Campeones del mundo
La Roja vence 1-0 en la pr¨®rroga a Holanda con un gol de Iniesta - La selecci¨®n consolida el liderazgo de una generaci¨®n deslumbrante
Un himno a la felicidad, sin demagogias: Espa?a es campeona del mundo, la epopeya que le faltaba al deporte espa?ol, que vive en la gloria tras una catarata de bienaventuranzas. Un gol de Iniesta para la eternidad se cant¨® en todo el pa¨ªs, y en otras fronteras, como un do de pecho. Un tanto romanceado que se demor¨® entre estremecedoras angustias hasta el minuto 116, en la pr¨®rroga. Una oda a la alegr¨ªa, la que despierta en el vencedor esta misa pagana que es el f¨²tbol, ese juego que desertiza las calles, congela algunas penalidades y lleva la rutina al olvido. Espa?a logr¨® una inyecci¨®n de universalidad, una derivada del f¨²tbol pese a quienes lo desde?an, despu¨¦s de un partido emotivo, turbado. Lo hizo ante una Holanda ¨¢spera, recia y con menos dicha, que evit¨® ese juego de orfebrer¨ªa que distingue a la selecci¨®n espa?ola.
Sucumbi¨® de igual forma ante un adversario tan capaz en el arte de lo imprevisto, tan embriagador y maduro. De todo le demand¨® Holanda, ca¨ªda en su tercera final, pero Espa?a super¨® uno a uno cada examen. Lo ha hecho durante todo el Mundial. Y cada examen aprobado rearmaba la confianza de un pa¨ªs en una generaci¨®n tan prodigiosa de futbolistas, tan sencillos como geniales. El pa¨ªs cre¨ªa en ellos y ellos se sab¨ªan queridos. La qu¨ªmica no era nada artificial. Por eso las calles espa?olas estallaron tras 120 minutos con el coraz¨®n en un pu?o. En Barcelona, en Madrid, en Bilbao. Era la selecci¨®n global de un pa¨ªs global que hoy homenajear¨¢ a sus h¨¦roes m¨¢s cotidianos. Una selecci¨®n que naci¨® en Viena y se doctor¨® en Sud¨¢frica.
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