Culto, sofisticado, avanzado y complejo
Los motivos por los que alguien, una familia pongamos por caso, cambia el rumbo previsto en un momento determinado, es materia de la que se nutren novelas y narraciones de ficci¨®n. En el caso de mi propia familia, ese momento clave es el encuentro entre mi padre, Jose Mar¨ªa Gonz¨¢lez-Sinde, y Antonio Gamero, aproximadamente en 1960, en Madrid.
Ambos trabajaban como vendedores para un sello discogr¨¢fico, y del mismo modo que mi padre dec¨ªa que gracias a Elvis Presley hab¨ªa amueblado el sal¨®n de casa, yo podr¨ªa afirmar que gracias a Antonio Gamero amuebl¨® otra gran parte de su vida. Quiz¨¢ Antonio Gamero fuese pel¨ªn desastre en el aspecto empresarial de la venta de discos, pero era un grand¨ªsimo conocedor del jazz, de cuya difusi¨®n en los primeros garitos de Madrid destinados al g¨¦nero fue responsable. Esa pasi¨®n la contagi¨® por v¨ªa intravenosa a mi buen padre y ¨¦l, del bebop al cool pasando por el swing, a m¨ª, como corresponde. Del mismo modo lleg¨® la pasi¨®n por el cine y el paso de vender m¨²sica ligera a querer producir largometrajes que hablaran de la gente como ellos. Con el cine se enredaba la literatura y los libros prohibidos, comprados de extranjis en la trastienda de la librer¨ªa Fuentetaja.
De ah¨ª a la pol¨ªtica, a expresar el descontento y la injusticia, solo hab¨ªa un paso. Porque Antonio Gamero, adem¨¢s de una persona culta, sofisticada, compleja y avanzada, era un hombre con un profundo sentido de lo pol¨ªtico.
Hace pocas semanas, cuando el Ministerio de Cultura abri¨® el Memorial Virtual de V¨ªctimas de la Guerra Civil y Represaliados del Franquismo, introduje en la casilla sus nombres. El de Antonio Gamero y el de mi padre. All¨ª estaban sus expedientes. Su militancia pol¨ªtica les cost¨® penas importantes de c¨¢rcel, sobre todo a Gamero. Son dos de las m¨¢s de 700.000 fichas incorporadas al portal. Pero son las m¨ªas.
Gamero fue, despu¨¦s de todo eso, gran gourmet y experto catador de cervezas, pero ante todo un actor notable y personal. Observador sagaz de las contradicciones del ser humano y la sociedad espa?ola m¨¢s castiza, ten¨ªa un gran sentido del humor y por eso fue capaz de hacer como nadie personajes como el abuelo de Manolito Gafotas, uno de sus ¨²ltimos trabajos. El fino humor de Elvira Lindo era perfecto para ¨¦l, aunque yo tienda a recordarle, c¨®mo no, por muchas otras cosas.
?ngeles Gonz¨¢lez-Sinde es ministra de Cultura.
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