El mayor palco del Teatro Real
Cientos de personas asisten a la ¨®pera 'Simon Boccanegra', con Pl¨¢cido Domingo como bar¨ªtono, desde la plaza de Oriente gracias a una pantalla gigante
Candela solo tiene siete a?os, y por eso no entiende qu¨¦ hace Pl¨¢cido Domingo encaramado a la terraza del Teatro Real cantando con un gorro de terciopelo rojo. "Mami, ?por qu¨¦ no subimos ah¨ª con ellos?", pregunta a su madre Mar¨ªa, que la ha tra¨ªdo por primera vez a la ¨®pera. Como una ventana, un cine indiscreto que se adentra entre las filas de butacas del teatro, la pantalla instalada por el Teatro Real permiti¨® ayer a cientos de mel¨®manos poder disfrutar en directo de una de las ¨®peras m¨¢s ambiciosas de Verdi. Sim¨®n Boccanegra, la obra que ha demostrado que Pl¨¢cido puede hacer lo que quiera, como bar¨ªtono o como tenor.
Es un palco excepcional sin aire acondicionado ni asientos tapizados, pero la gente se apa?a para ocupar los pocos metros de suelo que quedan. Sobre la tierra y el granito recalentado por el sol, todo tipo de aislantes para pasar una tarde en la ¨®pera lo m¨¢s c¨®modamente posible: manteles, mapas de Madrid, una bolsa de pl¨¢stico... "Lo importante es ver a Pl¨¢cido", dice Juli¨¢n, un madrile?o de 64 a?os que ha venido con su esposa y su hija a ver a su ¨ªdolo. Apenas ha salido el cantante al escenario y Juli¨¢n ya est¨¢ entusiasmado. "Parece mentira que, viendo esto, los cantantes de hoy en d¨ªa presuman de voz", explica Juli¨¢n mientras, en la pantalla, el coro proclama a Simon Boccanegra Dux de G¨¦nova.
La reina Sof¨ªa lleg¨® justo antes de que comenzara la funci¨®n
Muchos asistentes se proteg¨ªan con paraguas del sol
La tarde ha comenzado con sorpresas: la llegada de la reina Sof¨ªa justo antes de que diera comienzo la funci¨®n, el tropez¨®n con la peana del director de orquesta, Jes¨²s L¨®pez Cobos, y la sustituci¨®n por "indisposici¨®n" de la soprano ?ngela Gheorghiu por una habitual del Real, la albanesa Inva Mula, que interpreta el papel de la hija del l¨ªder y antiguo corsario genov¨¦s.
En el Miserere del pr¨®logo algunos vuelven la cabeza buscando a su alrededor los ruidos del escenario. El equipo de sonido del Real transporta a cualquiera al interior de la sala, y se oyen no solo las voces de ultratumba de la comitiva de un entierro, sino tambi¨¦n los zapatazos de Pl¨¢cido sobre el escenario, que tienen su eco en el muro del Palacio Real. Paula, con solo 6 a?os, busca detr¨¢s de su padre qui¨¦n hace esos ruidos. Minutos m¨¢s tarde disfrutar¨¢ con la lucha de espadas que tiene lugar sobre el escenario.
No solo hay madrile?os en los jardines que separan el Teatro Real del palacio. Muchos turistas, movidos por la curiosidad, se han acercado hasta las inmediaciones del coliseo madrile?o para disfrutar de la ¨®pera que ya cosech¨® m¨¢s de 20 minutos de aplausos en La Scala milanesa. Marie es francesa y ha venido con dos amigas de vacaciones a Madrid. "Es incre¨ªble que la gente vaya llegando con sus sillas y se sienten en el suelo, como si fuera lo normal. ?Y para ver la ¨®pera!", comenta entusiasmada. Alrededor de ella, los extranjeros se hacen notar. Son los que se protegen del sol con m¨¢s miedo a quemarse, por lo que llevan enormes paraguas a modo de parasoles. Otros, han decidido esconderse entre los setos, en los parterres y bajo los enormes magnolios, cuya sombra se ha convertido en un tesoro muy cotizado. Aun as¨ª, nadie despega la mirada de la pantalla.
Simon Boccanegra, una de las ¨®peras malditas de Verdi, es el s¨ªmbolo de la Italia poderosa de los ducados, y anoche para Madrid no hab¨ªa m¨¢s Dux en la Plaza de Oriente que Pl¨¢cido Domingo, el mismo osado corsario genov¨¦s que acab¨® la noche ante el pueblo, en el balc¨®n del Real, al que siempre vuelve para celebrar sus triunfos.
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