Un Tour ganado los d¨ªas malos
Repaso de las claves de la carrera, la primera de su vida en la que Contador lleg¨® a dar todo por perdido
Uno de los cap¨ªtulos de la enciclopedia vital de Cyrille Guimard, que es uno de los sabios en lo que respecta al Tour, pues, como director, gan¨® y perdi¨® unos cuantos, dice que, efectivamente, en contra de lo que pueda pensarse, siempre se gana el Tour los d¨ªas malos. "El campe¨®n se demuestra en su capacidad de manejar los d¨ªas malos", dice. "Cuando no se est¨¢ bien es cuando se gana el Tour. As¨ª fue con Fignon, con Hinault, con Van Impe. As¨ª ha sido con Contador". As¨ª ha sido con todos, pues uno de los deberes de todos los campeones de la historia en su aprendizaje ha sido tanto el de saber sus d¨ªas malos como el saber discernir en el rostro, en los gestos, en los movimientos de sus rivales si est¨¢n sufriendo. El eterno juego de saber mentir, la ¨²nica moral, siempre ambigua, del Tour.
La del s¨¢bado fue la peor contrarreloj de su vida. Termin¨® en el 35? puesto
Como dijo Laurent Fignon, para Schleck fue "el Tour de las ocasiones perdidas"
El primer Tour lo gan¨® sin saberlo; el segundo, fue el del estr¨¦s con Armstrong
En el tercero, cada d¨ªa, una duda, cada d¨ªa, una victoria. El relato de una agon¨ªa
Contador, que solo tiene 27 a?os, y que est¨¢ en pleno proceso de escribir su libro del Tour, con grandes, enormes, cap¨ªtulos a?adidos masivamente cada a?o, est¨¢ tan de acuerdo con Guimard que a la hora de resumir y analizar c¨®mo ha sido y c¨®mo ha conseguido su tercera victoria, lo dijo as¨ª, sincero: "He ganado el Tour en los d¨ªas malos".
El primero, el de 2007, lo gan¨® sin saberlo, con la eliminaci¨®n de Rasmussen; el segundo fue el de las malas noches en el hotel, la tensi¨®n y el estr¨¦s con Armstrong; el tercero, pues, el de los d¨ªas malos: cada d¨ªa, una duda, cada d¨ªa, una victoria. El relato de una agon¨ªa.
A la hora de enumerarlos, sin embargo, la sinceridad se convierte en discreci¨®n inteligente, pues nunca, nunca, se deben dar pistas al rival, ni siquiera a posteriori, no sea que empiecen a estudiar s¨ªntomas, gestos y movimientos y acaben con quebrar la m¨¢scara de inalterabilidad, cara de p¨®ker, que debe cubrir el rostro de todo campe¨®n. Y tampoco estar¨ªa bien, claro, reconocer que uno de los d¨ªas malos fue aquel en el que todo se rompi¨®, el de Bal¨¨s, la cadena de Andy, el ataque del que no vio que ten¨ªa un problema el luxemburgu¨¦s. El chico de Pinto, sin embargo, hab¨ªa respondido unos d¨ªas antes a esta pregunta cuando dijo que hab¨ªa tenido al menos dos d¨ªas buenos, dos d¨ªas, en los que, siguiendo la l¨®gica parad¨®jica, a punto estuvo de perder el Tour.
El primer d¨ªa bueno fue el mejor, fue el de la Madeleine, el segundo de los Alpes tras la jornada de descanso. Fue su primera fuga conjunta con Schleck. Aquel d¨ªa entre ambos aclararon la clasificaci¨®n, cercenaron las ambiciones de victoria de Samuel S¨¢nchez y, sobre todo, Menchov, convirtieron el resto del Tour, y quedaban a¨²n 11 etapas, en un mano a mano entre ambos. Aquel d¨ªa, adem¨¢s, Contador renunci¨® a sentenciar un Tour que se desliz¨® finalmente por la senda del entendimiento variable del fair play. "Ten¨ªa piernas para atacar", dicen en su equipo, "pero se fren¨® porque hab¨ªa dado su palabra a Andy de no atacarlo, de colaborar para dejar atr¨¢s a Menchov".
Uno fue el d¨ªa de Mende, 12? etapa, macizo central entre Alpes y Pirineos, en el que en sus ansias por ganar tiempo y la etapa abri¨® una seria crisis dentro del equipo, pues con su ataque final, con el que ara?¨® 10 segundos a Andy Schleck, frustr¨® la necesidad de reconocimiento de su compa?ero Vinok¨²rov, quien regresaba al Tour tras dos a?os de sanci¨®n y quer¨ªa hacerlo a lo grande. Al d¨ªa siguiente, fue el primero en el que se oy¨® un gran suspiro de alivio, un ?uff! tremendo, escaparse de la garganta de Contador: Vinok¨²rov gan¨® en Revel tras un tremendo ataque y el fuego se apagaba.
Los d¨ªas malos, por lo tanto, fueron todos los dem¨¢s, pero fundamentalmente cuatro, los cuatro d¨ªas en los que gan¨® el Tour 2010, en los que demostr¨® su temple y su ciencia para evitar ser atacado y da?ado.
El primero, el que m¨¢s deprimi¨® a Andy, el d¨ªa en que supo, demasiado tarde, que hab¨ªa perdido su gran oportunidad de ganar el Tour, fue el primero de alta monta?a, el de Avoriaz, en los Alpes. Contador, que se sent¨ªa fatal, jug¨® de farol, orden¨® a su equipo, a Tiralongo, a Navarro, sobre todo, sus mejores sherpas que pusieran un ritmo tan fuerte que Andy, en vez de pensar en atacar, empezara a preocuparse, a esperar un ataque fulminante de su rival, una de cuyas costumbres es la de intentar dar el primero, el primer d¨ªa y lo m¨¢s fuerte posible. Incluso, para aumentar el efecto especial, Contador se mostr¨® plet¨®rico saliendo a frenar ataques de algunos secundarios, Purito, Gesink, Vanden Broeck. En el cuarto, sin embargo, cuando Andy, finalmente, y tras negarse a seguir los consejos de su director, el intuitivo Riis, que no se hab¨ªa tragado el sedal y le apremiaba a atacar desde lejos, Contador cedi¨®. Afortunadamente solo perdi¨® 10s, pues Andy hab¨ªa atacado, secundado por Samuel, en el ¨²ltimo kil¨®metro, demasiado tarde. "Fue uno de los d¨ªas en los que realmente gan¨¦ el Tour", dijo Contador.
Despu¨¦s de aquella tarde, Schleck, que le aventajaba en 31 segundos en la general, gracias, sobre todo, al ataque del pav¨¦s, empez¨® a echar cuentas, a sudar, a pensar d¨®nde podr¨ªa sacarle a Contador m¨¢s tiempo para llegar con un buen colch¨®n a la contrarreloj. Como dijo Laurent Fignon, aquel d¨ªa comenz¨® para Andy Schleck "el Tour de las ocasiones perdidas". Comenz¨® a perder tambi¨¦n la guerra psicol¨®gica, lo que en los Pirineos fue la clave.
"He de reconocer que no he conseguido llegar al Tour en el mejor momento de forma", dijo Contador. "Si lo he tenido muy dif¨ªcil no es porque Andy haya estado a mejor nivel que en 2009, sino porque yo he estado peor". Y el Tour, con sus d¨ªas de estr¨¦s por el norte, con el calor sofocante las tres semanas, salvo los cuatro ¨²ltimos d¨ªas, empeor¨® ese estado. A la luz de estas palabras, el primer d¨ªa pirenaico, el domingo 18, sobre las pendientes de Ax 3 Domaines, la batalla psicol¨®gica resuelta en forma de surplace de los dos duelistas, toma otro color, el de un recurso m¨¢s del chico de Pinto para evitar ser atacado por otro corredor que dudaba, para evitar que saliera de dudas. Igualmente, la entente del Tourmalet, la ascensi¨®n en la que Andy, con su esfuerzo, limpi¨® definitivamente la clasificaci¨®n, librando a Contador del peligro real de Menchov -en agradecimiento, el espa?ol le permiti¨® ganar la etapa m¨¢s prestigiosa del a?o-, no fue sino otro d¨ªa malo superado sin perder tiempo.
Quedaba sin embargo la prueba m¨¢s dura, m¨¢s dif¨ªcil de manejar, la contrarreloj de 52 kil¨®metros, una especialidad en la que la capacidad de fingimiento sirve m¨¢s bien para poco. "Bien est¨¢ lo que bien acaba", dijo ayer, despu¨¦s de ver por la pantalla gigante de los Campos El¨ªseos a su pupilo de amarillo en el podio, Sandro Martinelli, el director italiano del Astana, "pero yo ya sab¨ªa que la cosa estaba mal el d¨ªa anterior de la crono. Ya entonces supe que ¨ªbamos a sufrir mucho".
Fue el peor d¨ªa de su Tour, quiz¨¢s de todas sus grandes vueltas. El ¨²nico d¨ªa en que no pudo esconderse. Y fue, por consiguiente, el d¨ªa en que venci¨® de verdad. En 2010 Contador, uno de los mejores contrarrelojistas del mundo, no ha mantenido el nivel de 2009, pero, pese a ello, se sab¨ªa con capacidad para aventajar a Andy Schleck en minuto y medio en un recorrido llano de 52 kil¨®metros. Sin embargo, sufri¨® un problema de direcci¨®n. Desde el coche, un director, un preparador f¨ªsico y un mec¨¢nico, aturullados, seg¨²n propia confesi¨®n, por el caos resultante de recibir referencias de la carrera de tres fuentes diferentes, volvieron loco a Contador, que m¨¢s que agobio necesitaba mensajes de calma. As¨ª, v¨ªctima de un ataque de p¨¢nico, al juego inicial de Schleck, que intentaba asustarle saliendo a tope, respondi¨® Contador con el miedo de los novatos. En vez de confiar en su fondo, en su capacidad para coger el ritmo y manejar mejor desarrollos m¨¢s grandes que los que osaba Schleck, Contador, apremiado, agobiado, respondi¨® acelerado, perdido. Fue la peor contrarreloj de su vida. Perdi¨® cinco minutos y 43 segundos con Cancellara, a quien el a?o pasado tutelaba. Termin¨® el 35?. Nunca un ganador de Tour hab¨ªa acabado tan bajo, por detr¨¢s de muchos corredores que ni siquiera disputaron la prueba a tope, y como una v¨ªctima de una maldici¨®n, sac¨® una ventaja de solo 31 segundos, lo mismo que perd¨ªa con Schleck antes del episodio de la cadena.
Pero gan¨® el Tour y, de paso, demostr¨® de la manera m¨¢s tajante posible, lo que hab¨ªa aprendido, que los campeones ganan el Tour los d¨ªas malos.
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