El primer libro del Botafumeiro saca a la luz sus leyes f¨ªsicas
El Consello da Cultura y H¨¦rcules Edici¨®ns recopilan la sem¨¢ntica y la historia del mayor incensario del mundo
Ayer, en la sala capitular de la catedral de Santiago, faltaba la importante presencia de Armando Raposo. Seg¨²n dijeron cuando se pregunt¨® por ¨¦l, andaba atareado en sus quehaceres de tiraboleiro mayor, en un A?o Santo que est¨¢ batiendo r¨¦cords hist¨®ricos en cuanto a vuelos de botafumeiro por d¨ªa. Hasta en cuatro misas a la jornada se columpian ahora el artefacto, previo pago, por parte de alg¨²n grupo asistente, de los 300 euros en los que este Xacobeo se ha puesto la tarifa del espect¨¢culo.
Armando Raposo, que empez¨® a trabajar en la catedral en 1950 y es m¨¢ximo responsable de los vaivenes del incensario desde 1964, conoce este proyectil oloroso como nadie, y colabor¨® intensamente en los a?os 80 en los experimentos f¨ªsicos que realiz¨® Juan Ram¨®n Sanmart¨ªn, una eminencia de A Estrada que es catedr¨¢tico de ingenier¨ªa aeron¨¢utica en la Universidad Polit¨¦cnica de Madrid. Ayer, parte de esos trabajos de hace a?os vio la luz dentro de un libro, O Botafumeiro. Estudos e evocaci¨®ns, la primera publicaci¨®n ¨ªntegramente dedicada al pebetero compostelano, a cargo del Consello da Cultura Galega y la editorial H¨¦rcules. Pero los completos informes originales de Sanmart¨ªn (O Botafumeiro: parametric pumping in the middle ages, de 1984, y F¨ªsica del Botafumeiro, de 1990) fueron custodiados con aut¨¦ntica veneraci¨®n desde entonces por el jefe de los turiferarios en su taquilla personal de la sacrist¨ªa.
Esta es una de las partes que conforman el volumen presentado ayer en la catedral, en v¨ªsperas de los fastos del Ap¨®stol y mientras al otro lado de la fachada del Obradoiro trabajaban las gr¨²as montando la parafernalia de los fuegos. La publicaci¨®n, firmada por varios autores y a la venta por 24 euros, tambi¨¦n recoge lo que hoy se puede conocer de la historia del incensario m¨¢s grande del mundo, un estudio filol¨®gico de Ant¨®n Santamarina y evocaciones literarias del artilugio.
En la sala capitular, detr¨¢s del Botafumeiro que est¨¢ en uso (una pieza de lat¨®n ba?ada en plata, de unos 53 kilos, un par de ellos ganados en 2006, cuando le aplicaron el ¨²ltimo ba?o reparador), se sentaron para presentar el libro el vicepresidente del Consello da Cultura Galega, Francisco D¨ªaz-Fierros; el presidente de H¨¦rcules, Francisco Rodr¨ªguez Iglesias, y el de¨¢n, Jos¨¦ Mar¨ªa D¨ªaz. Ante las virtudes de la publicaci¨®n que hab¨ªan hecho constar a la prensa los dos primeros, cuando le toc¨® el turno, el can¨®nigo (igual que los otros en gallego) ironiz¨® comentando que dijesen lo que dijesen los "pregoneros" de la obra "se Xan ten bo vi?o, xa o vi?o o dir¨¢". Riguroso como siempre, el que adem¨¢s ostenta el cargo de archivero y custodio del C¨®dex Calixtino tambi¨¦n puso en duda que un poema que recoge el libro y que Antonio Neira de Mosquera, en 1852, atribu¨ªa a V¨ªctor Hugo sea realmente de V¨ªctor Hugo. Tiene un Santo Compostela / Y el rey de los incensarios / Que de nave a nave vuela. Desde aquel a?o del siglo XIX, nadie ha logrado dar con ese verso, as¨ª que es posible, seg¨²n sugiri¨® el de¨¢n, que el verso sea del propio Neira de Mosquera.
Lo que est¨¢ claro, seg¨²n el representante del Cabildo y seg¨²n el propio libro, es que en los a?os veinte del siglo XIV el Botafumeiro ya se contoneaba, seguramente desde hac¨ªa tiempo, en el transepto de la catedral. Claro que entonces s¨®lo se lanzaba al aire en fiestas se?aladas, y no a diario, introducido en el ritual de la misa, como lo hace ahora.
Desde entonces, el invento purificador cambi¨® radicalmente su fisonom¨ªa, y se han sucedido m¨¢s de media docena de aparatos. Ahora, adem¨¢s del de lat¨®n, se usa en ocasiones uno de plata maciza que donaron los alf¨¦reces provisionales. Los anteriores, desde hace siete siglos, se fundieron y tomaron forma de otra cosa, aunque se dice que uno fue robado por las tropas de Napole¨®n y otro acab¨® estrellado contra el suelo, completamente espachurrado, en uno de los varios accidentes que sufri¨® en vuelo.
Siniestros sin muertos
El primer libro sobre el elemento m¨¢s popular del ritual jacobeo (m¨¢s c¨¦lebre incluso que el ahora vetado Santo dos Croques) cita algunos diccionarios que recogieron las voces fedello, cirimballo y matafumos como sin¨®nimos de botafumeiro. En el apartado hist¨®rico, se atribuye a Juan Bautista Celma, en 1602, el sistema de tambores que con alguna modificaci¨®n sigue hoy vigente en el cimborrio: el mecanismo que permiti¨® la perfecta oscilaci¨®n del Botafumeiro, a 68 kil¨®metros por hora, antes de que Galileo empezase a estudiar la f¨ªsica del p¨¦ndulo. Hubo varios accidentes hist¨®ricos, todos sin muertos, y otros que no recoge el libro pero que presenci¨® el propio tiraboleiro mayor, con heridos (y costillares rotos), en el siglo XX. El primero del que hay registro acaeci¨® en 1499, precisamente el 25 de julio.
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