Una hipoteca para un monasterio
Cuatro monjes fundaron un cenobio en 2001 para "evangelizar Europa"
En el monasterio de San Salvador del Monte Irago en Rabanal, al paso del Camino Franc¨¦s a una etapa a pie de Astorga, no hay retablos barrocos donde luzcan, bajo una p¨¢tina de pan de oro, los mismos frutos de los diezmos que durante siglos permitieron a los conventos sufragar el coste de art¨ªsticos claustros o monumentales escaleras. Aqu¨ª todo es m¨¢s sencillo, de una arquitectura casi despojada, porque los benedictinos han tenido que pedir una hipoteca para pagar las obras de su casa monacal. Fue necesario un pr¨¦stamo, y por supuesto, vocaci¨®n, para fundar este cenobio del siglo XXI.
Esa vocaci¨®n le lleg¨® a Juan Antonio Torres (Palencia, 1966), entonces estudiante de Derecho en Valladolid, por la Ruta Jacobea. "Un grupo de amigos ten¨ªamos pensado ir a los sanfermines, pero vimos a un peregrino en Tierra de Campos y cambiamos los planes", recuerda Juan Antonio. "La experiencia me cambi¨® la vida, porque antes de peregrinar no era muy creyente", confiesa. As¨ª que cumpli¨® con la familia y el Estado y, tras terminar Derecho y hacer la mili, sigui¨® el camino de la fe que le condujo hasta el monasterio de Silos.
Recurrieron a un pr¨¦stamo que todav¨ªa no han terminado de pagar
Los benedictinos combinan el canto gregoriano con la conexi¨®n a Internet
En el ¨²ltimo a?o, los residentes han atendido a 30.000 peregrinos
Esta comunidad cree que el Viejo Continente ya no es un "lugar cristiano"
Juan Antonio Torres es ahora monje vinculado a la orden benedictina de Baviera, con sede en la Abad¨ªa de Santa Otilia, al sur de Alemania. En este convento, donde residen unos 120 religiosos, ampli¨® su aprendizaje: "All¨ª abr¨ª mi mente; hay que ser humilde y transigente, como Jesucristo". En 1998, Juan Antonio Torres y Jos¨¦ Carlos S¨¢nchez, otro monje de la orden, pensaron en fundar una comunidad mon¨¢stica al pie del Camino de Santiago, guiados por el esp¨ªritu misionero de los benedictinos. "Nuestra pretensi¨®n es dar servicio a los caminantes y contribuir a la evangelizaci¨®n de Europa", explica Juan Antonio Torres. En este sentido, opina que esta evangelizaci¨®n es muy necesaria en el Viejo Continente, que "no puede considerarse ya como un lugar cristiano". "En el Tercer Mundo atendemos las carencias, pero en Occidente hay pobreza espiritual, de m¨¢s dif¨ªcil soluci¨®n que las necesidades materiales", asegura el monje benedictino.
Empezaron el proyecto del cenobio con 100 euros. Su idea inicial era establecerse en Foncebad¨®n, pero recibieron la donaci¨®n de una casona en Rabanal, y aprovecharon esta oportunidad. El 2 de febrero de 2001 se celebr¨® la fundaci¨®n can¨®niga del monasterio en la Abad¨ªa de Santa Otilia.
De los cuatro monjes que se establecieron inicialmente, han pasado a ser dos en invierno y seis en verano para atender a los peregrinos. S¨®lo en el ¨²ltimo a?o, atendieron a 30.000 peregrinos e hicieron 1.000 confesiones. En resto del tiempo lo dedican sobre todo al estudio. En este monasterio del siglo XXI tiene conexi¨®n a Internet. Se financia con donaciones y el sueldo de sacerdote: "A¨²n no hemos terminado de pagar la hipoteca".
"Optamos por el canto gregoriano y el lat¨ªn, como idioma universal, y tratamos de que sean celebraciones neutrales, para que puedan asistir peregrinos de todas las confesiones", explica Juan Antonio. Para poder atender tanta diversidad, habla ingl¨¦s, alem¨¢n e italiano.
Adem¨¢s de estas ocupaciones, el monje lleva siete parroquias: "Son unos 100 feligreses, la mayor¨ªa gente mayor". Rabanal del Camino, con s¨®lo 30 vecinos, tiene una poblaci¨®n envejecida fruto de la emigraci¨®n cr¨®nica que ha sufrido la Maragater¨ªa. Sin embargo, en los ¨²ltimos a?os, el auge de la Ruta Jacobea ha empezado dibujar un nuevo horizonte para el futuro del lugar.
Juan Antonio dice que al final de la Ruta hay tambi¨¦n un nuevo comienzo para cada persona. Habla de un joven peregrino de Dresde que, incapaz de perdonarse por no haber podido impedir el suicidio de su hermano, lleg¨® con dos piedras manchadas con su sangre: "Vino hasta aqu¨ª para que alguien le escuchara y, despu¨¦s de una noche entera hablando, deposit¨® las piedras al pie de la Cruz de Ferro". Menciona a una japonesa privada del don del habla que comenz¨® a pronunciar las palabras tras peregrinar a Santiago. Y recuerda a un se?or desahuciado de c¨¢ncer que quer¨ªa casarse en el Camino donde hab¨ªa conocido a su futura esposa, para luego acabar sus d¨ªas como peregrino. Esas son, en su opini¨®n, las grandezas del Camino.
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