Rebeli¨®n de la clase media
Para que una semilla germine no es suficiente con tener una tierra f¨¦rtil y abundante agua para ir reg¨¢ndola. Hace falta adem¨¢s, aunque parezca una perogrullada decirlo, la semilla. Y cuanto mayor sea la calidad de la semilla, mejor que mejor a¨²n, m¨¢s posibilidades hay de que florezca. Y luego ya est¨¢ lo imponderable, el factor suerte.
El germen de las escapadas es anterior al kil¨®metro 0 de la etapa, aunque algunos no lo crean as¨ª. En la salida, mientras los corredores esperan al protocolario corte de cinta, hay conversaciones, saludos, gestos y sonrisas que van dando las claves, al buen entendedor, de qu¨¦ es lo que puede pasar durante la etapa. Observas con qui¨¦n habla cada uno e intuyes que es lo que surge en cada conversaci¨®n. T¨² mismo, en funci¨®n de tus intereses y los de tu equipo, hablas con uno y con otro para ir pulsando la opini¨®n de cada uno e intuir c¨®mo actuar¨¢n en carrera. Poco despu¨¦s, seg¨²n te vas acercando a la salida real en los kil¨®metros neutralizados, te vas fijando en las posiciones que van cogiendo en el grupo estos corredores a los que anteriormente hab¨ªas visto dialogando.
La escapada no ten¨ªa nada de an¨®nima, la formaban tiradores de precisi¨®n
Flecha sali¨® con el cuchillo bien afilado, pero muri¨® en el intento
La escapada de ayer se form¨® en el kil¨®metro 4,5, en la subida no puntuable a Luc La Primaube. La formaron en primera instancia cuatro corredores: Chavanel, Flecha, Fedrigo y Kroon. Este ¨²ltimo perdi¨® contacto con ellos y volvi¨® al cobijo del pelot¨®n; durante unos kil¨®metros Pavel Brutt hizo de puente entre ambos grupos, aunque finalmente termin¨® cediendo ¨¦l tambi¨¦n. Nombres todos ellos que no tienen nada de an¨®nimos, que forman parte de la clase media-alta del pelot¨®n, de esos que no se mueven simplemente para ense?ar en televisi¨®n la marca comercial que patrocina a sus equipos. No, todos ellos son tiradores de precisi¨®n, aunque esto ¨²ltimo no es garant¨ªa para asegurarles victorias.
Cada uno tendr¨ªa su motivaci¨®n, yo solo conozco la de Flecha, pero si estos corredores se movieron ayer es porque ten¨ªan mucha confianza en que la escapada llegase a buen t¨¦rmino: 45,2 km/h de media en la primera hora, 42,6 en la segunda; esto es muy muy r¨¢pido teniendo en cuenta el terreno por el que rodaban y la direcci¨®n y fuerza con la que soplaba el viento, fundamentalmente del costado derecho durante esas primeras dos horas.
Se hablaba en la salida de cansancio y de miedo. Cansancio por la dura jornada de Mende del d¨ªa anterior —"no hubo un metro de descanso", dec¨ªa ?scar Freire—, que se sumaba a la fatiga ya acumulada en casi dos semanas de esfuerzo. Miedo a las etapas de monta?a que a¨²n quedan antes del pr¨®ximo d¨ªa de descanso. Miedo natural a la ¨²ltima semana, agudizado por la dureza que este a?o plantea el libro de ruta. Y miedo tambi¨¦n a lo que pod¨ªa pasar ese mismo d¨ªa, pues la dureza de la etapa —pestosa, esa es la palabra—, junto con la subida a la cota de Saint Ferr¨¦ol a solo ocho kil¨®metros de la meta de Revel hac¨ªa dudar de que los equipos con velocistas tomasen el control de la carrera. Y una carrera incontrolada significa esperanza para los valientes pero tambi¨¦n sufrimiento para los agotados, los que piensan tan solo en sobrevivir.
Por eso que Flecha, motivado por estar cerca de Toulousse, donde ya conoci¨® el sabor de la victoria en el Tour, motivado tambi¨¦n por la visita de Lourdes, su novia, sali¨® de Rodez con el cuchillo bien afilado. Pero muri¨® en el intento, porque hab¨ªa otros igual de motivados. Como Vinok¨²rov, por ejemplo, herido en el orgullo por lo que el d¨ªa anterior calific¨® como derrota. Al final la de Vino fue la semilla buena, la de ese hombre que, como dicen por aqu¨ª, no puede resistir a la tentaci¨®n de atacar.
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