Llega el d¨ªa, llegan los Pirineos
Cuatro d¨ªas de monta?a decidir¨¢n el duelo entre Schleck y Contador
Habla Andy Schleck vestido de amarillo y hay que frotarse los ojos para verificar que, en efecto, est¨¢ vestido de amarillo, porque m¨¢s que palabras de l¨ªder de la carrera, definitivas, las suyas son las de un aspirante, desiderativas. Habla, eso es, como el estudiante que cree que lleva bien el examen pero, al mismo tiempo, duda. "Ma?ana es el d¨ªa", dice, hablando de hoy, porque hoy, claro, llegan los Pirineos .
As¨ª es el duelo, tan ins¨®lito, entre dos amigos que hasta ahora se han dedicado a darse cari?osas collejas de 10s, a los que el destino forzar¨¢ a llegar al punto de ruptura. As¨ª es el duelo, m¨¢s ins¨®lito, en el que el que va el primero sabe, temeroso, que el que va segundo, a solo 31s, es el que elige las armas, el lugar, los Pirineos; en el que el l¨ªder aparente, Andy, se ve obligado todos los d¨ªas a quedarse en la llegada una hora para dedic¨¢rsela a la prensa y a los controles, al estr¨¦s y a la falta de horas de reposo; en el que el l¨ªder virtual Contador libra el tr¨¢mite con cuatro palabras dichas a la carrera para llegar el primero al hotel, al descanso. "Estoy seguro pero nervioso", dice Andy. "He hablado con Alberto durante la etapa, pero no de t¨¢cticas, claro, sino de cosas ajenas al ciclismo, y le he visto tan excitado como yo. Ha llegado el momento en que nos la jugaremos entre ¨¦l y yo. En los Pirineos hay cuatro etapas, y tres ser¨¢n decisivas, una de ellas la de Pailh¨¨res".
"He hablado con ALberto, y le he visto tan excitado como yo", dice Andy
Los Pirineos ser¨¢n cuatro etapas, desde hoy hasta el jueves, y un d¨ªa de descanso el mi¨¦rcoles en Pau, un empacho de montes ?ninguno de los grandes cols, ni los hist¨®ricos, Tourmalet, Aspin, Peyresourde, Aubisque, Marie Blanque, ni los m¨¢s nuevos, Pailh¨¨res y Bal¨¨s, se quedan fuera del mapa?, porque hace 100 a?os justos que el Tour, entonces, en 1910, un ni?o de siete a?os con s¨ªntomas de agotamiento, decidi¨® lanzar a los ciclistas por territorios salvajes en los que campaban los osos como acto desesperado de supervivencia. El a?o siguiente, en 1911, entraron los grandes Alpes, y desde entonces no se entender¨ªa el Tour sin la visita obligada a los dos grandes macizos, los lugares en los que se han inventado las leyendas, creado los mitos.
"Los Pirineos los cre¨® Dios no para separar Francia de Espa?a, sino para separar los escaladores de los ciclistas del mont¨®n", Christian Laborde, poeta de Pau, escribe, y Alberto Contador, escalador de Pinto, suscribe. Contador conoce la alegr¨ªa m¨¢s profunda que pueda sentir un ciclista, la conoci¨® en el Plateau de Beille, el puerto cuyo solo nombre asusta, hace tres a?os, cuando desafi¨® ingr¨¢vido al alado Rasmussen, y al d¨ªa siguiente bail¨® con ¨¦l el mambo del Peyresourde. Contador, chico de memoria, no puede olvidarlo, no puede ir contra su instinto, sobre todo en los lugares en los que ha dejado ya su se?al, aunque prometa, aunque diga que no atacar¨¢ si no es necesario, que no atacar¨¢ por atacar, que no arriesgar¨¢ m¨¢s de la cuenta, que no se mover¨¢ si no tiene las cosas claras. En 2007 gan¨® en el Plateau de Beille despu¨¦s de superar el terrible Pailh¨¨res, el puerto c¨¢lido como un horno con la puerta cerrada que tambi¨¦n se subir¨¢ hoy ?y donde estar¨¢ el padre de Purito animando a su hijo, que quiere ser m¨¢s grande? antes de terminar en Ax; tambi¨¦n en 2007, antes de danzar con Rasmussen en el Peyresourde, atraves¨® la estepa del puerto de Bal¨¨s, el que preceder¨¢ ma?ana el descenso a Luchon; y sabe que la etapa del martes, la de los cuatro gigantes encarados por el pelot¨®n a partir de las cuatro de la ma?ana, noche oscura como boca de lobo, hace 100 a?os, es la que dio origen al mito; y tambi¨¦n, que para mito, el Tourmalet, en cuya cima se cierra el ciclo pirenaico el jueves.
Contador sabe que ante la llamada de los Pirineos poco importan los c¨¢lculos, aunque ahora, en v¨ªsperas, diga que con 31s de desventaja ir¨ªa tranquilo a la ¨²ltima contrarreloj, y sabe tambi¨¦n que sus victorias deben tener una firma distinguida, por ejemplo, con la forma de un pistoletazo en solitario en una cima hist¨®rica. Y, sobre todo, que tiene fuerzas, talento y forma para conseguirlo.
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