaria que plant¨® el abuelo de su marido. "Mi mujer tiene una carga el¨¦ctrica superior a la de los dem¨¢s", arguye el se?or Hilario, "se frota las manos con alcohol para limpiar los poros de grasa y las pone donde duele, as¨ª la electricidad fluye mejor". La casa de esta pareja octogenaria es una de las pocas alquer¨ªas antiguas del poblado. A escasos metros, decenas de bungal¨®s y fincas de nueva planta conforman el nuevo Beniferri, con su cancha de c¨¦sped artificial, su biblioteca, su centro de mayores y una antena quijotesca de telefon¨ªa m¨®vil asentada sobre un bloque de oficinas de Telef¨®nica.
Las mas¨ªas de Beniferri yac¨ªan en torno al Camino Real de Arag¨®n
"El Ayuntamiento pact¨® con Telef¨®nica dejar la antena de m¨®viles"
Los tanques custodiaron la antena en el golpe de Estado del 23-F
Una comunidad de nuevos vecinos mantiene un litigio con el Ayuntamiento de Valencia para que retire el complejo telef¨®nico, pero los a?os pasan y la antena sigue all¨ª. A escasos 100 metros hay una escoleta infantil. "El Ayuntamiento deb¨ªa quitar la antena, pues esa era su intenci¨®n hasta que pact¨® con la compa?¨ªa", alega Jos¨¦ Roca, abogado de los vecinos. "Ahora hace como que quiere, pero en realidad multa a Telef¨®nica con cantidades irrisorias y la antena sigue ah¨ª". Este esqueleto de cono met¨¢lico lleva all¨ª m¨¢s de 40 a?os y, al parecer, disfruta de una situaci¨®n privilegiada. De hecho, cuando los tanques tomaron Valencia en el golpe de Estado del 23-F, en 1981, algunos se quedaron guard¨¢ndolo.
Desde el patio de Hilario y Felicidad se ve el enorme complejo. Su calle es tranquila, de adoqu¨ªn. Desde la puerta, la vista alcanza a la torre del campanario de la iglesia y a alg¨²n que otro campo de labranza. Hilario, que naci¨® en el barrio, es propietario de alguno y habla con pasi¨®n de historia, tractores y hortalizas pues no en vano, es subs¨ªndico de la acequia de Tormos, una de las siete que riegan L'Horta. "Por aqu¨ª donde pisas [su calle] pasaba el antiguo Camino Real de Arag¨®n, que le dio la vida al pueblo... Pasaban muchos viajeros y pastores con manadas de animales camino al matadero; y ah¨ª enfrente [otra alquer¨ªa], estaba la casa convento que el rey Jaume I le regal¨® al obispo de Barcelona por haberle ayudado econ¨®micamente en la conquista de Valencia, en el siglo XIII. El obispo se la cedi¨® a unas monjas que estuvieron hasta la desamortizaci¨®n de Mendiz¨¢bal hacia 1835. Luego el Estado la subast¨®". Parece imposible tanta historia entre un pu?ado de mas¨ªas destartaladas; detr¨¢s de la iglesia ya no discurre el camino de Arag¨®n, la pista de Ademuz, con cuatro carriles por lado, destierra cualquier intento de imaginar a los vaqueros que hace siglos buscaban tierra ma?a a lomos de un caballo. Choca comparar las mas¨ªas y alquer¨ªas antiguas con los nuevos edificios, con las avenidas casi por estrenar del nuevo Beniferri moteadas de ¨¢rboles iguales, uno detr¨¢s de otro.
Joaqu¨ªn Mateo, responsable de la asociaci¨®n de vecinos de Beniferri, lamenta que no le hayan dejado ni un cuartito del centro de mayores, en la parte nueva, para instalar la oficina de la asociaci¨®n. "Y tampoco han quitado la antena ni han construido el colegio". Una modificaci¨®n del planeamiento urbano dej¨® al barrio sin su parcela escolar. Mateo, tallista retirado, ensaya su jubilaci¨®n con la asociaci¨®n y sus paseos. "Cuando llegu¨¦ estaba lleno de naranjos, de aqu¨ª hasta el Palacio de Congresos [al otro lado de la pista de Ademuz]". Tambi¨¦n hab¨ªa vides, pero ahora solo queda alguna parra, como las que tiene el se?or Hilario en su patio, con las que hace mistela. "Mira, mira", y sale a otro patio donde hay m¨¢s parras, estas cubiertas, para que los gatos las dejen tranquilas. La se?ora Feli, la que cura, se queda dentro de casa, que, lo que es la vida, tiene el brazo fastidiado.
![Vicent Tamarit, en Beniferri, donde fue muchos a?os alcalde ped¨¢neo.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/PG4FWGAWUXWV5C5LTLMAXUSWZU.jpg?auth=f91635a729a198b1669b404eff146303e349cb4a9ea6c675d25f5fac79c8232a&width=414)
Perdido entre carreteras y nuevas construcciones
- Superficie y poblaci¨®n: En la peque?a pedan¨ªa de Beniferri, a orillas de la pista de Ademuz en sentido entrada a Valencia, viven 900 vecinos, casi el doble que hace 20 a?os. Hay dos bares, un modesto supermercado y una peluquer¨ªa. Todo en algo menos de 50 hect¨¢reas.
- El casino y los obreros: Un nuevo casino abrir¨¢ en el barrio en las pr¨®ximas semanas. Los terrenos eran de unos vecinos del casco antiguo. Beniferri bulle de obra nueva; decenas de obreros trabajan todos los d¨ªas en los nuevos edificios, una actividad que contrasta con la tranquilidad de las casitas alrededor de la iglesia.
- La Guerra Civil: Cuando el se?or Hilario Sancho, vecino de Beniferri, era peque?o, acompa?aba a su padre a una trituradora el¨¦ctrica de trigo que hab¨ªa en La Parreta. Una vez, en 1936, se encontraron a 14 monjas asesinadas en el camino. "Recuerdo que eran 14 porque las contaba con los dedos; mi padre intentaba taparme los ojos, pero aun as¨ª las cont¨¦. Se me qued¨® grabado", narra.
- Ventajas: El casco antiguo parece un pueblecito con sus campos y alquer¨ªas. Los vecinos resaltan la tranquilidad del barrio.
- Inconvenientes: La falta de centro de salud, de colegio y de escoleta p¨²blica. La pista de Ademuz y las grandes avenidas (ronda sur, avenida de las Cortes Valencianas) aprisionan el barrio por todos lados.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Sobre la firma
![Pablo Ferri](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2Fc2003e6e-5a23-4c32-a186-028efada08b1.jpg?auth=feac767e906c444a1d78551021099aeccaea8f68a75ae64241d7cbfb911ae7be&width=100&height=100&smart=true)