En defensa de la Ley de Costas
No pocos ciudadanos asistimos perplejos a la reciente campa?a que pretende dejar sin virtualidad el esp¨ªritu de la Ley de Costas de 1988, en aras a la protecci¨®n de los chiringuitos de playa que, al parecer, se han constituido de repente (y con elecciones a la vuelta de la esquina) en elementos consustanciales a nuestra identidad nacional.
La Ley 22/1988 (y posteriormente el Tribunal Constitucional) viene a decir que el deslinde del dominio p¨²blico mar¨ªtimo terrestre tiene car¨¢cter declarativo y no constitutivo, al entenderse de todos lo que siempre fue de todos y nunca debi¨® pasar a manos particulares (nuestro litoral).
Los problemas est¨¢n apareciendo ahora porque, tras m¨¢s de 20 a?os de vigencia de la norma, la pereza administrativa del Estado ha propiciado que todav¨ªa se est¨¦n deslindando las distintas servidumbres que la misma prev¨¦. Los lectores han de saber que el r¨¦gimen transitorio de la ley es, cuanto menos, generoso: ante la colisi¨®n de derechos se prev¨¦n concesiones administrativas para los ocupantes del espacio p¨²blico de 30 a?os, prorrogables incluso por otros 30. Por tanto, todos tranquilos, los chiringuitos no desaparecer¨¢n al menos hasta el a?o 2070. ?No hab¨ªamos desterrado de nuestra cultura pol¨ªtica la vieja m¨¢xima de que lo que era de todos pod¨ªa ser disfrutado o rentabilizado por unos pocos?
?No se estar¨¢n escudando algunos pol¨ªticos en los chiringuitos para que algunas atrocidades urban¨ªsticas pasen a estar dentro de la legalidad y as¨ª eludir responsabilidades y continuar haciendo negocio? Atentos.
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