El pacto y la tregua
"Madrid nunca pacta, a lo sumo concede treguas". Lo dice una personalidad catalana que por raz¨®n de su cargo frecuenta las instituciones espa?olas. Es exactamente lo que acaba de ocurrir ahora. Ante la crisis del Estatuto, Montilla protesta y Zapatero le concede una tregua. Alto el fuego: vamos a estudiar si encontramos v¨ªas legales para recuperar lo que la sentencia se llev¨®. Se crear¨¢n unas comisiones de trabajo, se abrir¨¢n diversas expectativas, pasar¨¢n los d¨ªas, las promesas no acabar¨¢n de concretarse nunca, volver¨¢ a crecer el malhumor en Catalu?a. Subir¨¢ la tensi¨®n. Se har¨¢ un apa?o, una nueva promesa, otra tregua, un nuevo enfado y as¨ª sucesivamente.
La misma noche de la sentencia, el presidente Montilla se hizo portavoz de la irritaci¨®n catalana. R¨¢pidamente, el PSOE ofreci¨® una tregua y el presidente la acept¨®. La recuperaci¨®n de la armon¨ªa entre socialistas ha sido m¨¢s f¨¢cil que encontrar un m¨ªnimo denominador com¨²n en Catalu?a con los dem¨¢s partidos del Gobierno y con CiU. Montilla centra su estrategia en la defensa del Estatuto. Pero este Estatuto ya no existe: se lo carg¨® el Constitucional. Apostar por recuperarlo por otras v¨ªas es una estrategia perdedora: a lo sumo, conseguir¨¢ algunas compensaciones, pero siempre muy lejos de lo que era el texto aprobado en refer¨¦ndum. Es una estrategia que s¨®lo sirve para marear la perdiz y evitar el tan temido choque parlamentario con el PSOE.
El PSC da la sensaci¨®n de no ser consciente de la fuerza de intimidaci¨®n que realmente tiene
Si Montilla quiere ofrecer a los electores una alternativa al independentismo y al soberanismo, tiene una opci¨®n: exigir la reformulaci¨®n de un pacto bilateral entre Catalu?a y Espa?a, a la vista de que el Constitucional ha extinguido el que sali¨® de la transici¨®n. Catalu?a y Espa?a tienen un problema. Por responsabilidad, unos y otros deben sentarse y buscar un pacto posible. Si es esta la perspectiva, y no la simple defensa de un Estatut que ya no existe, s¨ª que puede adquirir sentido un proyecto pol¨ªtico unitario en Catalu?a. A soberanistas e independentistas les puede interesar unir fuerzas para tratar de arrancar de Espa?a un pacto de Estado que tendr¨ªa la bilateralidad como premio. Y, eventualmente, para certificar que Madrid no pacta y que no hay otra salida que mont¨¢rselo por cuenta propia.
Para que la estrategia del pacto con Espa?a sea todav¨ªa posible es necesario sumar fuerzas ante los dos partidos de Madrid y usarlas con todas las consecuencias. De lo contrario, ni llegar¨¢n a sentarse en la mesa. El PSC da la sensaci¨®n de no ser consciente de la fuerza de intimidaci¨®n que realmente tiene. Un tira y afloja para pasar de un Estatuto descafeinado a un estatus semidescafeinado no me parece un proyecto pol¨ªtico suficiente para movilizar a la ciudadan¨ªa. Suena a antiguo. En cambio, un nuevo pacto con Espa?a s¨ª lo es. Aunque s¨®lo sea para probar su imposibilidad. Al fin y al cabo, el soberanismo de CiU -con su apuesta por el concierto- propone algo parecido, aunque con otro nombre para que desde el independentismo no le saquen tarjeta roja.
El PSC es un partido muy importante para el equilibrio pol¨ªtico de Catalu?a. Su contribuci¨®n ha sido decisiva para la cohesi¨®n de Catalu?a, es decir, para evitar que se rompiera en dos comunidades. El PSC puede entrar en una fase complicada despu¨¦s de las elecciones auton¨®micas, especialmente si desde Madrid se ideara una operaci¨®n reconquista. Ser¨ªa dif¨ªcil evitar su fractura. Las opciones pol¨ªticas que el presidente Montilla tome de aqu¨ª a las elecciones marcar¨¢n sensiblemente el futuro de este partido. Y, desde luego, la r¨¢pida aceptaci¨®n de la tregua ofrecida por Zapatero no estoy seguro de que sea el mejor camino. En cambio, la ambici¨®n de forzar un nuevo pacto bilateral con Espa?a le afirmar¨ªa como referencia esencial de los que no est¨¢n, de momento, por la labor de romper con Espa?a ya, pero que entienden que Catalu?a debe hacerse respetar. Y permitir¨ªa a los socialistas ofrecer lo que ahora les falta: una hoja de ruta para la pr¨®xima legislatura.
La historia del PSC y del PSOE es un ni contigo, ni sin ti, en el que el PSOE siempre sale ganando. Hay un d¨ªa en la vida en que hay que tomar la decisi¨®n de irse de casa. Es el fin de la adolescencia y la entrada en la vida adulta. Ello no tiene por qu¨¦ significar la ruptura con la familia, ni el abandono de la solidaridad entre hermanos. Simplemente significa emanciparse. Curiosa la familia socialista en que el PSOE siempre se considera con derecho a exigir lealtad al PSC, pero nunca siente la obligaci¨®n rec¨ªproca.
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