El reto para las universidades europeas
Reducir la financiaci¨®n p¨²blica sin subir las tarifas puede hacer imposible alcanzar el proclamado objetivo de la "econom¨ªa del conocimiento". En vez de europalabrer¨ªa hay que fijarse en algunos modelos de EE UU
La pr¨®xima semana har¨¦ mi migraci¨®n anual de Oxford a Stanford. Estas dos universidades est¨¢n entre las mejores del mundo, pero la brit¨¢nica Oxford tiene un problema del que la estadounidense Stanford carece. De c¨®mo lo afronte, de c¨®mo le permita afrontarlo el Gobierno brit¨¢nico, podremos deducir hasta qu¨¦ punto el Reino Unido y Europa abordan con seriedad sus prop¨®sitos para el siglo XXI. Si, en los pr¨®ximos a?os, ni siquiera Oxford puede mantenerse en la misma superliga que Stanford, quedar¨¢ claro que toda la palabrer¨ªa sobre la "econom¨ªa del conocimiento" de Europa no es m¨¢s que eso, europalabrer¨ªa.
El desaf¨ªo de Oxford es espec¨ªficamente brit¨¢nico, pero tambi¨¦n t¨ªpico de Europa. En pocas palabras, se trata de que la financiaci¨®n p¨²blica va a sufrir unos recortes salvajes pero, al mismo tiempo, el Gobierno impide que la universidad cobre los honorarios que ayudar¨ªan a cubrir la diferencia. Las tarifas habituales de Oxford para estudiantes de grado brit¨¢nicos y de la UE no llegan a 3.300 libras (3.900 euros) al a?o. En cambio, la matr¨ªcula normal para estudios de grado en Stanford, para el curso 2010/2011, asciende a 38.700 d¨®lares (30.500 euros).
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Como en la norteamericana Stanford, cabe potenciar el mecanismo de las donaciones privadas
Oxford calcula que el coste medio de educar a cada estudiante es de unas 16.000 libras (19.200 euros). Poco m¨¢s de 3.000 libras proceden de los honorarios de matr¨ªcula, para los que el Gobierno proporciona pr¨¦stamos subvencionados a los alumnos brit¨¢nicos, y otras 5.000 libras proceden de la financiaci¨®n p¨²blica directa, a trav¨¦s del Consejo de Financiaci¨®n de la Ense?anza Superior. Por tanto, la propia universidad debe financiar la mitad restante de las 16.000 libras, a trav¨¦s de fondos, donaciones y otras fuentes de ingresos. Todo ello supone un gran esfuerzo para los recursos de la universidad. Y, a medida que se recorten los fondos del Gobierno, esa presi¨®n ser¨¢ cada vez m¨¢s aguda.
En su ¨²ltimo informe ante un comit¨¦ que est¨¢ estudiando la financiaci¨®n de la ense?anza superior, y que remitir¨¢ sus conclusiones al Gobierno en oto?o, Oxford plantea con franqueza el peligro que corre. "Las reputaciones", dice, "son dif¨ªciles de ganar, pero f¨¢ciles de perder".
El problema de Oxford consiste fundamentalmente en varias cosas. Se puede hablar sencillamente de "dinero". Se puede decir tambi¨¦n "libertad". Porque no hay duda de que, si se liberase de todas las restricciones gubernamentales y no creyese m¨¢s que en las glorias darwinianas del mercado libre, Oxford podr¨ªa aumentar sus tarifas lo indecible y, aun as¨ª, seguir atrayendo a estudiantes de todo el mundo. Pero la comunidad acad¨¦mica que constituye la Universidad de Oxford, como la sociedad general en la que est¨¢ inserta, no cree en un "lo que aguante el mercado" puro y libertario. Es decir, el reto de Oxford es c¨®mo combinar la libertad con otros valores europeos como la igualdad de oportunidades, la equidad, la justicia social y la solidaridad (entre otras cosas, con otros sectores del sistema de educaci¨®n superior) en una mezcla que produzca suficiente dinero para sostener la universidad como una instituci¨®n de investigaci¨®n y ense?anza de categor¨ªa internacional.
Otro problema m¨¢s amplio es no solo el de las matr¨ªculas, sino c¨®mo financia el Reino Unido la ense?anza superior en general. EE UU dedica el 2,9% de su PIB a la educaci¨®n superior. El Reino Unido dedica solo el 1,3%, ligeramente por debajo de la media de la OCDE, 1,4%. En EE UU, alrededor del 66% de los ingresos procede de fuentes privadas, y en el Reino Unido, el 35%. Creo que el comit¨¦ est¨¢ examinando todos estos aspectos estrat¨¦gicos, y me parece bien que lo haga.
El nivel de financiaci¨®n p¨²blica para la educaci¨®n superior y de posgrado debe formar parte del debate general sobre el gasto p¨²blico. ?Es mejor gastar 20.000 millones de libras en renovar el programa nuclear Trident o en las universidades? ?Por qu¨¦ hay que dejar sin tocar el Servicio Nacional de Salud si eso supone hacer unos recortes a¨²n mayores en otras ¨¢reas? Son decisiones que los brit¨¢nicos debemos tomar como naci¨®n. Pero tambi¨¦n es muy importante establecer un marco de pol¨ªtica p¨²blica para la financiaci¨®n privada y los ingresos por honorarios.
A pesar de la crisis econ¨®mica, la campa?a de recaudaci¨®n de fondos de Oxford se acerca ya a los 1.000 millones de libras, y no va a quedarse ah¨ª. Ayuda el car¨¢cter descentralizado y org¨¢nico de la universidad -Oxford lleva 900 a?os al borde de la anarqu¨ªa-, con 38 colleges independientes y aut¨®nomos y muchos m¨¢s principados, baron¨ªas y cantones acad¨¦micos, cada uno con su peque?o batall¨®n de apasionados fieles.
Aun as¨ª, no se puede eludir la cuesti¨®n de las matr¨ªculas. En un mercado acad¨¦mico globalizado, la disparidad con Stanford es excesiva. En el Reino Unido estamos de acuerdo en ciertos principios generales. La admisi¨®n de los alumnos debe basarse exclusivamente en los m¨¦ritos acad¨¦micos, sin tener en cuenta su situaci¨®n econ¨®mica, como en las mejores universidades estadounidenses; pero, a diferencia de EE UU, sin tener tampoco en cuenta de qui¨¦n son hijos. Aqu¨ª, la vergonzosa ventaja con la que cuentan los hijos de antiguos alumnos y donantes -lo que permiti¨® que George W. Bush entrara en Yale- ser¨ªa inaceptable. Y adem¨¢s de todo esto, el proceso debe animar a los solicitantes de origen menos favorecido, no disuadirles.
Es evidente que la perspectiva de endeudarse puede disuadir. Por ahora, Oxford parece estar en favor de la opci¨®n de los "honorarios aplazados". Los estudiantes no pagar¨ªan nada de entrada, sino que ir¨ªan devolviendo la matr¨ªcula despu¨¦s, descontando un peque?o porcentaje de sus ingresos cuando empiecen a trabajar y a ganar m¨¢s de, por ejemplo, 15.000 libras al a?o. Un impuesto para graduados, en otras palabras, pero en el que lo recaudado ir¨ªa directamente a la universidad que asumi¨® el coste inicial. Luego podr¨ªan perdonarse algunas deudas, por ejemplo a quienes se incorporen a profesiones valiosas para la sociedad, pero mal remuneradas.
Creo que Oxford deber¨ªa ser m¨¢s ambiciosa y tomar ejemplo de Stanford. Un adolescente estadounidense que tenga talento y proceda de una familia pobre sabe que, si estudia mucho en el bachillerato, entra en Stanford por sus propios m¨¦ritos y trabaja en alg¨²n empleo a tiempo parcial mientras hace la carrera, puede acabar sin tener ninguna deuda pendiente. El decano de Admisiones y Ayuda Econ¨®mica de Stanford, Richard Shaw, me ha contado c¨®mo funciona. Para casi uno de cada 10 alumnos, con unos ingresos familiares valorados en menos de 60.000 d¨®lares al a?o, la universidad se hace cargo por completo de la matr¨ªcula y el alojamiento. Hay muchos otros cuyas familias tienen unos ingresos entre 60.000 d¨®lares y 100.000 d¨®lares, y en esos casos no pagan nada de la matr¨ªcula. Para poder sostenerlo, la universidad aporta unos 70 millones de d¨®lares de su fundaci¨®n. Es decir, que una prestaci¨®n que podemos decir que es muy europea se obtiene mediante un instrumento muy estadounidense.
En mi opini¨®n, eso es a lo que deber¨ªa aspirar Oxford, aunque quiz¨¢ no de forma tan espl¨¦ndida. Con lo generosos que son nuestros donantes, en 10 a?os podr¨ªamos conseguirlo. Deber¨ªamos tener libertad para cobrar m¨¢s que otros, pero tambi¨¦n estar dispuestos a ayudar m¨¢s.
Como es natural, no hay m¨¢s que unas cuantas universidades en el Reino Unido -como solo hay unas cuantas en EE UU- que puedan aspirar a esto. Por eso, cualquier reforma de la educaci¨®n superior en el Reino Unido o en Europa en general debe regirse por un principio de autonom¨ªa, pero tambi¨¦n de diversidad y equidad. Deseo apasionadamente que mi universidad siga siendo una de las mejores del mundo, pero soy consciente de que eso no debe suponer un perjuicio para otras universidades.
No ser¨¢ posible alcanzar el objetivo de la "econom¨ªa del conocimiento", en ning¨²n lugar de Europa, sin invertir m¨¢s dinero en la ense?anza superior. En el caso de una universidad como Oxford, el marco para el cobro de honorarios y la obtenci¨®n de fondos es tan importante, al menos, como la financiaci¨®n directa del Gobierno. M¨¢s que "dadnos las herramientas y nosotros haremos el resto", se trata de "dadnos las reglas adecuadas y nosotros haremos el resto".
Timothy Garton Ash es catedr¨¢tico de Estudios Europeos en la Universidad de Oxford. Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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