Los muertos tienen donde caerse
A este cabar¨¦ se entra con los pies por delante: es un lugar donde los muertos se r¨ªen de los vivos, una escala camino del infierno o del para¨ªso, una fiesta breve, antesala de la eternidad. Por ¨¦l desfilan Dios uno y trino, el diablo, unos ¨¢ngeles femeninos muy bien sexuados y unas marionetas primas de Tumbita, el esqueleto de tebeo creado por Tunet Vila.
Elena Olivieri, Maja Skovhus Rehoj y Madeline Fouquet, sus art¨ªfices, lo concibieron en M¨¦xico, impresionadas, durante la fiesta de difuntos, por la naturalidad con que la gente abarrota los cementerios a medianoche para pegarse una comilona "a la salud" de sus familiares fallecidos y bailar entre las tumbas al son del mariachi. La alegr¨ªa con que all¨ª se vive lo que en Europa produce angustia les pareci¨® que deber¨ªa de ser la piedra angular de Cabaret mortal, el espect¨¢culo que acaban de estrenar.
CABARET MORTAL
Creaci¨®n, interpretaci¨®n y m¨²sica: Elena Olivieri, Madeline Fouquet y Maja Skovhus Reh?j. Coescrito por Juanma Rodr¨ªguez. Codirigido por Art¨²s Ch¨¢vez Novelo. Teatro Tri¨¢ngulo. Hasta el 24 de julio.
El tr¨ªo se instala en el impudor sin rozar la peligrosa raya de lo grotesco
Su columna vertebral es la composici¨®n que las actrices hacen de las tres cabareteras que nos llevan de turismo por el otro mundo. Maja, acordeonista andr¨®gina con chistera, parece Karl Valentin interpretando a uno de los sepultureros de Hamlet; Madeline, vestida de m¨²sico de banda militar, tiene, sentada a la bater¨ªa, el aire inquietantemente pat¨¦tico del portero de hotel que Emil Jannings encarnara en El ¨²ltimo, y Olivieri, mini vampiresa desvencijada pero letal, embutida en un traje de fiesta rojo de su bisabuela, es una figurita tierna y l¨²gubre de cabar¨¦ napolitano.
El tr¨ªo domina la t¨¦cnica del buf¨®n: se instala en el impudor sin rozar nunca la peligrosa raya de lo grotesco y establece un contacto continuado con el p¨²blico, que en la noche del estreno sali¨® c¨®modamente a escena cuanto hizo falta y estuvo a la altura y m¨¢s. La primera parte me pareci¨® un tanto destrabada, con n¨²meros de empaque desigual. La segunda, con los espectadores ya en el bolsillo, lanzados a pas¨¢rselo bien, corri¨® como hilo de seda: este cabar¨¦ se va calentado al ba?o mar¨ªa.
Las chicas de Bodo Bod¨® se conocieron hace 10 a?os en Londres, en la escuela de Philippe Gaulier, y desde entonces han montado tres espect¨¢culos. Este lo ensayaron por etapas, escalonadas a lo largo de a?o y medio: primero en Italia, en Francia luego y finalmente en el M¨¦xico natal de Art¨²s Ch¨¢vez Novelo, su director, donde estrenaron una versi¨®n mucho m¨¢s larga. Entre lo mejor de la actual figuran los n¨²meros musicales en vivo, la irrupci¨®n de los ¨¢ngeles iconoclastas, la parodia del juicio final, la caricatura de los tres tipos de para¨ªso (deber¨ªan de a?adir el para¨ªso fiscal) y la canci¨®n postrera de Olivieri, digna de un cabar¨¦ felliniano.
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