QUE ESO NO SE DICE
Haciendo memoria sentimental, una peligrosa aunque irremediable man¨ªa que se instala obsesivamente cuando la edad te acerca al invierno de la vida, hay recuerdos especialmente gratos como el descubrimiento en la infancia o en la adolescencia de pel¨ªculas y libros que te hicieron flotar. Tambi¨¦n guardas con mimo los primeros discos que compraste, discos de verdad, o sea, en irremplazable vinilo, destinados a rayarse, sin as¨¦ptico sonido met¨¢lico, dando vueltas en un tocadiscos a pilas.
Algunos de esos LP te los hab¨ªan recomendado amigos precozmente iniciados, como Revolver y Aftermath. En otros funcionaba tu instinto, porque te gustaba la portada o porque intu¨ªas que hab¨ªa un tesoro dentro. As¨ª descubr¨ª el piano de Bill Evans y la maravillosa voz de Johnny Cash. Este hombre, puro estilo y sentimiento, rug¨ªa y susurraba canciones intemporales ante un p¨²blico ins¨®lito y enardecido, los presos de la c¨¢rcel de San Quint¨ªn. Pero ocurr¨ªa una cosa muy rara en ese disco. En algunas canciones las palabras de Cash eran sustituidas por un pitido. Y pensabas en tu inocencia que era cosa de brujas o que el disco estaba defectuoso. Tard¨¦ en enterarme de que el surrealista pitido serv¨ªa para censurar el lenguaje bronco de Cash, las palabras malsonantes, los tacos.
Es probable que el educativo y represivo "ni?o, eso no se dice, as¨ª no se habla" propicie que el lenguaje de muchos adolescentes se empe?e con tozudez en ser permanentemente tabernario, en no poder o querer articular una frase sin tacos, obscenidades, insultos soeces, blasfemias. Eso puede funcionar como pose o con naturalidad. En algunos resulta pedestre, son muy fatigosos. El problema es que muchos se quedan colgados y no sabr¨¢n expresarse jam¨¢s de forma m¨¢s civilizada.
Cuentan que en Estados Unidos ya no habr¨¢ m¨¢s pitidos, que un tribunal vuelve a permitir los insultos en la radio y en la televisi¨®n. Me alegro. Pero al haber perdido all¨ª los deslenguados la higi¨¦nica costumbre de insultar, ser¨ªa adecuado que les pagaran un viaje a Espa?a para que reiniciaran el aprendizaje en nuestros realities y debates.
Es complicado encontrarte alguno en el que el principal argumento expresivo no sea "me suda la polla" o "el co?o de tu madre". En el homenaje de Madrid a los campeones escucho al t¨ªmido y angelical Iniesta: "Es la hostia". O al ejemplar Casillas: "Estos son unos cabrones que siempre est¨¢n dando por culo". ?Nervios, campechan¨ªa, desparpajo? Me caen tan bien que no me resulta chirriante. Maniqueo que es uno.
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