Las m¨²ltiples caras del toreo
Fuimos testigos ayer de varias caras del toreo. Verdad y apariencia. Aparentes verdades. En primer lugar, El Juli. Cogido dos d¨ªas antes (le hicieron una peque?a intervenci¨®n en el escroto), pod¨ªa haber renunciado a torear la corrida, dejando que otro le sustituyera. Pero poderoso es Don Dinero y le aconsej¨® al o¨ªdo, que de qu¨¦ se va a perder la ganancia de un mont¨®n de miles de euros. As¨ª que hizo el pase¨ªllo. Tore¨® a su primero con el pico de la muleta de manera exagerad¨ªsima. En su segundo, una res que era reina del calamocheo, El Juli hizo como que no iba para ¨¦l estar all¨ª. Hab¨ªa hecho un esfuerzo y el p¨²blico seguro que le disculpaba su pasotismo, al menos ese 14 de julio.
JANDILLA / EL JULI, CASTELLA, PERERA
Toros de Jandilla: escasos de fuerza y juego desigual.
El Juli: estocada (silencio); pinchazo, estocada y dos descabellos (silencio).
Sebasti¨¢n Castella: -aviso-, casi entera (dos orejas); estocada ca¨ªda (saludos); sali¨® a hombros.
Miguel ?ngel Perera: estocada desprendida (saludos); dos pinchazos y estocada trasera (saludos).
Plaza de toros de Pamplona, 14 de julio. Lleno.
Como todo el mundo sabe, el 14 de julio es la fiesta de todos los franceses y el franc¨¦s, Sebasti¨¢n Castella, realiz¨® a su primero una faena muy quieta y hier¨¢tica. Pases por alto, quieto como la mujer de Lot. Cit¨® a gran distancia e instrument¨® unos derechazos ligados, con dominio. Algunos de esos derechazos parec¨ªan venir del poeta galo Paul Val¨¦ry: "La sensibilidad es todo, soporta todo, y eval¨²a todo". Luego se luci¨® en tres circulares muy espectaculares. Se adorn¨® antes de entrar a matar, cobrando una buena estocada. Le concedieron las dos orejas, por lo que sali¨® a hombros. La segunda oreja se la regal¨® el asesor Ignacio Usechi, el mismo que dos d¨ªas antes se la neg¨® a El Juli. Bien entonces, mal ayer. Si alguien dice no gustarle el ars¨¦nico, no quiere decir que le guste el cianuro.
La otra cara del franc¨¦s se dibuj¨® en su segundo toro. Como el animal ten¨ªa su punto de genio y movilidad, Castella anduvo aperreado. Inseguro, sin dominio, el toro le desbord¨®. Lo vimos transformado en un arlequ¨ªn de quiero y no puedo. Tan inseguro estuvo que el toro le dio un revolc¨®n tremendo, que pudo ser muy grave. Se conoce que el capotillo de San Ferm¨ªn trabaj¨® ma?ana (en el encierro) y tarde (en el coso pamplon¨¦s).
Respecto al tercer espada, Miguel ?ngel Perera, en su primero, lidiado de pena por su cuadrilla, dio un recital de pico. Series de derechazos y naturales sin dominio ni temple ni nada parecido al arte noble de torear. Series desiguales, con enganchones. Un pegapases, en suma.
En el inicio de su segundo toro, ¨²ltimo de la corrida y de la feria de Pamplona, se intu¨ªa que quer¨ªa mostrarse como una figura del toreo. Principi¨® con quiet¨ªsimos pases por alto. Luego dej¨® en el aire una serie con la derecha, corta, muy ligada y con temple. Tambi¨¦n dej¨® patente un lent¨ªsimo pase de pecho. Y de pronto, aquello fue apag¨¢ndose como un beso despu¨¦s de la tormenta.
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